Una investigación
calcula la gravedad de la temporada seca que provocó daños
socioeconómicos severos en muchas áreas ocupadas por esta
civilización.
por Francesco Rodella
Las épocas de
sequía que atormentan a muchas sociedades hoy en día no son un
problema nuevo. Y quizás estudiar lo que pasó en la antigüedad
pueda dar pistas sobre cómo enfrentarse a esa plaga. La civilización maya, afincada durante muchos siglos en Centroamérica, fue una de
las que más sufrieron las temporadas secas. Distintos estudios
apuntan a que la que caracterizó décadas enteras en los siglos IX y
X d. C. en muchas regiones donde vivían los mayas causó graves
alteraciones socioeconómicas y contribuyó en provocar su declive
cultural. Una investigación publicada este jueves en Science calcula
que las consecuencias de esas sequías en la península de Yucatán
(México) provocaron un descenso anual medio de las precipitaciones
de casi un 50 % con respecto a las condiciones actuales. Fue una de
las épocas de sequía “más severas de los últimos 10.000 años
en esta zona”, según uno de los autores.
No cabe duda
sobre el hecho de que eventos climáticos extremos dejaron una huella
profunda en la historia de los mayas, una civilización politeísta
cuya estructura sociopolítica y cuya herencia cultural, lingüística
y religiosa despiertan curiosidad y fascinación en muchas partes del
mundo. Esclarecer cómo de intensos fueron esos eventos y hasta qué
punto fueron directamente responsables de su declive, en cambio, es
todavía objeto de debate. Los autores del estudio publicado este
jueves, científicos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y
de Florida (Estados Unidos), aportaron un nuevo elemento a la discusión tras
analizar los sedimentos del lago Chichancanab, en la región de Yucatán (México).
En la última
parte del primer milenio d. C. “se redujo considerablemente el
volumen de agua en los lagos de esta región, como consecuencia de la
disminución en las lluvias y la mayor tasa de evaporación”,
explica el español Fernando Gázquez-Sánchez, uno de los
investigadores de Cambridge. “Estas etapas quedaron registradas en
forma de estratos de yeso, un mineral cuya presencia en lagos suele
estar relacionada con periodos secos”, agrega. Gázquez-Sánchez
explica que la datación con carbono-14 de una semilla que había
quedado atrapada en el yeso depositado permitió identificar con
exactitud la época de sequías más extremas entre el 780 y el 990
d. C.
Una temporada
seca tan larga provocó picos en los que el descenso de la media de
precipitaciones anuales alcanzó hasta un 70 % con respecto a las
condiciones actuales del lago Chichancanab. También se registró una
disminución de entre un 2 % y un 7 % en la humedad. “Las causas de
estas sequías fueron de origen natural, ya que en este periodo el
ser humano no tenía aún la capacidad de cambiar el clima a escala
global, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad”, asegura
Gázquez-Sánchez. El periodo identificado como el de situaciones de
sequía más extremas “coincide perfectamente con el declive de la
civilización Maya constatado a partir de restos arqueológicos, por
ejemplo, la disminución en el número de construcciones civiles y
templos construidos durante este periodo”, explica el investigador
almeriense.
La crisis de una
civilización milenaria
“Las sequías
no explican la caída de todos los sitios o ciudades mayas y
definitivamente hubo eventos socio-políticos que contribuyeron a la
caída de la civilización”, afirma Martín Medina, de la
Universidad de Auburn (Estados Unidos). “Hasta qué punto fue el clima el
detonante o simplemente un catalizador de cambios, es una pregunta
sobre la cual no tenemos una respuesta clara”, prosigue. En su
opinión, el estudio publicado este jueves aporta un método
independiente para confirmar que la época de sequía que afectó a
los mayas fue “suficientemente intensa como para causar graves
perturbaciones sociales y hasta quizás el colapso de la entera
civilización”.
“La
civilización maya clásica, como muchas otras, era compleja en su
modelo socioeconómico y político, así como en su relación con el
medio natural”, afirma Gázquez-Sánchez. Organizados en ciudades
autónomas con al frente un gobernante, estos antiguos habitantes del
actual Guatemala, Honduras, El Salvador y las regiones meridionales
de México se sustentaban sobre todo gracias al cultivo y al consumo
de maíz y otros vegetales, detalla Hugo García, historiador de la
Universidad Nacional Autónoma de México. La producción agrícola
se vio extremadamente afectada por la falta de lluvias provocadas por
las sequías, según constataron distintos estudios.
Los gobernantes
mayas obtenían la legitimidad necesaria para gobernar gracias a la
capacidad que tenían de mantener alimentada a su población, explica
García. "Sin duda alguna, los problemas ecológicos que muestra
el estudio debieron traer consigo una baja importante en la
producción agrícola y un desabastecimiento de alimentos en la
región, lo que pudo llevar a que los gobernantes locales perdieran
la legitimidad y la autoridad política", asegura el
historiador. También se produjo el “corte de las relaciones
comerciales y diplomáticas” entre ciudades, agrega Andrés Ciudad de la Universidad Complutense de Madrid. Todo esto "trajo
consigo que parte de la población las abandonara y, más tarde, la
élite huyera a mejores lugares", continúa García.
Además de
problemas económicos y políticos, también el aumento de las
guerras entre mayas contribuyó a empujarlos hacia el declive, según
este experto. Pero hablar de una desaparición absoluta de esta
civilización no sería correcto, afirman los historiadores. "Hoy
día ya no se habla de colapso de la cultura o la sociedad maya, pues
en realidad siguieron habitando las zonas alrededor de las grandes
ciudades por mucho tiempo más y después de estas fechas hubo
ciudades que surgieron o que continuaron su actividad", asegura
García. Lo suyo es "hablar de un colapso del sistema o de los
sistemas políticos mayas y de una reconfiguración de algunas
expresiones culturales", agrega.
Una posible clave
para leer el presente
La disponibilidad
o la escasez de agua son "un aspecto predominante recurrente en
la evolución de las civilizaciones humanas", asegura Martín
Medina. "Desgraciadamente algunas poblaciones actuales de países
subdesarrollados y en vías de desarrollo son extremadamente
vulnerables a fenómenos climáticos extremos como las sequías",
agrega Gázquez Sánchez. En opinión de Medina, del estudio de los
eventos climáticos que afectaron a los mayas se pueden sacar
reflexiones valiosas para entender mejor el presente. "A mí me
parece una gran analogía con lo que ocurre hoy. Estamos enfrentados
con un cambio climático semejante al que vivieron los mayas en el
pasado", asegura.
"El sistema
económico mundial en la actualidad está globalizado y tiene una
mayor capacidad de adaptación. Esto conlleva que el impacto de
fenómenos climáticos extremos, como las sequías, sea menor en
términos de mortandad y colapso socioeconómico a escala global",
reflexiona Gázquez-Sanchez. Pero no hay que bajar la guardia, según
alerta: "La mayoría de las predicciones climáticas auguran un
deterioro importante de los recursos hídricos que sin duda tendrán
un impacto significativo en nuestra economía y nuestra sociedad".
Medina cree que
las sociedades contemporáneas son igual de frágiles que las
civilizaciones antiguas. "Los mayas no sabían qué ocurriría
el siguiente año y mucho menos en una década o un siglo. No
contaban con predicciones climáticas. Hoy en día, con toda la
información climática que tenemos, seguimos navegando en un barco
que se dirige directamente hacia el témpano de hielo", afirma.
Entender cómo dar un rumbo a ese barco es una necesidad primaria
para el futuro del planeta, opina Medina. "¿Por qué no podemos
cambiar su dirección? ¿Hasta qué punto los líderes del mundo son
responsables por esta inactividad?", se pregunta.
Fuente:
Francesco Rodella, La sequía que acorraló a la cultura maya, 02/08/18, El País. Consultado 06/08/18.
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