Se cumple una década de la orden de la Corte sobre el saneamiento del Riachuelo. Desde los mil días de María Julia Alsogaray, pasando por las promesas de Carlos Menem, hasta los cuatro años de plazo que anunció Mauricio Macri en su candidatura porteña en 2007, la causa Mendoza se mantiene incumplida pese al fallo de la Corte.
por Gisela
Marziotta
En mil días
prometió limpiarlo María Julia Alsogaray. Carlos Saúl Menem dijo
que “vamos a ir allí a pasear en barco, a tomar mate, a bañarnos
y a pescar”. Fernando De La Rúa brilló por su ausencia. La ex
secretaria de Ambiente kirchnerista Romina Picolotti aseguró que se
resolvería en diez años y Mauricio Macri en cuatro. Hubo una larga
lista de funcionarios de todos los gobiernos que prometieron la
limpieza y el saneamiento del Riachuelo, una de las promesas más
repetidas de la clase política argentina. Ayer, a diez años del
fallo de la Corte Suprema de Justicia que ordenó la mejora de la
calidad de vida de los habitantes de la Cuenca Matanza - Riachuelo,
la recomposición y la prevención de daños futuros casi no ha
cambiado nada.
Ayer, domingo, se
cumplieron exactamente diez años desde que la Corte dictó un fallo
histórico y creó un cuerpo colegiado integrado por organizaciones
sociales y ambientales para controlar las disposiciones en torno al
saneamiento: la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), el
Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Asociación de
Vecinos de La Boca, la Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos
(ACDH) y Greenpeace. Transcurrida la década desde la sentencia, el
Estado no pudo mostrar avances significativos en las directivas
establecidas en el fallo, lo que impacta en las más de cinco
millones de personas que habitan en la cuenca.
Es la Autoridad
de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) como un ente autónomo,
autárquico e interjurisdiccional el que conjuga el trabajo con los
tres gobiernos que tienen competencia en el territorio: Nación,
provincia de Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires. Creado en 2006
mediante la Ley 26168, el organismo es el que debía y debe ocuparse
del deterioro ambiental de la Cuenca. Y con el fallo de 2008, la
Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) lo intimó a
implementar un plan de saneamiento en respuesta a la causa judicial
conocida como “Causa Mendoza”.
Una larga lista
de promesas incumplidas que parecen formar parte de una historia sin
fin. Una historia de soluciones mágicas y fantasías de triunfos
grandilocuentes.
La entonces
secretaria de Recursos Naturales menemista María Julia Alsogaray
anunció el 4 de enero de 1993 un programa para descontaminar el
Riachuelo. Y dijo que “en mil días vamos a poder tomar agua del
Riachuelo”, y que estaría limpio. Días después, el presidente
Carlos Menem iría mucho más lejos con un anuncio y aseguró: “En
1995 vamos a ir allí a pasear en barco, a tomar mate, a bañarnos y
a pescar”. Pero a pesar de que el tiempo pasó y nada cambió, la
mujer de la tapa con la piel de zorro hizo, cuatro años después, un
anuncio que fue tan inverosímil como tragicómico: aseguró que el
“objetivo es que en el Riachuelo se puedan practicar deportes de
contacto directo”. El Banco Interamericano de Desarrollo le otorgó
250 millones de dólares para la limpieza definitiva de la cuenca,
pero no se vio ningún resultado, inclusive hasta el final de su
mandato. “Quise pero no pude”, dijo Alsogaray en referencia a su
increíble promesa.
En 1999 asumió
Fernando De La Rúa, quien claramente no le dio ni importancia ni
visibilidad al tema en sus dos años de gestión como Presidente de
la Nación. Tampoco lo hizo como primer Jefe de Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires. Sobre este tema tampoco hizo nada relevante el
economista y contador Atilio Savino, secretario de Medio Ambiente y
Desarrollo Sustentable de la Nación de Néstor Kirchner.
Cuando en 2006
asumió la asambleísta de Gualeguaychú Romina Picolotti a la misma
cartera, se creó Acumar. Ante el plazo que le había impuesto la
Corte al Estado para la elaboración de un plan de saneamiento de la
cuenca Matanza-Riachuelo, el Gobierno nacional había anunciado el
plan en el que se le exigió a los estados nacional, provincial y
porteño, revertir la situación de contaminación. La exigencia del
máximo tribunal había surgido de una resolución sobre un reclamo
de 150 damnificadas por la contaminación y que habían iniciado una
demanda en 2004. En el 2008 se conoció el fallo de la Corte del que
ayer se cumplieron 10 años. En ese tiempo, Picolotti aseguró que
“para el año 2015 los más de tres millones de habitantes de la
cuenca tendrán cloacas”. En junio de 2007, Picolotti anunció que
con un presupuesto menor a los tres millones de pesos se limpiarían
completamente las márgenes del Riachuelo desde el camino de cintura
hasta su desembocadura en el Río de La Plata. Abogada, especialista
en derechos humanos y medio ambiente, estuvo a cargo de la Secretaría
de Ambiente y Desarrollo Sustentable desde julio de 2006 hasta
diciembre de 2008 cuando Cristina Fernández de Kirchner le pidió la
renuncia. Se fue investigada por la Justicia y acusada por mal manejo
de fondos. Sobre su promesa incumplida sobre la cuenca se excusó
afirmando que “se contaminó sin parar durante cien años, así que
uno no se puede parar seriamente en la gestión si no habla a largo
plazo”.
Su sucesor fue
Homero Bibiloni, quien asumió a fines de 2008 y anunció que el
Banco Mundial le había otorgado al Gobierno argentino un préstamo
de 840 millones de dólares para un programa de saneamiento que se
extendería hasta el año 2016.
Homero Bibiloni,
pasó a la historia como el único funcionario sancionado porque no
cumplió con los plazos previstos y debió pagar de su bolsillo 4000
pesos por cada día que no cumplió de los cuatro plazos impuestos
por la Corte. Fue Juan José Mussi su sucesor, quien aseguró que el
Riachuelo podría estar “saneado” en 2016 cuando se cumplieron
los 200 años de la Independencia Argentina.
En 2015 fue el
rabino Sergio Bergman quien asumió en la cartera de Medio Ambiente y
Desarrollo Sustentable de la Nación y fue quien aseguró que “no
se puede limpiar el Riachuelo sin limpiar Acumar”. Cuestionó la
labor de la autoridad durante el gobierno anterior y la calificó de
“máquina burocrática”. El ministro le adjudicó las demoras del
saneamiento a los problemas internos de la gestión y aseguró que
“no se puede limpiar el Riachuelo si no se lo deja de contaminar”
y resaltó que la prioridad del actual gobierno que encabeza Mauricio
Macri “no es el agua, sino la gente”.
Mauricio Macri en
2007 cuando era presidente de Boca Juniors y su rival político era
Jorge Telerman, dijo que el saneamiento “se puede hacer en cuatro
años”. Pero desde entonces como Jefe de Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires hasta hoy como Presidente de la Nación, la situación
de la Cuenca Matanza Riachuelo ni se resolvió en cuatro años ni se
avanzó como se esperaba.
“Ahora, que
hablen los responsables”
por Gisela
Marziotta
“En estos diez
años dije todo lo que tenía que decir, ahora que hablen los
responsables”, enfatizó Beatriz Mendoza, quien en el 2004 impulsó
la denuncia en la justicia por la presencia de sustancias tóxicas en
las personas que habitan la cuenca Matanza Riachuelo, ella misma
incluida.
Beatriz es
psicóloga social y en el 2000 comenzó a trabajar en la unidad
sanitaria de Villa Inflamable. Años después confirmó que su salud
quedó afectada de por vida por la exposición a la contaminación
del Polo Petroquímico. Y es por ella que lleva su nombre la causa en
la que la Corte Suprema de Justicia emitió en el 2008 un fallo
histórico y le exigió el saneamiento y la recomposición de la
cuenca al Estado Nacional, a la provincia de Buenos Aires y a la
Ciudad y así se conformó la Autoridad de la Cuenca Matanza
Riachuelo (Acumar).
Si bien la
denuncia que encabezó Beatriz y otros vecinos fue presentada en el
2001, “fue cajoneada durante años” hasta que tomó impulso en el
2004 cuando se le dio curso a la demanda a los tres gobiernos que
tienen jurisdicción sobre la cuenca y a 44 empresas, en reclamo por
la recomposición del ambiente, la creación de un fondo para
financiar el saneamiento de la cuenca y un resarcimiento económico
por daños y perjuicios. La misma demanda después se amplió a los
14 municipios bonaerenses por los que se extiende la Cuenca
Matanza-Riachuelo. Así se originó la causa “Mendoza Beatriz
Silvia y otros c/Estado Nacional y otros s/daños y perjuicios (daños
derivados de la contaminación ambiental del Río Matanza
Riachuelo)”. Cuatro años después, la Corte emitió el fallo del
que ayer se cumplieron 10 años.
Eran 16 las
personas que trabajaban en la salita de Villa Inflamable y que fueron
estudiadas por los efectos de la contaminación. Pero fue Mendoza con
una compañera, también psicóloga, quienes siguieron de cerca y
activamente la patología por la contaminación con el metal y
decidieron presentar la demanda. Desde ese entonces la causa lleva su
nombre.
Hoy Beatriz
Mendoza elige no hablar con los medios porque, según dijo, “en
estos diez años” ya dijo “todo lo que tenía que decir”, y
espera que “ahora hablen los responsables”.
Sin embargo,
Beatriz no se calla, ya que en el décimo aniversario del histórico
fallo sus palabras se escucharon a través de una carta que fue leída
en el marco de una jornada que se realizó ayer en Villa Inflamable.
Uno de los ríos
más contaminados
por Gisela
Marziotta
El río
Matanza-Riachuelo es un curso de agua de 64 kilómetros que nace en
la provincia de Buenos Aires, constituye el límite sur de la Ciudad
de Buenos Aires y desemboca en el Río de la Plata. Fue el escenario
de las grandes transformaciones demográficas y económicas que
signaron la historia de la Argentina. Se convirtió en un importante
centro de producción, con mataderos, saladeros y curtiembres
dedicados a procesar los principales productos del campo argentino,
la carne y el cuero del ganado vacuno. Fue en 1822 que comenzaron a
tomarse medidas para contener sus efectos y un decreto llevó a los
saladeros lejos de la ciudad que tiempo después serían reemplazados
por plantas frigoríficas. Con el tiempo distintas disposiciones
municipales intentaron darle una solución al problema pero los
dueños de las empresas ignoraron estas medidas y ese fue uno de los
conflictos que hasta el día de hoy no se han podido solucionar.
Con la expansión
de la carne argentina en el siglo XX, el Riachuelo se convirtió en
la solución de las empresas para disponer de sus residuos, la
provisión de agua para sus procesos y un medio económico para el
embarque y desembarque de sus productos. Fue así como el puerto de
La Boca del Riachuelo se desarrolló con una economía basada en la
navegación comercial, donde también hubo talleres y fábricas que
con el tiempo se asentaron en las orillas.
La llegada de los
inmigrantes empujó el crecimiento de las industrias y produjeron la
zona de mayor densidad poblacional de la Argentina. La actividad
portuaria se abasteció de los talleres metalúrgicos y en las
décadas posteriores se sumaron astilleros, plantas metalmecánicas,
polos de curtiembres y centros de producción de electrodomésticos
entre otros.
Todos los
desechos de estas industrias continuaron afectando el río y el
problema se agudizó con el crecimiento de la población y la falta
de infraestructura.
El peor momento
de la cuenca llegó en los 70’ cuando las políticas económicas
produjeron un proceso de desindustrialización que llevó al cierre
de muchas fábricas y talleres. A partir de ese momento la capa de
basura flotante, los buques oxidados, el agua carente de oxígeno,
construyeron la fotografía del abandono. Sustancias tóxicas, basura
y escombros fueron vertidos en el río por muchos empresarios y
habitantes de los alrededores.
Con más de 200
años de problemas ambientales sin resolver, con la ausencia del
Estado y cuya recuperación parece una causa perdida, es considerado
uno de los ríos más contaminados del mundo.
Obras de
saneamiento, prohibir la incineración a la vera del río y erradicar
el mercado de Liniers en la Ciudad, detener la contaminación
ambiental industrial, eliminar los basurales, contar con un plan
previsible y posible para la relocalización de las familias en
riesgo, prolongar los planes de salud y educación ambiental,
impulsar obras que eviten las inundaciones.
Contar con
objetivos concretos y que se sostengan en el tiempo para lograr una
recuperación plena que incluya aspectos ambientales, sociales,
culturales, económicos, turísticos, productivos y de esparcimiento,
parecen fragmentos de una gran e inmensa fantasía.
Fuentes:
Gisela Marziotta, Diez años de un fallo histórico que quedó sumergido en la nada, 09/07/18, Página/12. Consultado 09/07/18.
Gisela Marziotta, “Ahora, que hablen los responsables”, 09/07/18, Página/12. Consultado 09/07/18.
Gisela Marziotta, Uno de los ríos más contaminados, 09/07/18, Página/12. Consultado 09/07/18.
La obra de arte que ilustra esta entrada es "Riachuelo" del artista Oscar Vaz.
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