Setecientos mil
salmones escaparon a comienzos de julio, la mitad tratados con un
antibiótico nocivo para el consumo humano. Ingreso de los
depredadores podría tener consecuencias devastadoras.
por Ulises Crauchuck
El pasado 5 de
julio, tras una tormenta, más de 690.000 salmones del Atlántico
(Salmón salar) escaparon del centro de cultivo Punta Redonda,
perteneciente a la empresa noruega Marine Harvest, en las aguas del
estuario del Reloncaví en la región de Los Lagos, Chile. Esto ha
puesto en alerta no solo a pescadores artesanales y ambientalistas
trasandinos sino que también a la población del lago Puelo, Chubut,
ante la posibilidad de que la masa de depredadores remonte desde el
Pacífico el río que le da nombre al mencionado lago chubutense.
Del total de
salmones de cultivo se estima que 463.000 habrían sido tratados
recientemente con Florenicol, un antibiótico veterinario nocivo para
el consumo humano. Por otra parte, aseguran que el ingreso al
ecosistema marino de una cantidad de salmones tan enorme podría
tener consecuencias devastadoras, debido a la transmisión de
patógenos y enfermedades a otras especies. Se trataría del enésimo
accidente de una empresa salmonera en la región de Los Lagos.
Sergio Rusak,
intendente del Parque Nacional Lago Puelo, que se encuentra a unos 80
km de la costa del Pacifico, relativiza el impacto posible en la
región: “Es posible que en 15 días asciendan desde el Pacífico
hasta esta zona, pero no es la época para que vengan a desovar. Y
por alimentación se van a quedar en el estuario del Reloncaví, más
si son peces de criadero acostumbrados al balanceado”, señaló a
medios locales.
Sin embargo,
indicó que el alerta “ya fue puesto en conocimiento del biólogo
de Parques Nacionales, con sede en San Carlos de Bariloche, quien
trabaja en el tema pesca para toda la Patagonia, a efectos de que se
comuniquen con el Consulado de Chile para tener mayor información”.
Las autoridades del país vecino informaron por su parte que “la
fuga podría tener efectos sobre especies nativas y contaminar aguas
prístinas”.
Según Claudio
Quezada, profesional del centro de investigación Núcleo Milenio de
Salmónidos Invasores (INVASAL), financiado por el Ministerio de
Economía, Fomento y Turismo del país trasandino, “estos salmones
están en un ecosistema totalmente distinto al que conocen. No
sabemos si al interactuar con otros peces o crustáceos podrían
depredarlos o no”. Aunque relativizó: “Es posible que al haber
sido siempre alimentados con pellets, muchos no sepan encontrar su
propio alimento”.
Sin embargo
INVASAL ya había alertado del impacto del Salmón salar en
situaciones similares: “Tras un escape de 300 mil salmones del
Atlántico desde un centro de Cooke Aquaculture Pacific en el área
de Puget Sound (Estados Unidos) en agosto del 2017, ejemplares aun
fueron capturados en ríos apartados a 108 y 64 kilómetros del
centro de cultivo de acuerdo a lo reportado por The Seattle Times en
febrero y abril del 2018 respectivamente”.
Concentración
económica y negligencia capitalista
Desde hace más
de 20 años, las bahías, fiordos y estuarios de la costa sur de
Chile se han incorporado a la ingente producción de salmónidos. En
este período record Chile se ha transformado en el segundo productor
mundial de salmones del mundo detrás de Noruega, acaparando el 25 %
de la producción mundial.
El impulso ha
venido de la mano de grandes multinacionales como Mitsubishi o
empresas “nacionales” como Multiexport Foods. El proceso de
concentración capitalista ha llevado a que diez empresas controlaran
el 80 % de las 1320 concesiones existentes en 2015, 505 de las cuales
se concentran en la región de Los Lagos. En ese mismo año la fusión
entre AquaChile y Marine Harvest ha significado que la empresa de
origen noruego concentre el 26 % de los centros de cultivo de
salmónidos del país, unos 344 en total.
La multa
establecida por las autoridades chilenas a Marine Harvest por este
incidente equivale a unos 28.500 kg de salmón en el mercado noruego,
mientras los salmones escapados equivalen a unos 1.8 millones de
kilos. La posibilidad del quite de la concesión tampoco parece ser
significativa en el volumen de centros de cultivo que la empresa
concentra. Claramente la preocupación de la empresa no es la multa,
ni mucho menos el impacto ambiental, sino las ganancias.
Por otra parte,
el caso en sí mismo evidencia el riesgo permanente que la industria
representa para los ecosistemas y lo endeble de cualquier tipo de
organismo de control o legislación en materia de sustentabilidad.
Según Stefanía González de Greenpeace Chile: “No puede ser que
un simple temporal, nada fuera de lo común en la zona, genere una
emergencia de esta magnitud. El centro se instaló el 2017 y en menos
de un año presenta esta emergencia. Es evidente que hay normas de
seguridad y de impacto ambiental que no se están cumpliendo”.
Según denuncian
en el centro no había personal disponible para activar planes de
contingencia y no pudieron ingresar hasta dos días después de la
emergencia, lo que refleja la escasa capacidad que tienen las
salmoneras para enfrentar este tipo de contingencias. La empresa
alega estar recapturando los especímenes escapados acudiendo a
pescadores artesanales a quienes se les pagaría unos $150 ARG por
pieza. Hasta el 21 de julio se hablaba de un 5,7 % del total, lo cual
está lejos del 10 % establecido por ley para no considerarlo
desastre ambiental y accionar contra la empresa de manera más
contundente.
Una industria en
permanente emergencia sanitaria
El uso de
antibióticos de manera desmedida es otro de los daños ocasionados
por la industria salmonera a la región. Al igual que en ganadería,
el impulso de la producción en feed-lots impacta no solo en la salud
de los consumidores (al subir el nivel de resistencia a antibióticos
y el consecuente uso de fármacos más potentes), sino también en
los ecosistemas.
En 2013, el
Servicio Nacional de Pesca de Chile informó que la industria había
utilizado 450.700 kilos de antibióticos, unas 500 veces más que la
industria noruega en dicho período. Allí reside el motivo de la
relocalización de buena parte de estas empresas a zonas donde evadir
controles y normas elementales de cuidado del medioambiente. Según
Liesbeth Van der Meer, directora ejecutiva de la ONG Oceana, en los
países productores como Noruega se utiliza en promedio 45 gramos de
antibióticos al año por tonelada, mientras que en Chile la
industria llega a utilizar 950 gramos por la misma cantidad de peces.
Por su parte,
Florencia Ortúzar de la ONG AIDA, la alimentación con pellets,
sumado al cada vez mayor uso de antibióticos “genera un flujo
constante de desechos -que incluyen muchos de los químicos que han
debido consumir- que van acumulándose en el fondo marino. Toda esta
descarga, que ha sido constante por ya más de 20 años, contribuye a
la eutrofización (o pérdida de oxígeno) del medio acuático, el
último ingrediente que precisaba la marea roja para ser
absolutamente arrasadora”. Se trata de 900 toneladas de desechos
que se depositan en el mar anualmente por cada concesión.
Por otro lado, el
fenómeno de Florecimiento de Algas Nocivas (FAN) asociado a la
salmonicultura ha provocado en lo que va del año 2450 toneladas de
salmones muertos en 82 centros de cultivo en todo Chile, desperdicios
volcados al mar con el consiguiente impacto en la cadena alimenticia.
Si en 2009 la
Anemia Infecciosa del Salmón (ISA) provocó la caída del 37 % de la
producción, los niveles record del año 2013 fueron producto del uso
indiscriminado de fármacos en la producción que llevó al desastre
ecológico de mayo de 2016, cuando 9.000 toneladas de salmones
muertos fueron arrojados en alta mar produciendo una aumento
descomunal de bacterias e infecciones en mamíferos marinos y
pelácidos.
En aquella
ocasión se culpó al efecto de la corriente de El Niño por la marea
roja descomunal. Las enormes movilizaciones protagonizadas por los
habitantes de la Isla Grande de Chiloé en aquel momento hicieron
conocer al mundo el impacto ambiental brutal de esta industria en la
región, evidenciando que el crecimiento macroeconómico de las
exportaciones solo trajo miseria y precariedad para el pueblo del
Pacífico Sur, como en todos los procesos de relocalización a lo
largo y ancho del planeta. Aquí también se ve que nuestras vidas y
el ambiente valen mucho más que sus ganancias.
Fuente:
Ulises Crauchuck, Chubut: accidente en salmonera noruega genera alerta en pobladores del lago Puelo, 25/07/18, La Izquierda Diario.
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