Bariloche. Un
biólogo de la Universidad Nacional del Comahue advirtió sobre los
efectos del retroceso de los glaciares en la región.
Uno de los
cambios más evidentes en los cuerpos de agua por el cambio climático
está relacionado con el derretimiento glaciar. La retracción de los
trece glaciares del cerro Tronador es el ejemplo más emblemático en
la región.
Esa fue la
conclusión de Nicolás Martyniuk, doctor en Biología de la
Universidad Nacional del Comahue y becario postdoctoral de Conicet,
en una de las charlas de cierre de la Semana de Biodiversidad y Medio
Ambiente, organizado por el Inibioma, por donde pasaron 600 chicos de
escuelas primarias.
“Los glaciares
tuvieron su última expansión a principios de la década del 70 y a
partir de ese momento, comenzaron un proceso de retroceso que se
mantiene hasta hoy. Al moverse, raspan la superficie de la roca en la
que están apoyados, generando un polvillo o arcilla glaciar”,
advirtió Martyniuk, integrante del Laboratorio de Limnología.
El biólogo
explicó que “al descongelarse, quedan expuestos bancos de
sedimentos de arcilla glaciar que son llevados cuesta abajo por el
agua del deshielo. Al incrementarse la tasa de derretimiento, la
cantidad de arcilla que llega a los ríos, arroyos y lagos es mayor”.
El color verde
del lago Frías en Puerto Blest, detalló, se debe a la arcilla que
proviene del glaciar Frías. También puso como ejemplo el color
“blancuzco” del río Manso Superior como una muestra de la misma
acción erosiva de los glaciares.
Martyniuk
especificó que “la marcada recesión glaciar que incrementa el
contenido de arcillas en suspensión provoca, a su vez, una reducción
en la disponibilidad de luz que afecta la distribución de los
productores primarios y de los herbívoros”.
Ventisquero Negro
El derretimiento
del Ventisquero Negro se aceleró hacia fines de los 90 y aun
continúa. Martyniuk recordó que “en mayo del 2009, ocurrió un
evento catastrófico: se rompió el dique que contenía al lago y al
glaciar. Este evento produjo la liberación de agua y hielo que llegó
hasta Pampa Linda, a 6 kilómetros río abajo, generando una ola de
hasta 18 metros”.
El evento,
especificó el biólogo, fue causado por la presión ejercida por el
agua y las lluvias torrenciales de otoño y produjo una modificación
tal del ambiente que incluso los productores primarios del lago
Mascardi, a unos 17 kilómetros río abajo, resultaron afectados.
“Hoy, el lago
del Ventisquero Negro continúa en expansión. Tiene una profundidad
máxima de 73,1 metros hasta el momento. Pero es tan oscuro debido al
contenido de arcilla glaciar que se pierde la mitad de la luz
incidente en los primeros 50 centímetros y entre los 2 y 3 metros de
profundidad, ya no hay luz. En nuestros lagos ultra transparentes,
como el Nahuel Huapi la luz puede llegar hasta los 40 metros”,
planteó.
Los estudios
recientes vincularon el retroceso de los glaciares con cambios en el
metabolismo de los sistemas acuáticos patagónicos. “Las arcillas
glaciares ejercen un efecto protector del fotodaño (por la radiación
ultravioleta) para los productores primarios de los arroyos. La
reducción en la penetración de la luz afecta directamente a los
procesos fisiológicos de los productores primarios”, puntualizó
Martyniuk.
Fuente:
Los lagos y los ríos testigos del cambio climático, 18/06/18, Río Negro. Consultado 22/06/18.
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