jueves, 21 de junio de 2018

Los árboles, vitales para millones de desplazados

La madera sirve para levantar refugios, cocinar, calentarse u obtener ingresos. Pero la llegada de refugiados a una zona puede degradar el bosque circundante.

por Carlos Laorden

A la chadiana Hadje Gombo, sus tres hijos y muchos de sus vecinos no les quedó más remedio que huir con lo puesto cuando se vieron atrapados por la violencia de Boko Haram y la respuesta de las fuerzas del orden. Escaparon hasta encontrar un lugar relativamente tranquilo cerca de Bol, al este del lago Chad. Allí, como ellos, miles de desplazados aterrizaron en una zona ya de por sí pobre y olvidada. No les quedó otra que recurrir a los árboles y arbustos para construir sus chozas. Y para cocinar. Incluso para vender la madera.

En el mundo hay 68,5 millones de personas que se han visto forzadas a abandonar sus hogares. Y ocho de cada 10 (casi 55 millones) dependen, como Gombo, de los árboles para refugiarse, calentarse, alimentar a los animales u obtener algún ingreso. Por lo general, para gente que llega sin apenas nada a zonas rurales, la madera es un bien esencial. El problema intrínseco de los desplazamientos forzados es que no son ordenados, y los afectados llegan en gran número y en poco tiempo. Eso hace que, muchas veces, acaben o deterioren los bosques, generando un impacto medioambiental pero, sobre todo, agotando ese recurso que les es tan necesario.

En el asentamiento de refugiados de Bidibidi (Uganda), se calcula que en 2017 se quemaron más de 300.000 toneladas de leña para combustible. A ese ritmo, el bosque se agotará en tres años y no quedará madera para los refugiados. El Acnur y la FAO (agencias de la ONU para los refugiados y para la alimentación y la agricultura), han publicado, con motivo del Día Mundial del Refugiado, una guía para buscar soluciones a este problema. Desde proteger las zonas boscosas a las que llegan los huidos, hasta estrategias de plantación y reforestación (especialmente de especies de crecimiento rápido) pensando, sobre todo, en situaciones en las que no haya alternativa.

Si no hubiéramos tenido esta ayuda, no nos habría quedado más remedio que vivir de los bosques”, explicaba Gombo el año pasado, tras recibir semillas y una bomba de riego para cultivar tomates y vegetales. Quería decir que la única salida habría sido talar todavía más madera (con ella construyeron sus refugios) para venderlos como leña o material. “En esta zona ya no quedaría nada”, calculaba señalando los frondosos árboles que rodeaban el huerto.

Cuando se levantaban campamentos como el de Luwani (Malawi), que acoge a refugiados mozambiqueños desde 2015, los trabajadores de Acnur y otras ONG proveían de materiales de construcción e insistían en la necesidad de regular la tala de bosque. “La gestión ambiental responsable es una parte integral de las estrategias para hacer frente al desplazamiento a gran escala y gestionar sus consecuencias”, según Andrea Dekrout, coordinadora de Medio Ambiente en el Acnur.

En Betaré-Oya (Camerún), donde los desplazados de República Centroafricana conviven con sus anfitriones cameruneses, hay cerros que han quedado completamente pelados. “A medida que aumentan las crisis prolongadas, hemos visto tierras muy degradadas y sin árboles en los entornos de desplazamiento”, explica Shukri Ahmed, de la FAO. Permitir que la tala continúe en estos contextos, según el experto, continuará alimentando conflictos, pues hará que los refugiados compitan entre sí (y con las comunidades de acogida) por recursos cada vez más escasos y también privará a las generaciones futuras del potencial de los bosques.

El manual publicado este miércoles aborda desde la protección contra incendios hasta la distribución de los derechos a explotar el bosque. También orienta sobre qué especies conviene plantar en función de su destino (combustible, material de construcción...) o sobre cómo organizar viveros. Es una guía de urgencia que ofrece métodos acelerados para proteger, conservar y recuperar zonas boscosas. Un elemento básico para la sostenibilidad del planeta, y fuente de alimento, calefacción, refugio y sustento directa o indirecta para 2.400 millones de personas en el mundo: casi uno de cada tres habitantes del planeta.

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Fuente:
Carlos Laorden, Los árboles, vitales para millones de desplazados, 20/06/18, ElPaís. Consultado 21/06/18.

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