Arrancó con el
apoyo soviético en los años sesenta para que tuviera energía
nuclear de uso civil. A partir de los setenta, comenzó la búsqueda
de las armas atómicas.
El programa
nuclear norcoreano es el centro de la histórica cumbre de Singapur
pese a que su verdadera dimensión y alcance siguen siendo aún muy
desconocidos después de casi 40 años de incansables esfuerzos de
los investigadores extranjeros para desentrañarlo.
El proyecto
arrancó originalmente con el apoyo soviético en los sesenta para
que Corea del Norte tuviera energía nuclear de uso civil, aunque no
fue hasta finales de los setenta y principios de los ochenta cuando
Pyongyang decidió desarrollar a todo vapor un programa de armas
atómicas.
El primer paso
fue la construcción de un reactor de 5 megavatios en el centro de
investigación nuclear de Yongbyon (unos 80 kilómetros al norte de
Pyongyang) capaz de producir plutonio y de otras instalaciones para
reprocesar combustible y hacerlo apto para bombas, además de
habilitar centros de ensayo para detonaciones.
Entre estos
últimos el más famoso es Punggye-ri (noreste del país) por haber
sido el que el régimen ha utilizado desde 2006 para realizar sus
seis explosiones nucleares subterráneas, que junto a los exitosos
ensayos de misiles balísticos (que se usarían para dirigir las
bombas) de 2017 constituyen el centro de este programa.
La mayoría de
expertos duda de que Corea del Norte disponga aún de una tecnología
de misiles suficientemente avanzada como para golpear con un arma
nuclear y de manera precisa un objetivo, especialmente si se trata de
uno situado en Estados Unidos que requiera de un proyectil de alcance
intercontinental.
Eso no quita que
las reservas de combustible para bombas de las que dispone Corea del
Norte le permitan fabricar varios dispositivos, aunque incluso en
estas estimaciones los expertos no logran ponerse de acuerdo.
Los cálculos
sobre la cantidad de cabezas nucleares que podría construir Corea
del Norte a partir del material fisible del que dispone varían de
las 6 a las 60 armas atómicas.
Sin embargo, se
desconoce por completo dónde tiene Corea del Norte sus silos y si
éstos en realidad solo albergan misiles con cabezas explosivas
convencionales no atómicas.
Basta comprobar
también los datos que ha recopilado de manera exhaustiva la ONG
Nuclear Threat Initiative para darse cuenta de la cantidad de
información que no se conoce incluso de las instalaciones más
ostensibles del programa nuclear de los Kim.
El tamaño y el
estado operativo de la mayoría de activos, incluyendo la docena de
yacimientos de uranio que se cree que hay en el país o la decena de
laboratorios y centros de investigación académica, están
clasificados con la etiqueta "desconocido".
Un reciente
estudio para la Universidad de Stanford encabezado por Robert Carlin,
negociador de Estados Unidos en anteriores conversaciones atómicas con
Pyongyang, y Sigfried Hecker, reputado científico nuclear y la única
persona que ha visto instalaciones clave del programa norcoreano para
reprocesar combustible, puede sin embargo ayudar a señalizar algunas
de las piezas clave del programa.
Esta hoja de ruta
sugiere un hipotético acuerdo entre Estados Unidos y Corea del Norte con un
plan a 10 años para lograr una desnuclearización eficiente de
Pyongyang.
Como requisito
inmediato propone, además de la destrucción del arsenal de bombas y
material fisible o la suspensión de pruebas nucleares y de misiles
(a la cual el régimen ya se ha comprometido inutilizando, por
ejemplo, Punggye-ri), cerrar ipso facto una serie de instalaciones,
muchas de ellas en Yongbyon.
Además de la
unidad de fisión de 5 megavatios, el estudio cree que en Yongbyon
deberían clausurarse de inmediato el reactor de agua ligera que se
empezó a construir en 2009 (y cuyo verdadero estado operativo se
desconoce) y el reactor de investigación IT-2000 que en los sesenta
ayudó a construir Moscú en el mismo complejo.
Y tanto fuera
como dentro de Yongbyong, la hoja de ruta considera fundamental
detener con presteza todas las plantas usadas en el país para
enriquecer, tratar y reprocesar combustible (se cree que habría por
lo menos cinco de estas instalaciones repartidas en diversos puntos
del país).
Con esto, y aún
sabiendo que la verdadera dimensión del programa está aún por
esclarecerse, se lograría una cosa segura: que Pyongyang no disponga
de materias primas para fabricar nuevas bombas.
Fuente:
El programa nuclear norcoreano: 40 años de desarrollo envuelto en el misterio, 11/06/18, Clarín.
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