Mohamed Siali.-
Alhucemas (Marruecos).- EFEverde.- El cultivo del cannabis en el Rif,
en el norte de Marruecos, no solo supone un peligro para la salud
pública, sino que destruye su ecosistema vital, la tierra, los
acuíferos y la infraestructura de la región, además de perjudicar
la paz social.
Así lo advierten
expertos que viven en esa región consultados por Efeverde, como
Mohamed Andalosi, presidente de la Asociación Azir, con sede en
Alhucemas y que trabaja desde hace años en la protección del medio
ambiente en el Rif.
La zona montañosa
del Rif, donde la altura de la mitad de su superficie supera los 500
metros y en la que se concentran los campos de kif, se extiende sobre
alrededor de 20.000 kilómetros cuadrados y engloba las provincias de
Tetuán, Chauen, Alhucemas y Nador.
Actividad
prohibida desde 1974
Andalosi explicó
que 90 % de los terrenos cultivados por el cannabis, que suponen más
de 47.000 hectáreas según las últimas cifras disponibles, son
propiedades públicas que están explotadas de forma ilegal por los
agricultores.
Una gran parte de
estas tierras publicas fueron bosques que los campesinos talaron para
cultivar el cannabis pese a ser una actividad prohibida por ley desde
1974.
Es relativamente
fácil ver pequeñas parcelas familiares con cannabis a un lado y
otro de la carretera que une la ciudad de Tetuán con la de
Alhucemas, algunas regadas con modernos sistemas de goteo.
Pérdida de
fertilidad de la tierra y erosión
En un primer
momento -relata Andalosi-, los labradores cultivaban el cannabis en
parcelas situadas a una altura de entre 1.000 y 1.500 metros, lo que
causó la erradicación en el Rif del alcornoque mediterráneo, que
vive en esa altura.
La explotación
intensiva hizo perder fertilidad a la tierra en poco tiempo y, ante
la ausencia de árboles y manto vegetal, la capa de tierra terminó
erosionada por la lluvia y las corrientes de agua.
Esta situación
empujó a los agricultores a explotar las tierras que están en
alturas superiores, el hogar del cedro, que solo vive en los niveles
que superan los 1.500 metros.
“Es una
catástrofe para el cedro atlántico, una especie endémica de
Marruecos, y también para las especies que acompañan a este árbol
como algunos tipos de ardillas y de pájaros carpintero, o el macaco
de barbería, que ha desaparecido del centro del Rif“, precisó.
Agua,
fertilizantes y contaminación
Además de haber
supuesto la muerte de los bosques, el cannabis consume mucha agua y
los agricultores utilizan grandes cantidades de fertilizantes para
aumentar la producción, lo que causa el desgaste y la contaminación
de los acuíferos.
En algunas
poblaciones del Rif, como Targuist o Isaguen, es posible ver grandes
cantidades de diferentes tipos de fertilizantes en los comercios
locales, y se estima que la región del Rif es la que más que
consume esta materia en Marruecos, pese a que no figura entre las
zonas agrícolas.
Andalosi explicó
que la erosión de la tierra daña la infraestructura hidráulica y
vial, llena a las presas con barro y destruye los puentes debido a
que las corrientes de agua vienen cargadas con tierra y piedras.
La paz social
Por otra parte,
el investigador Cherif Aderdag explicó a Efeverde que el cultivo del
cannabis se convirtió en un elemento de inestabilidad social debido
a los conflictos relacionados con la escasez de agua y de tierras
cultivables.
Está situación
es precisamente la que el Estado quiso evitar al tolerar la expansión
de esa actividad agrícola prohibida.
Según Aderdag,
las autoridades permitieron que se cultive esta planta en el Rif,
zona conocida por sus revueltas contra el poder central, para
“comprar la paz social”.
No es casualidad
que en las elecciones locales, la población del centro del Rif
(donde se concentra el kif) haya preferido votar a los candidatos más
tolerantes con la destrucción de los bosques.
“El cannabis ya
no es una finalidad para los agricultores sino un medio para ganarse
la vida, y nos dicen que estarían dispuestas a abandonarlo si hay
alternativas económicas mejores”, precisó Aderdag.
A nivel social,
el experto defendió que el Estado lance un nuevo “Plan Marshall”
para el desarrollo de la región del Rif y la creación de otras
alternativas económicas para el millón de personas que viven de
forma directa del colectivo del cannabis.
Asimismo, como
medida urgente para salvar el medio ambiente de la zona, pidió que
se establezca una reserva natural en el monte Tidirhine (2.456
metros), el más alto en la cordillera del Rif y que acoge a la mayor
superficie de cedro en la zona.
Fuente:
El cannabis destruye el ecosistema vital del Rif marroquí, 15/06/18, EFEverde. Consultado 15/06/18.
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