por Emilio Godoy
MÉXICO, 11 dic
2017 (IPS) - Azael Meléndez recuerda con sorpresa el tornado que se
levantó en mayo de 2015 sobre su pueblo de San Gregorio Atlapulco,
en la demarcación de Xochimilco, que conforma el área metropolitana
de Ciudad de México.
“Nunca había
visto algo así, y le pregunté a mis papas, y ellos igual”, dijo
el productor agrícola a IPS.
El ventarrón
levantó mallas y otras protecciones de los cultivos de verduras y
hortalizas en el pueblo, cuyo nombre significa “lugar que está
metido dentro del agua” en lengua náhuatl y uno de los 14
adscritos a Xochimilco, en el sur de Ciudad de México y uno de los
16 municipios de la capital, cuya área metropolitana acoge 22
millones de personas.
Para Meléndez,
que tiene un emprendimiento hortícola con otros dos agricultores, se
trata de una de las manifestaciones del cambio climático, “que ha
devastado la zona junto con el urbanismo”. El grupo recurre al
sistema ancestral de chinampas para cosechar lechuga, brócoli,
rábano, remolacha y hierbas aromáticas.
El grupo cultiva
en una superficie de unos 1.800 metros cuadrados, en la que cosecha
semanalmente unos 500 kilogramos de productos, que vende en 10
restaurantes, el mercado mayorista capitalino y tianguis (mercados)
ambulantes.
Falta de agua,
clima inestable, proliferación de plagas, lluvias infrecuentes pero
más intensas, granizadas y los efectos de las actividades
antropogénicas recorren un área fundamental para la alimentación y
la regulación del clima de la capital mexicana, que con su área
metropolitana, sintetiza un estudio de la organización ambientalista
británica Earth Watch.
El sistema de
chinampas, proveniente de un vocablo náhuatl que significa “el
lugar del terreno fértil de flores”, lo practicaban los pueblos
originarios mucho antes del arribo de los conquistadores españoles
en el siglo XV.
La técnica de
los aztecas se basa en la construcción de cuadros de cultivo en los
humedales de la microrregión, mediante cercas de estacas de ahuejote
(sauce), un árbol típico de este ecosistema y cuya virtud es
soportar el exceso de agua.
La superficie
cultivada mediante el sistema de chinampas es de 750 hectáreas, que
labran unos 5.000 productores.
La Organización
de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) lo
cataloga dentro de los Sistemas Ingeniosos del Patrimonio Agrícola
Mundial, por conservar la agrobiodiversidad, adaptar a los
productores al cambio climático, garantizar la seguridad alimentaria
y combatir la pobreza.
Pero no solo esta
microrregión ve afectada su producción por las alteraciones
climáticas y, de hecho, resulta difícil hallar un sitio en México
que no esté expuesto a ellas.
El informe de
mayo “Estimación de rendimientos potenciales con escenarios de
cambio climático para diversos cultivos agrícolas en México”, de
la Secretaría (ministerio) de Agricultura y el Instituto Nacional de
Ecología y Cambio Climático, proyectó una disminución de la
precipitación fluvial en el país.
El reporte,
enfocado especialmente en los cultivos de maíz, frijol, trigo, soja,
sorgo y cebada, corroboró que la productividad del agua disminuye
para la mayoría de ellos, por lo que los requerimientos hídricos
serían mayores en el mediano plazo. También halló perdida de
rendimiento para los siete cultivos, especialmente en maíz, frijol y
trigo.
En el sureño
estado de Chiapas, los agricultores se enfrentan ya a esa falta de
agua, las lluvias repentinas y poderosas, las inundaciones y el
aumento de la temperatura.
“Las zonas
requieren de agua, necesitamos agua en los terrenos, un suelo
renovado, porque ésa es la base. Y no es exclusivo de Chiapas, pasa
en todo México”, advirtió a IPS la productora de maíz chiapaneca
Consuelo González, quien cultiva unas 40 hectáreas del grano.
González,
representante por su estado de un comité de productores, señaló
que también hay problemas de deforestación y malas prácticas
agrícolas.
Chiapas, el
segundo estado con mayor pobreza del país, cuenta con una superficie sembrada de 1,42 millones de hectáreas para 62 cultivos. Entre los
principales productos aparecen el maíz, pastos, café, caña de
azúcar, plátano, mango, frijol y palma aceitera, que suman casi 90
por ciento del total.
Los 12 cultivos
más importantes aportan una producción de 10,11 millones de
toneladas. En el caso del maíz, el rendimiento alcanza 1,5 toneladas
por hectárea, la mitad de las 3,2 toneladas en el plano nacional,
debido al tamaño de las parcelas y escasa tecnificación.
Desde 2010, la
región cuenta con la Ley para la Adaptación y Mitigación ante el
Cambio Climático en el Estado de Chiapas y un año después
implementó el Programa de Acción ante el Cambio Climático.
En su
contribución determinada a nivel nacional (NDC, en inglés),
incorporada hace dos años al Acuerdo de París sobre cambio
climático, México incluyó entre las medidas a adoptar antes de
2030 el fortalecer la diversificación de la agricultura sostenible.
Entre los
instrumentos para concretar esa meta, establece la conservación de
germoplasma y especies de maíz nativas y desarrollo de
agroecosistemas mediante la incorporación de criterios climáticos
en los programas agrícolas.
El país se
comprometió en su NDC a reducir 22 por ciento de sus emisiones
contaminantes a 2030, respecto a los niveles de 2013.
Ese año la
actividad agropecuaria mexicana lanzó a la atmósfera 80,17 millones
de toneladas de dióxido de carbono, mayor responsable del
calentamiento planetario. En 2020, ese volumen alcanzaría 111
millones.
Para 2030, la
meta es contener las emisiones de agricultura y ganadería en 86
millones.
“La agricultura
es muy dependiente de las condiciones meteorológicas locales y se
prevé que sea muy sensible a los cambios del clima en los próximos
años. En particular, un ambiente más cálido y seco podría reducir
la producción agropecuaria”, advirtió Eduardo Benítez,
representante adjunto de Programas de la Oficina de Asociación y
Enlace de FAO en México.
Entre otras
consecuencias del cambio climático, citó a IPS mayor prevalencia de
hongos y plagas, transformación de los suelos, menor disponibilidad
de tierras y de agua para la agricultura y alteraciones en la
agriodiversidad.
“Dan algo, pero
no es suficiente”, explicó Meléndez sobre el aporte del gobierno
para la adaptación de los chinamperos al cambio climático.
“Nos ha costado
mucho trabajo. Hacemos labores de prevención, como usar filtros
biológicos, para subir el agua de los canales a cierto nivel para
riego. Tratamos de regular la temperatura con mallas de diferente
calibre que dan sombra sobre los cultivos”, explicó.
Uno de los
problemas radica en la falta de coordinación de las instituciones
mexicanas, como lo exhibe la evaluación del gubernamental Programa
Especial de Cambio Climático 2014-2018 (PECC), aplicado por el
gobierno para enfrentar el fenómeno.
Ese análisis
indica que el Sistema de Información de la Agenda de Transversalidad
que operó entre 2009 y 2012 no funciona desde la entrada en vigor
del programa, en 2014, lo cual impide hacer “un seguimiento
puntual” a los avances de sus 199 líneas de acción.
Además, halló
que el Sistema Nacional de Cambio Climático no ha abordado el nexo
de programas, acciones e inversiones del gobierno federal, de los
estados y los municipios con el PECC.
González, con
base en su experiencia como agricultora, recomendó sistemas
silvopastoriles para mantener las parcelas. “Hay zonas que se
pueden conservar bien. Nos enfocamos en la conservación del suelo.
Otra solución es la agroecología”, para restaurar suelos y
conservar recursos, planteó.
FAO y la
gubernamental Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios trabajan en un proyecto de
alertas tempranas para la agricultura basadas en información
agrometeorológica para monitorear los impactos climatológicos en la
producción y disponibilidad de alimentos.
El objetivo es
que esos datos estén a disposición de “hacedores de política,
las instituciones financieras y de manejo de riesgos y principalmente
de los productores. Así se podrá orientar la política pública en
acciones como la promoción y uso de seguros de cosecha o la
activación de los fondos de contingencia”, indicó Benítez.
Editado por
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Emilio Godoy, El cambio climático amenaza ya al agro mexicano, 11/12/17, Inter Press Service.
No hay comentarios:
Publicar un comentario