A ese número,
corresponde sumar entre 700 y mil hectáreas más que acumulan
decenas de otros incendios menores registrados durante este último
mes muy complicado por las condiciones climáticas existentes.
por Fernando
Colautti
No deja de llamar
la atención y entre bomberos y técnicos ligados al Plan Provincial
de Manejo del Fuego también se lo preguntan, sin tener respuestas
únicas. Les cuesta creer que sea sólo casualidad. Pero los tres
grandes incendios que se sucedieron este año en Córdoba parecen
encadenados geográficamente, uno arriba del otro, recorriendo el
límite entre el valle de Punilla y la región de Sierras Chicas. Los
tres, además, ocurrieron en menos de un mes. En total, quemaron unas
10.700 hectáreas en 25 días.
El mapa que
acompaña esta página evidencia esa situación. Elaborado por
Nicolás Mari para el Inta, en base a imágenes satelitales de la
Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), muestra los
tres grandes incendios de las últimas semanas.
En la parte
inferior, pegadas a la silueta del lago San Roque, se observan las
2.500 hectáreas quemadas a fines de agosto de la reserva natural
militar ubicada entre La Calera, Malagueño y Villa Carlos Paz.
Luego, al medio,
se suman las 3.700 hectáreas que se han estimado para el foco
iniciado en los primeros días de septiembre cerca de Santa María de
Punilla y que avanzó hasta llegar cerca de Cosquín al norte y de La
Calera al sur.
Finalmente, en la
parte superior del mapa, aparece el manchón correspondiente al más
reciente foco, que entre el lunes y el jueves pasados quemó una
superficie estimada en 4.500 hectáreas, con un fuego originado en
los alrededores de Cosquín, que el viento hizo imparable y derivó
hacia otras zonas del centro de Punilla y que traspasó hacia el
este, atravesando el Camino del Cuadrado, ya en Sierras Chicas, para
afectar hasta la reserva Vaquerías, en proximidades de Valle
Hermoso.
Hubo decenas de
incendios más en el último mes en Córdoba. Algunos de los que
inquietaron fueron en Luyaba (Traslasierra), Avellaneda (Totoral) y
San José de la Dormida (Tulumba), pero por lejos fueron aquellos
tres en la misma región y en forma consecutiva los que mayor
superficie quemaron. Sólo entre esos tres suman unas 10.700
hectáreas, según las primeras estimaciones extraoficiales.
A ese número,
corresponde sumar entre 700 y mil hectáreas más que acumulan
decenas de otros incendios menores registrados durante este último
mes muy complicado por las condiciones climáticas existentes.
Entre enero y el
20 de agosto, habían sido sólo unas 1.500 las hectáreas bajo
fuego. De ese modo, en lo que va de 2017, la superficie afectada roza
ya las 13 mil hectáreas.
En 2016, 2015 y
2014 fueron entre 10 mil y 11 mil hectáreas, en los tres años con
menos fuego de las ultimas dos décadas. 2013, en cambio, había sido
de los peores, con 151 mil hectáreas arrasadas.
Algo más que
prevenir los fuegos y apagar las llamas
Ante la urgencia,
la atención se focaliza en sofocar el fuego. Sigue pendiente una
mirada sobre cómo remediar los daños. Cómo “reverdecer” las
sierras tras el fuego.
por Fernando
Colautti
El fuego forma
parte de la historia natural de Córdoba, por condiciones geográficas
y climáticas. Pero la necesidad de controlarlo es cada vez más
imperiosa. Una razón es que casi ya no hay regiones que no estén
habitadas: la zona serrana, que representa los mayores riesgos de
incendios forestales, es un ejemplo. Que haya gente genera más
posibilidades de inicios de fuego pero también mayor urgencia para
sofocarlos. La otra causa por la que urge evitar las llamas está
vinculada a los daños económicos y ambientales que producen, en una
provincia que ya no puede seguir perdiendo más bosques, suelos y
biodiversidad.
Los incendios que
complicaron a Córdoba en las tres últimas semanas han tenido un
intenso seguimiento en estas páginas. Ya sin focos activos por estas
horas, elegimos en esta edición reposicionar el tema en nuestro
Primer plano con un balance que muestra la superficie afectada más
el abordaje de un aspecto que genera menos atención cuando las
urgencias mandan pero que es relevante: cómo remediar los daños ya
causados, para recuperar bosques y ecosistemas afectados.
La estrategia
oficial ya no debiera focalizarse sólo en cómo prevenir y apagar
las llamas. También es necesaria, tras tanto impacto acumulado, una
política que procure remediar lo dañado.
A la vez, valen
unas líneas para enfocar la mirada de los incendios desde un perfil
más humano. Las situaciones de emergencia suelen dejar ver, al mismo
tiempo, lo que hombres y mujeres hacemos con ellas. Con el fuego, son
humanas las actitudes negligentes o descuidadas que lo facilitan o
que conspiran para su control. Pero también son profundamente
humanas las lecciones de quienes se juegan para que las llamas no
avancen.
Un caso en estos
días muestra esa vocación de cuerpo entero. Gabriel Molina, jefe
del cuartel de bomberos voluntarios de La Falda, está en tratamiento
por un tumor de colon: debía evitar el estrés, pero pasó horas
combatiendo el fuego que ardía en los cerros y metía miedo a su
pueblo.
Fuentes:
Fernando Colautti, Más de 10 mil hectáreas serranas quemadas en menos de un mes, 23/09/17, La Voz del Interior. Consultado 23/09/17.
Fernando Colautti, Algo más que prevenir los fuegos y apagar las llamas, 23/09/17, La Voz del Interior. Consultado 23/09/17.
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