La laguna
Atescatempa tenía más de cinco kilómetros cuadrados de agua azul.
Hoy se transformó en un páramo salpicado por pequeños charcos de
fango. La historia de una cicatriz ambiental, de una víctima más
del cambio climático.
Restos de almejas
y caracoles sobre la tierra cuarteada por el sol es todo lo que queda
de lo que fue la laguna de Atescatempa. Alguna vez fue un paraíso de
agua en el centro de Guatemala. Hoy, dicen sus pobladores cuando
observan al descubierto lo que antes era el fondo de la laguna, dan
ganas de llorar. Al mirar lo que fue la laguna de Atescatempa,
transformada en un páramo salpicado por algunos pequeños charcos de
fango, se confirma que el cambio climático no es algo que alguna vez
se vendrá, sino un dato de la actualidad. Y que el calentamiento
global cuenta con algunos aliados que consiguen que sus efectos sean,
en ciertos sitios, aún peores que lo que los científicos
pronostican.
La sequía, el
calor, los canales clandestinos, las malas prácticas agrícolas y la
sobreexplotación de los ríos que la nutrían convirtieron en pasado
los 5,5 kilómetros cuadrados de un cuerpo de agua azul que ya no
existe. Hace un lustro comenzó a constatarse en Centroamérica
aquello que los científicos denominaron "agudización de los
extremos: donde sobre agua habrá más inundaciones y donde falta la
sequía será más aguda", indicaron como una de las
consecuencias más contundentes y rápidamente verificables del
calentamiento global.
La corriente del
Niño, sumada a los efectos del cambio climático, provocó que el
llamado corredor seco de América Central fuese una de las zonas más
vulnerables del planeta. Y la laguna Atescatempa su más rotunda
cicatriz. Antes, atractivo turístico; hoy una especie de
estacionamiento a cielo abierto de caracoles y lanchas inmóviles.
Ayer, fuente de obtención de proteínas y recursos económicos a
través de los peces capturados; hoy expresión del crecimiento
angustiante de las tasas de desnutrición en los chicos que ya ni
siquiera tienen el consuelo de nadar en la laguna. Antes proveedora
de agua de riego; hoy manantial exhausto.
Sequías había
habido muchas en el corredor seco de Centroamérica. Ninguna, sin
embargo, había obligado a buscar en el archivo las fotos de
Atescatempa. Algunos, ilusos, creen que cuando se acaben los efectos
del fenómeno de El Niño, la laguna recuperará su prestancia. Otros
citan a los científicos que afirman que la corriente de El Niño,
llamada así por aparecer hacia fines de diciembre como Jesús, es
cada vez más frecuente y aguda producto del aumento de gases de
invernadero. En Guatemala, dicen, solo les queda rezar.
Cicatrices es una
sección del programa Ambiente y Medio que se emite todos los sábados
a las 16 por la Televisión Pública Argentina
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