Conviene
interrogarnos acerca de la situación paradojal por la cual la
distinción entre residuos sólidos urbanos y residuos peligrosos da
lugar a que las políticas del Estado se presenten sólo en los
primeros, mientras que en los segundos, de mayor riesgo, se reducen a
políticas pasivas. En 10 años, Córdoba casi triplicó la “importación” de residuos peligrosos.
por Jorge Foa
Torres
La ley nacional
24.051 de desechos peligrosos se inscribió en un proceso de
políticas públicas ambientales basado en cuatro aspectos.
En primer lugar,
la primacía casi absoluta del sector privado para la gestión
ambiental de los residuos peligrosos, en detrimento de la
intervención activa estatal o del sector público.
Segundo, la
prioridad dentro del sector privado al capital concentrado nacional y
transnacional, en tanto actores supuestamente dotados de las
condiciones suficientes para la transferencia de tecnologías y modos
de producción “limpios”.
Tercero, el
énfasis en la auto-regulación empresarial como camino para una
gestión ambientalmente adecuada. Esto implica una virtual cesión
del poder de Policía al sector privado a través de las denominadas
“normas voluntarias” transnacionales, entre otros instrumentos.
Por último,
todos estos aspectos tienden a delimitar el rol del Estado a una
función meramente registral con escasas o nulas capacidades de
control, fiscalización e intervención en el mercado de los residuos
peligrosos, más allá de las específicas facultades vinculadas al
registro de los operadores.
Esta lógica no
sólo es incapaz de eliminar los peligros de contaminación, sino
que, por el contrario, abre paso a nuevas situaciones de riesgo como
consecuencia de la tendencia a liberar el mercado a la
autorregulación.
Conviene
interrogarnos acerca de la situación paradojal por la cual la
distinción entre residuos sólidos urbanos y residuos peligrosos da
lugar a que las políticas del Estado se presenten sólo en los
primeros, mientras que en los segundos, de mayor riesgo, se reducen a
políticas pasivas.
Para buscar una
respuesta a tal pregunta no debe perderse de vista la lógica
neoliberal que estructura estos mercados.
Jorge Foa Torres
es doctor en Ciencia Política. Docente.
Fuente:
Jorge Foa Torres, Un mercado librado a la autoregulación, 02/04/17, La Voz del Interior.
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