miércoles, 25 de enero de 2017

Enero a la sombra de las sierras

Descanso bajo los sauces. El Valle de Calamuchita brinda ríos y arroyos, cascadas y senderos ideales para caminatas que invitan a explorar el paisaje serrano, transitando pueblos que atesoran antiguas tradiciones nacidas de los pueblos nativos y los inmigrantes europeos. Un plan especial para cambiar de vida, aunque sea por unos días.

por Dora Salas

Las Sierras Chicas al este y las Grandes o de los Comechingones al oeste enmarcan el Valle de Calamuchita, con sus grandes lagos artificiales, sus ríos y arroyos y sus bosques nativos e implantados. Un rincón ideal para el descanso durante todo el año y también para los amantes de los deportes acuáticos, el senderismo, las cabalgatas y el ciclismo.

Numerosos ríos, entre ellos Los Reartes y Santa Rosa, y dos grandes lagos, el Embalse Ministro Pistarini (más conocido como de Río Tercero), y el del dique Los Molinos iluminan el paisaje entre rocas y bosques frondosos, o refrescan mientras se asciende por caminitos serranos, sin mayores dificultades para el turista urbano, hasta cascadas y ollas que prometen una imperdible zambullida.

El definido perfil turístico del Valle ofrece en solo 70 kilómetros distintos escenarios y productos para el visitante: pueblos de tradición gauchesca como Amboy y Los Reartes, enclaves de cultura centroeuropea como La Cumbrecita y Villa General Belgrano, y eventos como la Fiesta de la Cerveza (Oktoberfest) y la Semana Santa Criolla. “En el Valle somos muy fiesteros”, comentan sonriendo los pobladores.

No faltan los museos, con esqueletos de gliptodontes, muestras de la cultura de los comechingones, testimonios de misiones jesuíticas, casonas coloniales y hasta un Museo del Carruaje y del Transporte.

La cerveza artesanal está arraigada en la zona, que también produce muy buenos vinos de altura, jóvenes y estacionados, además de delicados espumantes. Por suspuesto, la gastronomía no se queda atrás y su amplia gama incluye desde las clásicas empanadas criollas y el asado, en especial de corderito, hasta platos gourmet elaborados con productos preferentemente locales, como un delicioso puré de ortigas y unas mollejitas empanadas, es decir, pasadas por pan y fritas.

Un condensado de geología, arqueología, historia y nuevos emprendimientos, entre los que se destacan los de infraestructura hotelera con elegantes cabañas y posadas, algunas de ellas con bañera de hidromasaje frente a grandes ventanales que miran hacia la pendiente arbolada de la colina.

Desde Amboy. Una mesa junto al río, rústicos bancos de madera, la acogedora sombra de los sauces, reconfortantes matecitos y un delicioso pan casero recién horneado son la bienvenida del desayuno campero en Amboy, una de las poblaciones más antiguas de la provincia de Córdoba, con sus tradiciones, sus casas de adobe, su costanera y su tranquilidad.

Esto ofrecemos. Quien viene a Amboy busca relajarse. Una reposera bajo los árboles y no lo sacamos más de allí”, comentan en el pueblo, de unos 200 habitantes y en pleno Valle de Calamuchita, 120 kilómetros al sur de la capital provincial. Fue la cuna de Dalmacio Vélez Sarsfield (1800-1875), autor del Código Civil vigente en el país hasta 2015.

Algarrobos, fresnos y nogales flanquean los cinco kilómetros de costanera junto al río Amboy, de aguas cristalinas aptas para la pesca y el baño en este pueblo rural, que se abre con gentileza al turismo y cuya historia refleja tanto la cultura de sus habitantes ancentrales, los comechingones, como la colonial de los españoles.

Sin fecha de fundación precisa pero estimada hace unos 400 años, Amboy atesora un capital histórico que se vivencia en las callecitas de veredas angostas, las casas altas y de paredes gruesas, las puertas grandes y las ventanas pequeñas, la antigua iglesia y el museo. Y, sobre todo, en las historias de vida, como la de la dueña del Almacén de Ramos Generales, Haydée Jaime, de 81 años, que sigue atendiendo a los parroquianos con una sonrisa que invita a sentarse y pedir un trago como es habitual desde hace un siglo en el lugar.

Una esquina en ochava, altas paredes blancas y un farol sobre la puerta son la clave para acceder al almacén “que tiene cien años”, cuenta su dueña que alternativamente alisa su delantal floreado o se apoya en el mostrador, como lo viene haciendo desde hace más de medio siglo.

Son 52 años que estoy acá”, dice con su hablar escueto y pausado mientras sus manos arrugadas señalan la heladera más antigua, la balanza de platillos y pesas de bronce “que funciona… pero ahora usamos la otra, más nueva”. Haydée agrega que las preferencias en los tragos han cambiado en parte. “Menos ginebra y más cerveza”, dice. Pero se trata de un detalle en un pueblo que cuida su pasado con respeto y sin ostentaciones.

La capilla de San José, mandada a construir por Samuel Sánchez, se terminó en 1900 y se cuenta que por cada ladrillo colocado el ritual imponía rezar un padrenuestro. Este templo se elevó sobre las ruinas de un oratorio de los jesuitas de 1620, del que dan testimonio restos cuyos detalles se siguen investigando todavía.

Amboy era un lugar de trueque y de posta, y hay hallazgos de caracoles y de piedra malaquita que dan prueba de esos intercambios, porque no son de acá”, explican en el pueblo.

La siguiente visita es Villa Rumipal o “estrella de piedra” en lengua aborigen, que se encuentra en el corazón del Valle de Calamuchita y cuyo perfil lo definen principalmente sus costas de lago y de río. Pesca, natación y una amplia gama de deportes náuticos, trekking, cabalgatas, mountain bike, aeromodelismo y avistaje de aves son algunas de las actividades del lugar, que goza de la cuenca hídrica más importante de la provincia de Córdoba.

Martina y Andrea, dos jóvenes informantes de la localidad, explican que la Villa fue fundada por un alemán, Gustavo Riemann, quien la imaginó como un paraíso turístico entre las sierras y los espejos de agua. El Festival Provincial del Lago, con más de 40 ediciones, el Cruce del Lago a nado y el Campeonato Argentino de Aguas Abiertas que reúne a unos 1500 nadadores de diferentes partes del país son eventos consolidados en la Villa, además del Encuentro Internacional de Jet’s Radiocontrolados y fiestas populares como la Semana Santa Criolla, con música y danzas folklóricas y demostraciones de doma y otras destrezas criolla.

Frente a la actual Villa Rumipal, bajo las aguas del embalse de Río Tercero, se formaba el río Calamuchita, que era fundamental para la vida y la economía antes de la llegada de los españoles, como se advierte al visitar el Museo Regional de Antropología Estrella de Piedra.

No lejos se ubica la Ciudad de Embalse, 110 kilómetros al sur de la capital de la provincia. Tiene fecha de fundación en 1911, cuando se colocó la piedra fundamental del dique en la Quebrada del Río Tercero. Era un proyecto de la empresa inglesa que construia el Ferrocarril Central Argentino para hacer un dique de contención que impidiera la destrucción de las vías por las crecientes del río.

Esa obra se abandonó pero entre 1927 y 1936 un nuevo plan a cargo de los ingenieros Juan Carlos Alba Posse y Santiago Fitz Simon concretó la estructura. Se trata de un dique principal de 50 metros de altura, 360 metros de largo y 5600 hectáreas de superficie. Una usina hidroeléctrica con una potencia de 15.000 HP y un vertedero de 300 metros de largo completan la obra.

Una de las centrales nucleares más importantes de América del Sur está ubicada en la costa sur de Embalse de Río Tercero y suministra en promedio energía para las necesidades de tres a cuatro millones de personas.

Las costas del dique, con sus bahías y penínsulas, sus puentes característicos como el De las Vacas y sus bosques de espinillos y chañares, eucaliptos y pinos, la Unidad Turística Embalse (Ministro Pistarini), se pueden apreciar durante un agradable paseo en lancha en compañía del instructor Gerard le Moy.

En el centro geográfico del Valle se encuentra la ciudad de Santa Rosa de Calamuchita, con su espléndida costanera, sus puentes sobre el río que le da nombre y numerosas actividades para el turista.

De especial interés son la Falla Geológica, un sitio de interpretación sobre el surgimiento de los cordones montañosos de Córdoba, y la caminata de tres kilómetros en total (ida y vuelta) hasta la Reserva Natural La Cascada, trekking de mediana dificultad entre rocas, el serpenteante arroyo Loyola y el bosque autóctono. Y si algo faltara a tanto encanto, allí estan las aves: el rey del bosque, el sietecolores y la reina mora, entre muchas otras.

Villa Yacanto, rodeada por las Sierras Grandes, y sus diferentes parajes, como El Durazno y su naturaleza cautivante; Villa Berna y el buen vino de altura local; La Cumbrecita y Villa General Belgrano, las dos típicas localidades centroeuropeas del Valle; la tradición gauchesca en Los Reartes; y Villa Ciudad Parque, a solo 70 kilómetros de la Ciudad de Córdoba, con su paseo Unión de los Ríos, su Murallón del Dique Los Molinos y el Museo del Carruaje y la Historia del Transporte en la Argentina, completan nuestra “inmersión”en la poesía y la magia natural y cultural del Valle de Calamuchita.

Datos útiles

Cómo llegar: Aerolíneas Argentinas tiene vuelos ida y vuelta desde $2091 hasta Córdoba capital; desde allí la mejor opción para recorrer la región es alquilar un auto. Se consiguen vehículos económicos desde $ 800 por día.

Dónde alojarse: se consiguen habitaciones en hostel en Santa Rosa de Calamuchita desde $ 320 la noche hasta hoteles boutique en Villa General Belgrano por $ 1650 la noche. La oferta hotelera es amplia pero para los fines de semana conviene viajar con reservas hechas.

Más información: www.valledecalamuchita.gob.ar

Fuente:
Dora Salas, Enero a la sombra de las sierras, 22/01/17, Página/12.

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