Poblaciones del
nordeste al sudeste de Córdoba sufren inundaciones. En el norte y en
el noroeste padecen sequías.
por Héctor
Brondo
Las inundaciones
que se registran en el arco que abarca la franja territorial que va
del nordeste al sudeste de la provincia de Córdoba y afecta a una
cuarta parte de la “Pampa Gringa” confrontan con el déficit
hídrico que sufren los departamentos que limitan con Santiago del
Estero, Catamarca y La Rioja.
Son la cara y
ceca de los problemas en Córdoba por el exceso o la carencia de
lluvias, que provocan frustración en quienes los soportan y, muchas
veces, ponen en evidencia la falta de planificación de políticas
pública y de inversiones en infraestructura.
Uno de los tantos
ejemplos del contraste marcado: la suba de las aguas subterráneas
por las precipitaciones abundantes de los últimos días mantiene en
vilo a los seis mil vecinos de Pozo del Molle y aún se escucha el
eco de las quejas del intendente Carlos Salvático por la
proliferación de canales clandestinos para desagotar los campos
circundantes.
En el extremo
opuesto del mapa, 280 familias sedientas de San José de las Salinas
salen seguido a la ruta 60 para protestar por la falta de agua en sus
viviendas.
“Por suerte, el
canal perimetral que construimos el año pasado está funcionando muy
bien y pese a los 100 milímetros de lluvia que cayeron en julio
último y a comienzos de este año, el radio urbano no volvió a
inundarse como en abril (de 2016)”, celebró Joaquín Ibarra,
secretario de Gobierno de Pozo del Molle, del departamento Río
Segundo, 206 kilómetros al este de la capital provincial.
“Sí nos
preocupa que las napas se hayan elevado 49 centímetros en estos días
porque despiertan los fantasmas del anegamiento”, reconoció el
funcionario.
“Donde no la
están pasando muy bien es en El Arañado y en otros pueblos vecinos
de los departamentos Río Segundo y San Justo”, lamentó Ibarra.
Obispo Trejo,
Porteña y Freyre, en el nordeste provincial y Leones, Canals y
Laboulaye, en la franja sudeste y sur son algunos de los pueblos que
sufren la acumulación de agua en superficie.
Las entidades que
representan a los productores del sector primario cifran en medio
millón la cantidad de hectáreas anegadas.
A Dios rogando
En San José de
las Salinas, en cambio, desde hace 45 días el agua casi no corre por
la red de distribución domiciliaria, lo que obliga a la intendenta
María Luna a mantener un esquema de emergencia para repartir unos
500 litros por casa con un camión de la Dipas.
El problema
radica en el taponamiento con raíces del tramo de 16 kilómetros del
caño que lleva el agua al pueblo desde Quilino.
“La Provincia
nos ha prometido los 16 mil metros de tubos de PVC de alta
resistencia y de 160 milímetros para reemplazar el caño obstruido,
que data de 1959”, aseguró a La Voz Fernando Jachuf, exintendente
de San José de las Salinas y esposo de la actual mandataria de esa
localidad del departamento Tulumba, 180 kilómetros al noroeste de
Córdoba.
En la misma
situación se encuentran la vecina Lucio V. Mansilla (de un millar de
habitantes) y San Pedro de Toyos.
En Agua Hedionda,
10 kilómetros al norte de San José de las Salinas, las 15 familias
del paraje solucionaron el inconveniente hace cinco años. “Con un
subsidio de la Nación se realizó una perforación de 230 metros de
profundidad cerca de la escuela Leopoldo Lugones. El surgente nuevo
provee agua de calidad y en buena cantidad a la gente; pero no
alcanza para más”, señaló Jachuf.
En la zona rural
de San Pedro Norte, en tanto, los productores elevan plegarias por
lluvia.
En los últimos
dos meses cayeron apenas unos 10 milímetros y la sequía castiga con
dureza a la actividad agropecuaria.
Las familias del
área urbana se las arreglan haciendo un uso racional del cupo que
les suministra el pozo que construyó la Provincia a través del Plan
Agua para Todos.
Un poco más
allá, en Cerro Colorado, el centenar de hogares del terruño amado
de Atahualpa Yupanqui sigue con aflicción la disminución del caudal
del río de los Tártagos, de donde la comuna toma el agua para
abastecerlos.
“No tenemos
cortes del servicio, por suerte, pero estamos al límite”, dijo
Bárbara Molina, de la casa museo que guarda la memoria de uno de los
máximos exponentes del folklore argentino.
Problema
histórico
En el
departamento Río Seco hay problemas desde siempre con la calidad y
con la disponibilidad del recurso. “Los ciclos secos por falta de
lluvias son recurrentes en la región, pero además la presencia de
arsénico contamina las napas subterráneas”, comentó Pablo
Duarte, de FM Líder 102.1.
El conductor de
la radio de Villa de María del Río Seco recibe de manera constante
pedidos de sus escuchas vinculados con los problemas por la escasez
de agua.
“La gente de
San Francisco del Chañar, por ejemplo, se queja porque le hicieron
un pozo y una planta potabilizadora a 2,5 kilómetros del pueblo y
muchos tienen que caminar un trecho largo con bidones para ir a
buscar el agua”, señaló el periodista y locutor.
Duarte también
canaliza reclamos por la falta del insumo de oyentes de Villa
Candelaria, la Rinconada, Sebastián El Cano y Las Arrias, entre
otras poblaciones norteñas.
Zonas complicadas
Norte seco. En
Cerro Colorado, el centenar de hogares del terruño amado de
Atahualpa Yupanqui sigue con aflicción la disminución del caudal
del río de los Tártagos, de donde la comuna toma el agua para
abastecerlos.
Fuente:
Héctor Brondo, Cuando la inundación convive con la sequía, 21/01/17, La Voz del Interior. Consultado 21/01/17.
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