lunes, 24 de octubre de 2016

Construir en zonas inundables



En una sociedad que ha negado el problema del descenso de las ciudades sobre las planicies de inundación de ríos y arroyos, los profesionales no pueden seguir sumándose a la ceguera interesada.

por Antonio Elio Brailovsky

Los aficionados a los videos eróticos o los simples internautas aburridos conocen el caso de Sabrina Sabrok, una actriz que alcanzó una breve notoriedad por el enorme tamaño de sus prótesis mamarias. No pudieron ponerle siliconas, porque un eventual derrame de esas cantidades en el torrente sanguíneo la hubiera matado. Las rellenaron con solución salina. La piel humana no puede soportar el enorme peso del agua salada: por eso tuvieron que armarle debajo de la piel una estructura metálica (sostenida en costillas y esternón) y un zócalo, también metálico, que pudiera soportarlas.

La pobre chica tiene una vida poco envidiable. Sufre de continuos dolores de espalda por el exceso de peso mal distribuido y de permanente insomnio, ya que no encuentra una posición para dormir. No pudo volver a viajar en avión, ya que una despresurización podía hacer estallar su principal herramienta de trabajo. Está en continuo peligro de muerte por cualquier pequeño accidente vinculado con esa desmesura.

El caso es hoy un ejemplo clásico en los cursos de bioética, porque detrás de esa figura pintoresca hubo uno o varios profesionales que aceptaron realizar las operaciones que llevaron a Sabrina a la fama y al riesgo de muerte. Se trataba, sin duda, de un consentimiento informado: la chica sabía los riesgos que estaba corriendo. Pero, ¿eso exime al profesional de toda responsabilidad? ¿Se puede hacer cualquier cosa, si es lo que el cliente pide? Creo que es el momento en que los profesionales de la construcción deberían formularse la misma pregunta.

En los videos de los desastres ocurridos cada vez que tenemos una inundación, el público vio el drama humano. Pero las personas con alguna formación profesional también pudieron reconocer cuándo veían bajo el agua obras hechas por autoconstrucción y cuándo se trataba de obras realizadas por profesionales.

Repasemos: en muchos sitios de Internet (especialmente Youtube) tenemos innumerables videos que muestran muchas facetas de una Buenos Aires bajo el agua. Sugiero una mirada de ese entorno, más allá de los niños cruzando la calle en los botes de Prefectura o las personas con el agua a la cintura y agarradas a una cuerda en la avenida Cabildo.

Está claro que no estamos ante los cerros de Caracas ni ante las favelas de Río de Janeiro sino ante obras de diseño, muchas de ellas de calidad y excelencia profesional. Algunas hechas por estudios muy prestigiosos y vendidas por grandes inmobiliarias.

Un caso interesante es el de una vivienda lujosa de Belgrano, cuyo living en desnivel mereció un artículo en una revista profesional. Durante mucho tiempo la visitaron con sus alumnos varias Cátedras de Diseño de las Universidades porteñas. Sólo que cuando llovía, el propietario solía avisarle a los docentes: -No vengan. Esta vez también se me inundó.

También está claro que el mundo no se agota en el tablero o en la pantalla de la computadora, sino que el profesional tiene que tener un conocimiento, aunque fuera elemental, del sitio en el que implanta su obra. Y esto nos lleva a una doble discusión, que es necesario dar en el ámbito profesional:

Por una parte, ¿cómo construir, qué recaudos tomar al trabajar en sitios con riesgo de inundación? Hasta ahora, lo que más parece haberse tenido en cuenta es la preocupación del cliente de que no se notara que estaba en un sitio inundable para evitar la desvalorización de su propiedad. Hemos escuchado antes de ahora declaraciones convincentes sobre cómo construir sin problemas varios pisos de estacionamientos subterráneos junto a los arroyos entubados. Bastaba con ponerles algunas bombas eléctricas, sin preguntarse qué ocurre con la electricidad durante una inundación.

En una sociedad que ha negado el problema del descenso de las ciudades sobre las planicies de inundación de ríos y arroyos, los profesionales no pueden seguir sumándose a esa ceguera interesada. Se requieren respuestas que surjan de cursos, reuniones, congresos, simposios, en los que se de el debate técnico en términos de materiales y criterios de diseño. Las respuestas superficiales han dado el mismo resultado que la negación de los problemas.

Recomiendo para las noches de insomnio, la lectura atenta del Código de Edificación de la Ciudad de Buenos Aires. Ese ladrillo insoportable tiene una única mención a cómo construir en sitios inundables: no hay que poner los medidores de electricidad en los sitios en los que los puede alcanzar el agua. Punto. Nada más.

Un ejemplo sugestivo de cómo el negocio inmobiliario ha permeado la cultura se encuentra en la costa del río Luján, partido de Tigre, en la provincia de Buenos Aires. El Luján está sujeto al mismo régimen que el resto de los cursos de agua que integran el Delta del Paraná. Es decir, que crece simultáneamente con el conjunto. Ante una inundación, es sugestivo analizar las consecuencias sobre ambas márgenes del río Luján.

En la margen derecha (es decir, derecha cuando se mira hacia la desembocadura) se encuentra la población de Rincón de Milberg. Está ubicada en lo que podríamos llamar la tierra firme, por oposición a las islas del Delta. Es un barrio en cuyo sector costero predominan sectores de menores recursos, asentados sobre terrenos bajos.

En dicha zona, las crecidas representan una catástrofe de magnitud. En cada una de ellas, se producen cortes de rutas, evacuación masiva de familias, asistencia social, destrucción de propiedades y frecuentes muertes de pobladores arrastrados por la corriente o víctimas de accidentes varios, de los cuales los más frecuentes son por electrocución. A menudo, la situación es mucho más desastrosa aún de cómo la pintan los medios de comunicación masiva. Por ejemplo, es habitual que los pobladores mencionen un mayor número de víctimas de las que se difunden públicamente.

Pero si cruzamos el río Luján y nos ubicamos sobre las islas, a apenas 100 metros de Rincón de Milberg, el impacto socioambiental de las inundaciones es mucho menor. Lo que en una margen del río es una catástrofe, en la orilla de enfrente es apenas una molestia.

Esto tiene que ver con un complejo de factores culturales y arquitectónicos, que expresan la peculiar relación con la naturaleza de cada uno de los grupos humanos involucrados. El diseño de la vivienda es, apenas, un reflejo más de la actitud de estos grupos en su relación con el río. Las viviendas de Rincón de Milberg no difieren en nada de las de otros lugares del Área Metropolitana de Buenos Aires. Pero las viviendas de las islas se encuentran elevadas sobre palafitos (es decir, soportes de madera), en una adaptación elemental a las condiciones naturales. Esta adaptación está en continuo cambio: ante la gran inundación de 1958, que superó los niveles habituales de los palafitos, se respondió con una elevación generalizada de esos niveles.

Ante la creciente, los de tierra firme (que ya han sido colonizados por las pautas dominantes) huyen de sus casas, se refugian en albergues improvisados, pierden reiteradamente sus bienes, arriesgan una y otra vez sus vidas. Sus vecinos, en la otra margen del mismo río, simplemente esperan que baje el agua, mientras toman ciertas precauciones elementales para minimizar los efectos de la creciente y proteger sus bienes. Uno de los pobladores me lo expresó gráficamente, diciendo: "Cuando viene el agua, se suben las gallinas para que no se ahoguen y se afloja la soga del bote para que no se hunda". Simple sentido común de los sectores populares que conocen su hábitat.

Necesitamos de un reclamo social para incorporar esta mirada popular a la normativa urbana. Por lo menos:
- Delimitación de las áreas con riesgo de inundación en los Códigos de Planeamiento Urbano de todas las ciudades del país. Establecer fuertes restricciones a los que puede hacerse en dichas áreas. Una referencia interesante es el Código de Planeamiento de la ciudad de Resistencia que prohíbe construir nuevas viviendas en cualquier sitios que se haya inundado por lo menos una vez en el último siglo.
- Incorporación de normas constructivas específicas para las áreas con algún nivel de riesgo.
- En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, calificar a dichas áreas como de riesgo ambiental y establecer una normativa particular para las evaluaciones de impacto ambiental.

Y además, todas las profesiones tienen que discutir y actualizar su código de ética, de acuerdo con la evolución de la problemática que tienen que atender. El juramento hipocrático comienza diciendo: “primero, no dañar”. ¿Cuál es su equivalente en términos de las actividades constructivas? ¿Respetar cuidadosamente códigos aunque no tengan en cuenta las áreas de riesgo de inundación? ¿O utilizar para algo el conocimiento que tenemos disponible? Si construimos en Mendoza o en San Juan, ¿necesitamos que el Código nos diga “haga una obra antisísmica”? ¿O lo haríamos aunque el Código no lo dijera? ¿Nos atreveremos a preguntarnos cuántos de los muertos se debieron a construcciones inadecuadas para el sitio en que están implantadas? ¿En cuántas Facultades se enseña a tener esto en cuenta?

Me gustaría que en algún momento los colegios profesionales de arquitectura comenzaran a considerar como mala praxis el construir en un área de riesgo de inundación, sin tener en cuenta la existencia de ese riesgo.

Antonio Elio Brailovsky es escritor, licenciado en economía política y profesor titular de la UBA. Es autor de Esta nuestra única Tierra. Introducción a la Ecología y medioambiente, Memoria verde: historia ecológica de la Argentina, e Introducción al estudio de los recursos naturales, entre otros trabajos. Nota del autor: "Hace un tiempo, después de una de las inundaciones recurrentes, la revista Vivienda me pidió una nota sobre el tema. Nunca quisieron publicarla, tal vez porque incomodaba a determinados intereses. Esta es una versión actualizada".

Fuente:
Antonio Elio Brailovsky, Construir en zonas inundables, 22/10/16, La Izquierda Diario.
La obra de arte que acompaña a esta nota es "Inundación en el barrio de Juanito" de Antonio Berni.

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