por Antonio
Capriotti
"El ambiente es
parte de la cultura. Todos los pueblos del mundo tienen que definir
su relación con el medio natural que los soporta, y esto no tiene
que ver sólo con el medio natural sino con lo cultural, dentro de lo
cual se incluyen su estructura de poder, sus creencias, su historia,
su religión, la economía. El ambiente no puede comprenderse si no
lo consideramos como una construcción social", afirma Antonio
Elio Brailovsky, profesor universitario, licenciado en economía
política, periodista y escritor.
Brailovsky
recurre a un ejemplo: "En el mundo hay por lo menos 25.000 plantas
alimenticias, pero el ser humano de todas las latitudes consume unas
pocas. El sesgo cultural hace, por ejemplo, que los mexicanos coman
insectos: los chapulines, grillos que se fríen con chiles, ají muy
picante; se venden en los mercados y a todos les gusta esa comida. "Insectos hay allá y acá -afirma Brailovsky-, pero la cultura
es la que decide cuál es el tipo de vínculo que el hombre establece
con la naturaleza".
"Todas las
culturas tienen que resolver cómo alimentar y vestir a la gente,
entre otras cuestiones. Y lo hacen según sus prejuicios, historia,
vivencias e intereses". El profesor universitario recurre a otro
ejemplo: "Javier García Fernández, investigador del Conicet,
haciendo una investigación de campo en Jujuy, les pregunta a los
ganaderos de la Puna por qué crían ovejas en lugar de criar
llamas, ya que a algunos vecinos que crían llamas les va mejor.
García Fernández quedó perplejo con la respuesta. «Nosotros somos
blancos y ellos son indios; los indios crían llamas, los blancos,
ovejas»".
Dos cuestiones
para destacar. Una, económica: la lana de las llamas se vende a
mejor precio y se vende más rápidamente, además de no arruinar el
suelo, como sí lo hacen las ovejas. La segunda cuestión bordea la
identidad: entre ambos grupos no había distinciones ni diferencias
de aspecto, pero los criadores de ovejas en el norte se emparentaban
a una identidad blanca.
- ¿Entonces la
cultura está entremezclada con el ambiente permanentemente?
- Lo que ha
habido es una trampa epistemológica, a la que vemos mucho en
educación ambiental, que es encerrar a los temas ambientales
exclusivamente dentro del campo de las ciencias naturales y se
olvida el aspecto social. Y esto tiene trampa porque cuando uno se
encuentra con alguien que tira un contaminante al río, las ciencias
naturales pueden analizar qué les pasa a los seres vivos, pero sólo
las ciencias sociales pueden explicar por qué la sociedad tolera que
alguien arroje tóxicos al río. Y debemos tener en cuenta que,
cuando la contaminación aparece, es un síntoma de la corrupción.
- ¿Cuál es el
interés de hacer semejante operación?
- Cuando se
habla del ambiente como algo separado de la cultura estamos en
presencia de una versión interesada que nos está diciendo "que
nadie se atreva a indagar por qué esta sociedad tolera cosas que no
debería tolerar".
- Una gran
porción de América está imbricada en lazos culturales autóctonos,
mientras que otros pocos países siguen otros paradigmas elaborados
por otros centros de poder, ¿puede este análisis acercarse a lo que
usted sostiene?
- Tal vez ayude.
Un trabajo práctico que, a veces damos a nuestros alumnos, es
hacerles comparar a periódicos de otros países de América latina
con diarios argentinos y detectar la cantidad y calidad de noticias
sobre cuestiones ambientales. Y se van a encontrar con que, en todas
partes, el tema ambiental está vivo, que es parte de una política
cotidiana, en la que cada cual entra al mismo de acuerdo a su
ideología, a su punto de vista, a sus intereses. Pero el tema
ambiental no está silenciado como ocurre en Argentina.
Brailovsky recrea
su estadía en Perú en enero de 2016. Le llamaba la atención que
“en todos los medios se discutía el fenómeno de El Niño, con
medidas de prevención, mitigación, adaptación, fondos
gubernamentales, entre mucho debate. En Argentina, se disponía de la
misma información que en Perú y no se estableció ninguna política
preventiva. Cuando el fenómeno impactó, "todos" sabíamos lo
que iba a pasar pero no se había puesto ninguna medida en práctica".
Brailovsky cree
que éste es un buen ejemplo de retraso argentino en relación con el
tema ambiental.
El entrevistado
Antonio Elio
Brailovsky nació en 1946. Es licenciado en economía política,
profesor titular en las universidades de Buenos Aires y Belgrano, y
fue convencional constituyente de la Ciudad de Buenos Aires. Como
periodista, ha colaborado en la radio y en la prensa, y como escritor
ha publicado en Argentina numerosos ensayos sobre economía y
ecología (por ejemplo, Historias de las crisis argentinas y Memoria
verde), así como obras de teatro, novelas (entre las que cabe
destacar El asalto al cielo, Esa maldita lujuria, la finalista del
XVII Premio La Sonrisa Vertical Me gustan sus cuernos y No abrirás
esta puerta) y un libro de cuentos.
Un país a
espalda de los ríos
Antonio
Brailovsky se refiere a los ríos y lo poco que hablamos de ellos
como si le diéramos la espalda. "En nuestro país se ha
desarrollado una cultura de espalda a los ríos. Esto me lleva a
mirar a algunos ríos argentinos como el Barca Grande, un brazo del
Paraná que pasa por el Delta, y que, teniendo el caudal del río
Uruguay nadie lo navega. Y esta historia es así aun teniendo en
cuenta que las guerras civiles de lo que iba a ser nuestro país
tuvieron que ver con el control de los ríos y de su navegación. Y
ahora no se navegan, ya que tenemos unos pocos puertos por donde
salen los cereales, cuando en realidad todas las mercaderías del
Litoral tendrían que subir y bajar por sus ríos. El transporte
fluvial es significativamente más económico, menos contaminante,
pero el ferrocarril condenó a las vías navegables; después a aquél
lo destruyó el camión y el ómnibus".
Y cierra con una
referencia histórica: "Podemos recurrir a un ejemplo que nos
alcanza nuestra historia: en un momento de las invasiones inglesas,
una fragata inglesa encalla en el río de La Plata enfrente a Retiro;
y un muchachito, quien era nada menos que Martín Miguel de Güemes,
con un grupo de gauchos, arma una montonera y capturan la fragata.
Creo que debe ser uno de los pocos hechos de la historia de la
humanidad en que una carga de caballería define una batalla naval".
Fuente:
Antonio Capriotti, “Cuando hay contaminación es un síntoma de corrupción”, 15/09/16, El Ciudadano & la Gente. Consultado 15/09/16.
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