domingo, 28 de agosto de 2016

Luis Laurino, creador de un oasis


Apasionado por los árboles, desde 1977 germina y planta ejemplares en 22 hectáreas sobre el río Santa Catalina. Ese verdadero santuario forestal dio lugar al arboreto La Tormentosa. Hay más de mil especies de todo el mundo.

por Virginia Digón

Al caminar con Luis Laurino por los “senderos de percepción”, como él les llama a los caminos que se abren en medio de sus 22 hectáreas con más de mil especies de árboles de todo el mundo, se aprende igual o más de plantas que leyendo libros, revistas y manuales de botánica.

La conexión que tiene con los árboles que plantó uno a uno contagia su respeto por la naturaleza y por cada ser vivo de este oasis ubicado a 80 kilómetros al norte de Córdoba capital, a orillas del río Santa Catalina.

Luis, a sus 78 años, ha plantado “unos cuantos miles” de árboles de cientos de especies diferentes. Los conoce mejor que cualquiera en Córdoba y quizás en el país. Nadie mejor que él para hablar de árboles un día antes del Día del Árbol.

Biólogos, paisajistas, agrónomos y estudiantes de jardinería visitan cada año La Tormentosa para estudiar especies de lugares remotos, y también autóctonas.

Él siempre aclara que no tiene una reserva natural, sino un “arboreto”. “Esto es mi locura, mi 
 hobby ”, dice mientras recorremos el lugar y los pájaros revolotean entre las ramas.

Los comienzos
Hace 40 años, cuando Luis era docente de Educación Física en el Helen Keller, viajaba por el mundo dando cursos para la Unesco de su orientación para ciegos. De cada lugar se traía semillas, por un interés que lo movilizaba desde chico, que era aprender y ver crecer a estas plantitas.

Su desafío era poder hacerlas vivir en su casa, y con paciencia y estudio lo fue logrando. Un día, luego de ir años y años a vacacionar con su familia a un campo que adoraba, decidió pedirle al dueño que se lo vendiera.

Era caro, pero vendí todo y lo compré. Había sido amor a primera vista”, recuerda. Así fue como, junto a su mujer y el apoyo de sus hijos, comenzó a limpiar el terreno y a plantar los árboles que germinaba en su casa de Córdoba.

Esta es una zona del Chaco seco, la mayoría de los árboles se te seca acá, entonces aprendí que debía aclimatar y rusificar especies”, explica. Esos dos procesos consisten en buscar ejemplares que estén en zonas donde hayan sufrido fríos, heladas, los árboles madre cuyos hijos se puedan adaptar más a esas carencias.

Así fue como llegó a tener ejemplares como el Kiri, que dicen será el árbol que salvará al mundo por su rápida adaptación. Tiene especies de Asia, África, Europa y de toda América.

Luis asegura que una característica importante de Córdoba es que acá culminan todas las corrientes florísticas, la pampásica, la del oeste y las yungas. Eso lo ayuda en su trabajo.

De las semillas que planto sólo el 10 por ciento germina y, de esos, regalo la mayor parte a amigos y yo me quedo con el resto”, dice ante la mirada atónita de quien le pregunta.

Con la misma paciencia que planta cada ejemplar, Luis explica las características y las historias de cada uno de los árboles y cuál es el secreto para que prosperen en ese suelo serrano.

Primero tuve que poner árboles de protección y después comencé a hacer los de colección, para que los árboles grandes protejan a los más chicos”, dice y agrega: “La clave es ponerlos en distintos lugares, porque a veces, a 100 metros de distancia, un árbol se hiela y al otro no le pasa nada”.

Sin riego ni fumigaciones caseras ni químicas, Luis e Isabel mantienen el oasis a puro conocimiento y dedicación. “Acá no tenemos mucha agua, así que cuando lo planto va un besito en la frente y nada más”, dice, mientras ríe y aclara: “Y si se embicha, rezo un Padrenuestro y listo”. “Acá teníamos una acequia que llegaba del río, pero con la crecida de febrero de 2015 el río cambió su cauce y la acequia se secó”, cuenta.

La gran inundación que afectó a gran parte del territorio provincial también hizo estragos en este campo. Tenían también una represa con la que podían sacar agua para regar y se secó.

Además, el río me llevó un alambrado y unas 30 vacas de vecinos entraron y me comieron muchísimas plantas”, cuenta angustiado.

Es una lástima porque nadie se hizo responsable de que los animales estuvieran acá. Si uno mata a una vaca puede ir preso, pero si daña árboles, no pasa nada. Las leyes están hechas por los ganaderos”, reflexiona. El motor de su pasión por los árboles es la energía que le brindan. “Me dan ternura”, concluye.

Un arboreto con todas las letras

Dónde está. La Tormentosa está en el paraje San Lorenzo, 85 km al norte de la ciudad de Córdoba. Cuenta con 22 hectáreas ubicadas sobre la margen norte del río Santa Catalina, en el departamento Totoral.

No está abierto al público. Se pueden concertar visitas en arboretolatormentosa@hotmail.com


Cuando hablo de árboles, ya no uso la palabra autóctono”


Laurino dice que los árboles no son “de” un lugar, sino “en” un lugar. Pide que se deje de discutir qué plantar y se empiece a multiplicar las áreas forestales de Córdoba.

- ¿Qué le atrae más de los árboles?

- Me gusta mucho la etnobotánica, lo que el hombre siempre pensó del árbol. Trato de aprender las historias de los árboles y de lo que los antiguos pensaban del árbol, cómo se comunicaban con él, porque antes había mucho más respeto. Los casamientos se hacían debajo de los árboles, y las reuniones del pueblo para resolver los problemas en Europa también.

- También lo que el hombre hizo con el árbol...

- Claro, por ejemplo, el laurel, que era usado en el Oráculo de Delfos por las sacerdotisas. Ellas quemaban las hojas de laurel y aspiraban el humo, que es alucinógeno. Luego de eso, contestaban a los que iban a pedirles consejos, y a esa altura estaban bastante desinhibidas. De acuerdo con cada lugar y el uso que le daban, también iban cambiando los nombres de esos árboles. Por ejemplo, el Sotacaballo ( Luehea divaricata Mart ) también se llama Francisco Álvarez y nadie sabe quién fue. Además su nombre en guaraní es Ibatinguí, que quiere decir algo parecido a un rebenque, porque las ramas de este árbol son flexibles y servían para pegarle a la cabalgadura.

- ¿Qué opina de la clasificación de los árboles autóctonos y exóticos?

- Yo no uso más la palabra autóctono. Prefiero referirme, como lo hace un autor español, a árboles “en” tal lugar y no a árboles “de” tal lugar. El término es muy ambiguo porque si consideramos un ejemplar autóctono, nos tenemos que preguntar ¿autóctono desde cuándo? Porque acá antes de que se formara la cordillera de los Andes había una vegetación y luego los árboles empezaron a migrar a Brasil y algunos se quedaron, como el tala. Algunos dicen: “Antes de la llegada de los españoles todo lo que estaba acá era autóctono”, y yo no creo que sea una definición muy científica. Es algo controvertido.

- Luego de la gran inundación de 2015, los expertos coinciden en que es necesario reforestar el suelo cordobés donde se ha talado el 90 por ciento del bosque nativo y en la importancia de plantar árboles autóctonos. ¿Cuál es su opinión?

- Le puedo dar muchos puntos de vista de acuerdo con distintos autores. Algunos dicen “ya no hay tiempo” porque hace años que se están peleando para ver qué tipo de árboles plantan y al final no ponen ninguno. Hay muchos países donde ya han adoptado una clara decisión frente a estos problemas, acá seguimos discutiendo. Lo que se deforestó ya está, si se plantó pinos en Calamuchita y ahora complican los incendios, bueno, ya está, no los vamos a sacar a todos. El gran error es reducir cuando lo necesario es multiplicar la cantidad de hectáreas de reservas naturales, como para salvar algo. Las estamos achicando cada vez más haciendo casas, construcciones. Tiene que haber una clara política de Estado frente a esto.

- ¿Qué le dice a la gente que le pide consejos sobre qué tipo de árboles plantar en su casa?

- Lo principal es que cada uno busque el árbol que quiere tener cerca, que lo conozca y estudie. Es importante que les transmita algo, que logren algún tipo de vínculo con esa planta. Luego mucho depende de la circunstancia y de con qué se va a encontrar el árbol. Si está mal plantado puede traer problemas, pero, si no, es muy difícil que funcione mal.

Ver más: Cuatro especies de árboles entre centenares

Fuentes:
Virginia Digón, Luis Laurino, creador de un oasis, 28/08/16, La Voz del Interior.

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