por Baher Kamal
Roma, 18 ago 2016
(IPS). El mundo pierde 12 millones de hectáreas de tierra fértil
por año, lo que equivale a 33.000 hectáreas diarias, de 30 a 35
veces más que la proporción histórica.
Estudios
científicos calculan que la superficie terrestre en condiciones de
sequía pasó de 10 a 15 por ciento a principios de 1970 a más de 30
por ciento a principios de 2000, y que esas cifras seguirán
aumentando.
Aunque las
sequías ocurren en todas partes, África parece ser el continente
más perjudicado. De acuerdo con la Convención de las Naciones
Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD, en inglés),
dos tercios de las tierras africanas son desierto o tierras áridas.
El reto es enorme
para el segundo continente en tamaño del planeta, con 1.200 millones
de habitantes distribuidos en 54 países y que fue la región más
afectada en 2015-2016 por el fenómeno climatológico conocido como
El Niño.
“A nivel
mundial, las sequías son cada vez más graves, con mayor frecuencia,
más duración y extensión espacial. Su impacto es cada vez mayor, e
incluye al desplazamiento humano masivo y la migración. La sequía
actual es evidencia”, expresó Daniel Tsegai, funcionario de la
UNCCD, en la Conferencia sobre la Sequía en África que se
desarrolla en Windhoek hasta el viernes 19, organizada por el
organismo y el gobierno de Namibia.
La conferencia
hace hincapié en la llamada “resiliencia ante la sequía”.
“La resiliencia
ante la sequía se define simplemente como la capacidad de un país
para sobrevivir sequías consecutivas y ser capaz de recuperar las
condiciones previas”, explicó Tsegai, en diálogo con IPS.
“Para empezar,
hay cuatro aspectos en la sequía, el meteorológico (clima), el
hidrológico (aguas superficiales), el agrícola (cultivo) y el
socioeconómico (las consecuencias para los seres humanos)”,
indicó.
Los cinco grandes
“ausentes”
Para Tsegai, los
principales obstáculos para lograr la resiliencia ante la sequía en
África son:
a) La falta
de una adecuada base de datos que incluya al clima, los recursos
hídricos -superficiales y subterráneos-, la humedad del suelo,
así como las incidencias de sequías pasadas y sus impactos.
b) La mala
coordinación entre los diversos sectores y actores relevantes en un
país y entre países de una región.
c) El bajo
nivel de capacidad para aplicar medidas de reducción del riesgo de
sequía, especialmente a nivel local.
d) La falta
de voluntad política para implementar políticas nacionales de
sequía.
e) El
elemento económico de la preparación para la sequía no está bien
investigado.
En cuanto a los
objetivos de la UNCCD, Tsegai explicó que esta procura mejorar la
productividad de la tierra, restaurar o preservarla para establecer
un uso más eficiente del agua y mejorar las condiciones de vida de
las poblaciones afectadas por la sequía y la desertificación.
El funcionario
señaló algunas de las estrategias que se pueden adoptar para
aumentar la resiliencia ante la sequía. En primer lugar, un cambio
de paradigma en la manera de lidiar con el problema. Debemos cambiar
la forma de pensar sobre la sequía, añadió.
“La sequía ya
no es más un evento aislado y ni siquiera una ‘crisis’. Va a ser
más frecuente, grave y de mayor duración. Es un riesgo constante”,
aseguró Tsegai.
“Por lo tanto,
tenemos que dejar de ser reactivos y ser proactivos, pasar del
enfoque de la gestión de crisis a la gestión de riesgos, del
enfoque fragmentado a uno más coordinado / integrado. Tratar a la
sequía como una crisis implica tratar con los síntomas… y no las
causas”, advirtió.
“En resumen, el
camino a seguir es el desarrollo de una (política de) sequía
nacional basada en los principios de la reducción del riesgo”,
recomendó.
En segundo lugar
es necesario fortalecer los sistemas de control y de alerta temprana
de las sequías. También es importante evaluar la vulnerabilidad del
país ante el fenómeno y realizar perfiles de riesgo: quiénes se
verán afectados, en qué zonas y cuáles serán los impactos.
La ejecución de
medidas de reducción del riesgo incluye el desarrollo de sistemas de
riego sostenible para los cultivos y el ganado, el seguimiento y la
medición del abastecimiento de agua y sus usos, el reciclaje y la
reutilización de las aguas, y la posibilidad de cultivos más
tolerantes a la sequía y la ampliación de seguros de cosechas.
Las cinco grandes
opciones
Tsegai espera
cinco resultados de la conferencia de Windhoek:
- Un documento de estrategia común a nivel de África para fortalecer la preparación ante la sequía del continente, que pueda aplicarse y compartirse entre los países.
- Que conduzca al desarrollo de políticas nacionales integradas destinadas a la construcción de sociedades más resilientes a la sequía, basadas en el uso sostenible y la gestión de los recursos naturales – tierra, bosques, biodiversidad, agua, energía, etc.
- Se espera que los países acuerden un protocolo que sea vinculante y que se presentará en la Conferencia Ministerial Africana sobre el Ambiente en 2017, para su aprobación en la cumbre de la Unión Africana (UA).
- Los resultados de la conferencia se presentarán ante los gobernantes de la UA para obtener su respaldo.
- Se espera, además, que la conferencia fortalezca las alianzas y la cooperación Sur-Sur, para apoyar el desarrollo de políticas nacionales y la mejora de las ya existentes sobre gestión de la sequía.
Traducido por
Álvaro Queiruga
Fuente:
Baher Kamal, El planeta pierde 33 mil hectáreas de tierra fértil por día, 18/08/16, Inter Press Service. Consultado 18/08/16.
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