miércoles, 5 de agosto de 2015

Qué hacer con la basura electrónica

Según estimaciones de la organización Greenpeace, en la Argentina se estima que cada habitante genera 4 kilogramos de basura electrónica por año. Cientos de miles de toneladas de material desechable provienen, entonces, del descarte de los equipos electrónicos.

Este fenómeno no para de crecer debido a la impresionante revolución tecnológica que ha cambiado al mundo y facilitado la vida del hombre. Sin embargo, no parece existir una política de Estado que diseñe y ponga en marcha estrategias de reciclado y reutilización, como existe en otras naciones del mundo. Es más, el país no tiene una norma específica y de alcance nacional sobre el tema. La demora del Congreso en abordar la cuestión es innegable. En 2012 perdió estado parlamentario una iniciativa auspiciada por entidades ecologistas. En octubre de 2013 se presentó un proyecto de ley que obtuvo media sanción en la Cámara de Senadores y esperó en vano la media sanción restante en la Cámara de Diputados.

Entonces, a la deriva en materia de legislación, el problema ambiental serio que generan los residuos electrónicos sólo es atacado a través de la acción de organizaciones no gubernamentales, de la iniciativa de determinados gobernantes locales que comprenden la magnitud del tema, por universidades que cuentan con programas al respecto y hasta por proyectos escolares que trascienden las aulas y las instituciones, tal como en nuestra ciudad lo viene haciendo el colegio Sagrado Corazón en su nivel medio. Vale también remarcar el trabajo que viene haciendo en este sentido la Universidad Nacional de La Plata, similar al que se desarrolla en varios otros puntos del país. Nuestro colega El Día de la capital bonaerense informó hace poco que esa casa de altos estudios convocó a alumnos a participar como voluntarios para trabajar en la restauración de computadoras que luego serán donadas a instituciones sin fines de lucro y así contribuir con el cuidado del medio ambiente. Se trata del Programa de Extensión E-Basura, de la Facultad de Informática, que promueve la reutilización de la basura electrónica si se encuentra en condiciones operativas para ser parte del equipamiento informático, y de esta manera posibilitar el acceso a la tecnología a instituciones, organizaciones sociales, comedores populares y escuelas”.

Es verdad que se trata de un asunto de escala global. Y que las soluciones que se encaran en distintas partes del planeta no permiten augurar que se encuentren más que paliativos. En 2012, se produjeron casi 49 millones de toneladas métricas de basura electrónica, un promedio de 7 kilogramos para cada uno de los habitantes del planeta, de acuerdo con un reciente informe de una comisión especial de la ONU. A partir de distintas iniciativas, Naciones Unidas quiere poner el foco a nivel global sobre este problema, lo que en inglés se conoce como "e-waste". Ello, tanto por la gran cantidad de piezas con productos tóxicos de estos aparatos, como por el interés económico que surge de las tareas de reciclaje.

No obstante lo complejo de la problemática, se imponen algunas decisiones políticas en el sentido de avanzar hacia un programa nacional de reconversión, reciclaje y reutilización de los desechos electrónicos. Las urgencias del momento y las peculiaridades de la práctica política argentina en un año electoral quizás impiden mirar más allá del horizonte inmediato. Pero el tema del tratamiento de la basura electrónica debería convertirse en una cuestión de Estado, al menos cuando los decibeles de la contienda electoral comiencen a bajar.

Fuente:
Qué hacer con la basura electrónica, 03/08/15, Clarín. Consultado 05/08/15.

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