sábado, 10 de mayo de 2014

Pocas acciones contra animales invasores

Mejillón dorado. Colonizó el Embalse de Río Tercero. Genera inconveniente en las captaciones de agua de la usina de Epec y la Central Nuclear

Varias especies exóticas que viven en Córdoba están provocando daños económicos y ambientales, aunque nadie los ha medido.

por Lucas Viano

Algunos animales que forman parte del paisaje habitual de las Sierras o la pampa cordobesas en realidad no son de estas tierras. Son invasores que están provocando daños económicos y ambientales. El problema es que se sabe de ellos poco. Los investigadores han descrito y estudiado algunas especies exóticas de los ecosistemas cordobeses, pero no hay muchos estudios sobre sus efectos.

Por ejemplo, se conoce que el jabalí habita la provincia desde hace 40 años. Pero nadie ha evaluado qué cambios está provocando en el ambiente.

“Se sabe que esta especie de Eurasia destruye la cobertura vegetal en busca de alimento. Esto deja el suelo desnudo y reduce la cobertura de algunas plantas. También depreda las semillas de algarrobo y otras, y probablemente compite con la fauna nativa”, explica Estefanía Ruiz, quien realizó un estudio sobre la distribución de esta especie en Córdoba para su tesis de maestría.

Un trabajo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) estimó que la paloma, la especie invasora por excelencia, provoca una pérdida de un tercio de los cultivos en el sur de la Provincia. Sin embargo, este dato no coincide con otros estudios realizados en otras partes del país, en donde las pérdidas fueron más bajas. Esta ave también general problemas en la ciudad de Córdoba y todavía no se sabe qué hacer para controlarla.

Mientras tanto, muchas especies invasoras gozan de la protección de las leyes de caza. Es el caso de la liebre europea. La reglamentación de caza solo permite cinco ejemplares por cada cazador. Este animal fue declarado plaga. La razón de esta restricción es puramente económica: proteger las poblaciones para darle continuidad a la caza y el comercio.

Lo mismo ocurre con las restricciones para pescar truchas en Córdoba, un pez considerado una de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

“No hay criterios ecológicos en el reglamento de pesca. La paradoja es que no hay un reglamento que regule la pesca de tarariras, un pez autóctono”, asegura Julián Lescano, biólogo del Centro de Zoología Aplicada de la Universidad Nacional de Córdoba que ha evaluado el daño que este pez está provocando en los arroyos serranos. La fauna autóctona acuática nunca convivió con un pez tan voraz como la trucha.

La culpa es del hombre

Todas las invasiones fueron provocadas por el hombre. Algunas ocurrieron sin intención, como el caso del mejillón dorado. El molusco ha poblado el Embalse de Río Tercero y genera graves complicaciones en la usina de Epec, la Central Nuclear y las cooperativas que utilizan el agua del lago para potabilizar.

El mejillón dorado llegó a la cuenca del río de la Plata, a la cual pertenece el río Tercero, en 1991 como “polizón” en los barcos provenientes de Asia, de donde es este molusco.

En cambio otras especies fueron intencionalmente introducidas por el hombre. Es el caso de la trucha y el jabalí para fomentar la pesca y caza deportiva. La gambusia o pez mosquito se extendió por Argentina para combatir a los mosquitos. Se alimenta de larvas, pero además come los huevos de peces nativos. Ahora es un pez omnipresente en los ríos.
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Un caso de introducción intencional bastante particular es el que sucedió con las ardillas de vientre rojo en La Cumbrecita en 2000. Con el visto bueno de la comuna, un hotel decidió introducir 30 ejemplares de este roedor como un atractivo más. Lo curioso es que la comuna deslindó de toda responsabilidad ambiental al hotel.

“Los riesgos de introducir está especie son la transmisión de enfermedades y el consumo de huevos aves nativas. En la Cumbrecita hay algunas que están en peligro de extinción”, comenta el biólogo Agustín Zarco, que las estudió. Y agrega que otro problema económico es que roen cables, comen frutos de cultivos y que para construir sus nidos usan corteza de los árboles. “Los árboles, al ser descortezados, mueren de pie. Esto perjudica a las forestaciones y a los tabaquillos. Yo puede observar que las ardillas los dañaban”, señala.

Los biólogos aseguran que los controles son claves para evitar más daños. Es vital impedir la suelta ilegal de nuevos ejemplares.

Las especies que vienen pueden ser más complicadas

El estornino pinto y la rana toro figuran en la lista de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo. Ya se vieron en Córdoba.

La primera población cordobesa de rana toro la encontró Lescano hace algunos años cerca de Jesús María.

“Pero seguramente esta desde mucho antes, porque los primeros criaderos son de la década de 1970”, apunta el biólogo. La principal fuente de invasión son los criaderos de donde se escapan o liberan individuos luego de cerrarlos.

“En Córdoba el daño que puede hacer no es grave si pensamos que, en principio, la rana toro no podría colonizar los sitios en donde hay anfibios endémicos que podrían ser sus presas”, puntualiza el biólogo Javier Nori, quien utilizó modelos climáticos para estimar su posible ocupación en Argentina.

En principio, las zonas altas de las sierras no son aptas para la rana toro. Pero este anfibio tiene el potencial de invadir todo el territorio argentino a excepción de las zonas andino-patagónicas.

Igualmente no hay que tentar al demonio. Por ejemplo, sería muy arriesgado instalar un criadero de rana toro en la zona serrana, en especial de los 1.500 metros sobre el nivel del mar hacia arriba.

En Córdoba fueron vistas poblaciones del anfibio en Sarmiento (cerca de Jesús María), Las Tapias (en el arroyo que sale del dique La Viña), dique La Quebrada, en los alrededores de Berrotarán y en río de los Sauces. Los primeros individuos de estornino pinto fueron vistos en Córdoba en 2008. Son observaciones esporádicas en la ciudad de Córdoba y en La Cumbre. Esta ave originaria de Eurasia es plaga en otros sitios. Estados Unidos sufre pérdidas de más de dos mil millones de dólares anuales a causa de esta especie.

Se alimentan de los cultivos, pero además pueden alterar los ecosistemas nativos ya que son muy agresivas y se instalan en nidos ajenos. En Córdoba se la ha visto pelear con pájaros carpinteros y robarles sus nidos.

En la década de 1980 fueron vistos los primeros ejemplares del país en Quilmes, Buenos Aires. En general son animales liberados por vendedores o amantes de los pájaros.

Otras especies que fueron liberadas y vistas en ambientes silvestres cordobeses son la tortuga de orejas rojas y el hurón europeo. Ambas especies son vendidas como mascotas.

Las truchas acorralan a dos anfibios autóctonos

Su voracidad está mermando la población de la ranita trepadora serrana y el escuercito de Achala, dos anfibios que sólo viven en nuestra provincia.

Nadan por los arroyos cordobeses pero no son de acá. Las truchas son peces de reconocida fama invasora y dañina. Y están haciendo lo suyo en las sierras. Dos anfibios que solo viven en Córdoba y también usan los arroyos para desarrollarse están acorralados por culpa del apetito voraz de las truchas.

Esta conclusión surge de un trabajo realizado por biólogos del Centro de Zoología Aplicada de la Universidad Nacional de Córdoba.

En las tres cuencas estudiadas la ranita trepadora serrana y el escuercito de Achala perdieron el 70 por ciento del hábitat fluvial. Los anfibios cursa parte de su vida en un medio acuático como renacuajos.

“Estos sapitos viven allí y en ningún otro lugar del mundo. Hace miles y miles de años que habitan estos arroyos y nunca convivieron con un pez predador como las truchas. No tienen defensas contra los predadores y además viven casi un año en estado de renacuajo en los ríos serranos”, comenta Javier Nori, que colaboró en el trabajo.

En tanto, Julián Lescano, el autor principal del estudio, asegura: “A este paso estos anfibios están condenados a vivir solo en las nacientes de los ríos, donde la trucha no puede llegar”.

La trucha que habita las sierras en realidad son dos especies: la trucha arcoris (Oncorhynchus mykiss) y la trucha 
de arroyo (Salvelinus fontinalis).

La primera está incluida en un listado de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Ambas especies son originarias de América del Norte pero se han extendido por todo el mundo por su interés gastronómico y deportivo.

Son voraces y se alimentan de larvas, crustáceos y algunos peces. Un ejemplar adulto puede medir hasta 50 centímetros. En otras regiones ha llevado a la extinción de anfibios y otros peces.

Sin embargo el reglamento de pesca la protege porque en algunos ríos permite la pesca con devolución y en otros el pescador solo se puede llevar un número limitado de ejemplares.

“No hay criterios ecológicos en este reglamento. La paradoja es que no hay un reglamento para pescar tarariras, un pez autóctono”, detalla Lescano.

Los investigadores evaluaron el impacto que tiene la presencia de estas dos especies sobre dos especies de anfibios endémicos de las sierras de Córdoba.

En su etapa de renacuajo el escuercito de Achala y la rana trepadora serrana viven en los arroyos serranos de donde se alimenta especialmente de 
algas.

“Las truchas están condicionando a las dos de las especies. Donde hay truchas casi no hay ranitas trepadora serrana. En especial con la trucha de arroyo, que está en las zonas más altas de los arroyos. En tanto, la presencia de la trucha directamente es incompatible con el escuercito de Achala”, explicó Lescano.

El escuercito de Achala figura en la lista roja de especies amenazadas de la UICN. “En las tres microcuencas donde realizamos el trabajo estas dos especies de anfibios han perdido el 70 por ciento de sus sitios de reproducción y desarrollo larval”, puntualiza Lescano. Se trata del arroyo Trinidad, en el Parque Nacional el Condorito; el sistema de los arroyos Las Lomitas, Ensenada y el Barroso, que finaliza en el Condorito y en la cuenca alta del río Yuspe.

La relación trucha-anfibio es evidente. Primero corroboraron que los peces comen renacuajos. Pero también detectaron que en los arroyos que no hay peces los renacuajos abundan.

Algunos arroyos tienen cascadas que sirven de barrera para que la trucha no suba. El río tiene las mismas condiciones arriba y debajo de las cascada. “Arriba hay muchas larvas de anfibios, unas 100 por cada 10 metros de arroyo, mientras que abajo no hay larvas, pero hay truchas. Es muy obvia la relación”, asegura Lescano.

Además de que estos invasores pueden poner en riesgo la supervivencia de dos especies única en el mundo, podrían estar causando un daño más grave en el ecosistema.

Estos renacuajos son los herbívoros más importantes de los ríos serranos. Comen algas. Si disminuye la población de renacuajos, aumentará la presencia de algas. Eso puede afectar la calidad de agua que llega a los diques.

Pesca deportiva

Este daño ecológico choca con el beneficio económico y turístico que genera en la región. Muchos pescadores vienen a las sierras de Córdoba a pescar trucha con mosca.

Los biólogos no pretenden erradicar la trucha de los arroyos de Córdoba, pero sí proponen que se cree un reglamento de pesca diferenciado. “Podría haber ríos que sean intangibles, en donde se erradiquen las truchas y no se pueda sembrar más, para que puedan sobrevivir los anfibios autóctonos”, indica Lescano. Y agrega: “También se podría liberar el número de ejemplares por pescador. Y controlar que no haya nuevas siembras. Muchos pescadores compran alevinos de truchas y los siembran ellos mismos”.

Reglamento. La Provincia tiene un reglamento que regula la pesca de truchas en los ríos serranos. Prohíbe la práctica de junio a septiembre.

Cupo. El reglamento fija que cada pescador puede llevarse como máximo tres ejemplares de un tamaño de hasta 25 centímetros.

Devolución. En varios sectores, la pesca es con devolución. Por ejemplo, en el lago Los Alazanes, en parte del río del Medio y en los ríos El Durazno y Pintos, entre otros.

Con mosca. La trucha se pesca con mosca, una práctica entretenida y que moviliza a muchos pescadores en el mundo. En Argentina, el lugar por excelencia para pescar truchas con mosca es la Patagonia.

Fuente:
Lucas Viano, Pocas acciones contra animales invasores, 10/05/14, La Voz del Interior. Consultado 10/05/14.
Los 10 animales invasores de Córdoba, 10/05/14, La Voz del Interior. Consultado 10/05/14.
Las especies que vienen pueden ser más complicadas, 10/05/14, La Voz del Interior. Consultado 10/05/14.
Las truchas acorralan a dos anfibios autóctonos, 10/05/14, La Voz del Interior. Consultado 10/05/14.

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