Se trata de instituciones de la provincia ubicadas a metros
de los cultivos, una problemática que se repite en el sur cordobés. En el país,
la aplicación de agroquímicos afectaría a 700 mil alumnos. Ante ello, distintas
organizaciones lanzaron una campaña nacional para sensibilizar a la población.
por Lucía Maina
Alrededor de 700 mil niños del país se encontrarían
expuestos a la aplicación de agroquímicos que se realiza en los alrededores de
los establecimientos educativos rurales y periurbanos. Así lo advierten las
organizaciones de vecinos, docentes y profesionales de la salud que impulsan la Campaña “Escuelas
Fumigadas ¡Nunca más!”.
El médico Medardo Ávila, uno de los coordinadores de la
iniciativa, indicó que la campaña busca revertir una grave problemática
sanitaria a la que se encuentran expuestas alrededor de 1.500 instituciones
educativas a nivel provincial. De hecho, esta realidad también ha dado origen a
la conformación de un grupo denominado “Docentes Fumigados de la Provincia de Córdoba”.
En tanto, maestros del sur cordobés revelaron a El Puntal de Río Cuarto que
las fumigaciones se viven a diario en la mayoría de las escuelas rurales de la
zona. “Más de una docente ha cruzado una tranquera para ir a pedir por favor
que esperen a que termine de dar clases para fumigar, eso sucede a diario”,
señaló una trabajadora del ámbito educativo que se desempeña en el medio rural
de Río Cuarto.
Justamente, la campaña lanzada el mes pasado por la Coordinadora Nacional
de Pueblos Fumigados busca visibilizar la situación de aquellas “escuelas que
son fumigadas periódicamente en forma terrestre y aérea, sin mediar ninguna
distancia mínima de protección, incluso estando estudiantes y maestros en la
institución”, tal como describen en su página web
(clic aquí).
En ese marco, advierten también sobre la existencia de
establecimientos “cuyos niños y adolescentes son utilizados como banderilleros -sufriendo envenenamientos agudos, además de los crónicos que implican años de
cursado en zonas envenenadas- o sufren las penurias del trabajo rural
infantil”.
Ante este panorama, “se armó un grupo de trabajo para ir
recogiendo testimonios, denuncias, con la idea de juntar toda la información
que podamos y antes de que terminen la clases llevársela a las autoridades
nacionales”, relató Ávila, integrante de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, respecto de
la campaña. Y agregó que de esa manera se exigirán medidas para revertir los
daños en la salud que sufren los integrantes de las instituciones afectadas.
La problemática en la región
El médico informó que en el interior de la provincia de
Córdoba existen en total 3 mil escuelas y se estima que alrededor de 1.500 se
encuentran “en áreas vecinas o limítrofes con campos fumigados”.
En consonancia con estos datos, según un informe elaborado
por el Consejo para la Planificación Estratégica de la Provincia de Córdoba
(Copec) en 2009, existen en el territorio provincial 2.022 escuelas rurales de
todos los niveles, a las que asisten 76.928 estudiantes. De ese total, 1621
establecimientos están ubicados en el campo, mientras que 400 corresponden a
pequeñas poblaciones.
Los relatos de docentes, autoridades y trabajadores de
escuelas rurales y periurbanas de Río Cuarto y la región demuestran que las
pulverizaciones son una problemática frecuente en una gran cantidad de
establecimientos del sur provincial.
“Uno que tiene experiencia como docente rural sabe que
alrededor de las escuelas también se fumiga”, expresó Armando Loeffel, quien
actualmente es director de la escuela primaria Hebe San Martín de Duprat de la
ciudad de Río Cuarto.
“Es común a muchísimas escuelas rurales de la zona, todas
estamos sembradas. Nuestro mapa productivo cambió radicalmente”, afirmó Nélida
Acti, directora y maestra del establecimiento Gabriela Mistral ubicada en Los
Alfalfares, a 17
kilómetros de Villa Huidobro.
La docente relató que las fumigaciones alrededor de dicha
escuela se intensificaron en los últimos años, a partir de que en la zona se
comenzó a reemplazar la producción de trigo y maíz por la de soja y maní, ya
que estos últimos cultivos “requieren cinco o seis pulverizaciones para
cosechar”.
Una fuente consultada por este diario que trabaja
asiduamente en escuelas rurales del Departamento Río Cuarto también indicó que
gran parte de estas instituciones se ven afectadas por el uso de agroquímicos.
Agregó que en ciertos lugares se fumiga fuera del horario de clase pero destacó
que cuando la pulverización es tercerizada a una empresa, los aplicadores
suelen trabajar mientras funciona la escuela.
“Las maestras vamos permanentemente a pedir que no lo hagan,
que estamos con los chicos. Constantemente se está trabajando esto en las
escuelas, no para que no se use sino para que se cuide el uso”, afirmó la
trabajadora.
Y explicó que la mayoría de los aplicadores responden
favorablemente al pedido de los docentes, aunque “a veces a la gente no le
gusta porque pierden horario de trabajo”.
Las docentes consultadas también expresaron preocupación
ante los riesgos a que se encuentran expuestos los alumnos de escuelas rurales
en sus propios hogares, ya que la mayoría vive en los campos y son hijos de
trabajadores que utilizan plaguicidas periódicamente.
Ante ello, desde varias escuelas intentan concientizar a los
niños sobre los riesgos de estos productos: “Que los chicos aprendan a conocer
las tecnologías que atraviesan el espacio donde viven forma parte del
aprendizaje que la escuela tiene que dar, sobre todo la escuela rural, que es
un lugar de encuentro social y cultural”, expresó una de las trabajadoras del
ámbito educativo.
Los establecimientos ubicados en la periferia de las
ciudades tampoco son ajenos al problema. Así lo demuestra la experiencia vivida
en la escuela Hebe de Duprat del barrio Jardín Norte de la ciudad de Río Cuarto, donde
sus docentes debieron interrumpir las clases para detener las fumigaciones
realizadas en un campo ubicado a sólo 10 metros de la institución.
Docentes fumigados
En el último tiempo, se abrió un amplio debate público
acerca de la necesidad de limitar las fumigaciones cercanas a viviendas y
centros urbanos. Sin embargo, poco se habla hasta ahora de los riesgos a los
que son expuestos alumnos y docentes que asisten diariamente a escuelas
ubicadas a metros de los campos.
Según los impulsores de la campaña, esta situación permanece
invisibilizada debido a que las personas afectadas ven muchas veces limitadas
sus posibilidades de denuncia por los vínculos económicos o afectivos que
mantienen con los productores.
Estas dificultades llevaron a conformar el grupo “Docentes
fumigados de la provincia de Córdoba”, una organización que nuclea
especialmente a maestros de distintos niveles educativos del norte provincial.
“Estamos trabajando sobre la problemática que ha traído este
modelo de la agricultura altamente tecnificada en nuestra región”, contó el
integrante del grupo Omar Toledo, docente del Ipea 113 de Cañada de Luque, en
el Departamento Totoral. Y agregó que en dicha institución los mosquitos
“pasaban derramando veneno incluso por la cancha de fútbol donde hacían
gimnasia los chicos”.
“No hay un docente en el campo que no haya tenido un aborto
espontáneo o que no tenga un familiar muerto por cáncer”, denunció el maestro,
quien luego de realizarse análisis en la UNRC descubrió que tenía tres agroquímicos en
sangre y anomalías en su ADN. Y añadió que luego de ver cómo se multiplicaban
las enfermedades en sus comunidades, los maestros de distintos departamentos de
la provincia decidieron empezar a capacitar a sus colegas sobre los riesgos de
las fumigaciones en la salud.
Además, el año pasado el grupo presentó un proyecto a los
estados provincial y nacional para crear una zona de resguardo ambiental alrededor
de las escuelas, donde sólo puedan realizarse producciones orgánicas. “No sólo
pedimos que no se fumigue más sino que también proponemos soluciones, que
existen”, finalizó Toledo.
Testimonios desde las instituciones
“Estamos rodeados de maní, soja y de estas pulverizaciones”
La escuela rural Gabriela Mistral de Los Alfalfares, a 17 kilómetros de
Villa Huidobro, también padece las consecuencias de la actividad agropecuaria.
“Tengo mi escuela pegada a lotes de campo. En una
oportunidad habían sembrado maní y el chico empezó a fumigar estando los
alumnos en el recreo. Lo tuve que parar y explicarle que no podía hacer eso”,
contó la directora y maestra de la institución, Nélida Acti.
Y continuó: “Nosotros estamos rodeados de maní, soja y de
estas pulverizaciones que no sabemos hasta qué punto nos afectan porque sabemos
el poder residual que tienen los plaguicidas y que de a poco van envenenando
nuestra tierra”. Y agregó que ante esta situación, ella misma debe llevar agua
desde su casa para evitar que los estudiantes tomen el líquido de la escuela.
Pero el problema no sólo se vive en la institución, ya que
la mayoría de los estudiantes son hijos de empleados rurales y las fumigaciones
también se producen en sus propios hogares: “Ellos me cuentan del olor, que
persiste varios días, o por ejemplo herbicidas o plaguicidas que están en los
galpones donde viven, tienen contacto con eso”.
La directora señaló que las enfermedades respiratorias son
frecuentes en la zona, aunque aún no puede comprobarse su vínculo con los
agroquímicos. Y agregó: “En Villa Huidobro han nacido niños con malformaciones.
Los médicos les han dicho a las mamás que puede ser producto de esto. Ese es el
problema de esto: que no mata instantáneamente y no es muy visible”.
“Dos docentes interrumpieron una fumigación”
La experiencia vivida en la institución primaria Hebe San
Martín de Duprat, ubicada en el barrio Jardín Norte de la ciudad de Río Cuarto,
demuestra que la problemática de las fumigaciones también se percibe en las
periferias de los centros urbanos. La escuela se encuentra a sólo una calle de
distancia de un campo que hasta hace un tiempo se encontraba sembrado con soja.
“Una mañana que estábamos trabajando y estaba la máquina
fumigando llamamos a la policía y dos docentes acompañaron a la policía,
hablaron con el empleado que estaba trabajando y entendió. Inclusive el
empleado estaba sin barbijo, sin ningún tipo de protección para él”, relató el
director de la escuela, Armando Loeffel, respecto del episodio ocurrido hace
dos años durante el horario de clases.
Y continuó: “Después de que las dos docentes intervinieron
interrumpiendo la fumigación dejaron de fumigar de día y lo hacían de noche,
salían a eso de las 2 de la mañana y seguían hasta las 5” .
El directivo precisó que la actividad se desarrollaba de
manera terrestre en un campo ubicado a 10 metros de la entrada
de la escuela.
“Se fumigaba en el lote y el líquido cruzaba y mataba yuyos
de este lado de la calle, o sea que a las personas también les tiene que haber
afectado”, dijo respecto del impacto en la salud.
Afortunadamente, después de los reclamos de docentes y
directivos, las fumigaciones en el campo vecino a la escuela Hebe de Duprat se
detuvieron.
“El avión abrió la boquilla y me bañó completa”
Una persona que trabaja asiduamente en escuelas rurales del
Departamento Río Cuarto fue víctima directa de las fumigaciones realizadas en
la zona.
“Yo estaba en el patio de una escuela esperando que se
iniciaran las actividades. Llegué temprano y estaba sola, gracias a Dios.
Frente a la escuela había un lote de soja; escuché el ruido de una avioneta y
cuando quise acordar estaba arriba mío. No sé si falló el banderillero pero el
avión abrió la boquilla justo donde estaba parada y me bañó completa con el
líquido que estaba usando para fumigar”, relató la mujer. Y continuó: “A partir
de ahí entré como en un impasse de seis meses en que no tuve ningún
inconveniente, y en febrero empecé a sentir dolores, era un malestar muy
fuerte. Después de muchos estudios, lo primero que apareció fue que mi sistema
inmunológico se había hiperactivado, más de lo normal. Los médicos calculan que
eso fue lo que me salvó del envenenamiento”.
Luego de viajar a distintas ciudades y consultar a diversos
especialistas, la trabajadora del ámbito educativo fue diagnosticada con una
polineuropatía, una enfermedad crónica que genera distintas secuelas y no tiene
cura. “Con eso convivo desde hace 4 años”, expresó en referencia al momento en
que sufrió la intoxicación.
“Mucha gente siente malestar y no sabe, porque no es fácil
llegar al diagnóstico”, reflexionó la mujer y acotó que, por sus altos costos,
los tratamientos son inaccesibles para buena parte de la población.
Fuente:
Lucía Maina, Denuncian que más de 1.500 escuelas están expuestas a las fumigaciones, 28/10/12, El Puntal de Río Cuarto.
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