Aquí se resumen los fundamentos por el No a la Megaminería metalífera
y uranífera a cielo abierto que a partir de la lucha de Famatina resuenan en un
creciente eco en distintos puntos del país.
El libro 15 mitos y realidades de la minería transnacional
en la Argentina
(Editorial El colectivo y Ediciones Herramienta) publicado el año pasado por el
Colectivo Voces de Alerta ya advertía que el problema no es de información.
Entre los ambientalistas, el tema está claro desde hace años.
No es sustentable. La primera consideración importante es
que por definición la minería no es una actividad sustentable, o sea perdurable
en el tiempo, simplemente por tratarse de un recurso no renovable. Por ello es más
propio hablar de "extracción" en vez de "producción". Las
estadísticas demuestran que el empleo y la riqueza que se generan en el lugar
de la explotación tampoco se sostienen luego de que la mina se cierra. En todo
caso, la pregunta por la sustentabilidad hace referencia al uso de los
minerales, para lo cual sería necesario fomentar las 3Rs (reducción,
reutilización, reciclaje). Esto nos lleva al siguiente punto.
Especulación y consumismo. El tipo de minería en cuestión es
la metalífera transnacional a gran escala y a cielo abierto, advierte Voces de
Alerta (dejando de lado la extracción de los no metalíferos como la caliza, sal
de mesa o arena para la construcción, entre otros). Los yacimientos
emblemáticos en la Argentina
incluyen la extracción de oro que, según sostienen los ambientalistas, su
función principal es la de respaldar el mercado financiero y enriquecer las
reservas de los más poderosos.
De este modo, el oro necesario para aplicaciones útiles, por
ejemplo en la informática, ya está extraído de la naturaleza. En los primeros
tiempos, no tenía tanto impacto ambiental, porque las vetas eran más ricas en
minerales. Hoy en cambio los yacimientos tienen "baja ley", y por eso
es necesario destruir cerros y montañas para extraer unos gramos de oro. De eso se trata la mega-minería a cielo
abierto con utilización de cianuro u otro metal pesado, y de grandes cantidades
de agua, para la "lixiviación" del metal. Es decir, separarlo de las
grandes cantidades de roca, algo que no puede hacerse manualmente como en la
minería artesanal.
El mecanismo es obtener la máxima ganancia al menor costo. Y
esto solo es posible con fuertes beneficios impositivos, financieros y
aduaneros que reciben las mineras, entre ellos los subsidios para el agua y la
energía. Las tarifas son muy bajas o nulas, en detrimento del abastecimiento
domiciliario o para las actividades productivas más amigables con el ambiente.
Entre los bajos costos, se incluye la muy pobre gestión de residuos tóxicos,
que se generan en la lixiviación (ver Contaminación y minería).
¿Es responsable? Es cierto que las mineras destinan
importantes donaciones en las comunidades donde operan, para los hospitales,
escuelas e instituciones sociales como huertas comunitarias, iglesias, medios
de comunicación o clubes deportivos. Aunque constituyen un porcentaje mínimo de
sus rentas, los fondos muchas veces representan la principal fuente de ingreso
para estas instituciones lo que provoca una asimetría de poder que coopta
voluntades, tal como explicó anteriormente el abogado ambientalista Enrique
Viale.
Fue noticia que el lobby minero detuvo un plan nacional de
educación ambiental crítico. En algunas provincias se prohibió que se trate la
minería en las aulas, más aún que se realicen actividades en oposición a ella.
En otras, directamente es el sector minero el que dicta cursos oficializados de
educación ambiental para docentes y alumnos. Asimismo, no faltan las fuerzas
represivas, con el apoyo de la fuerza pública, y se descubren tareas de
inteligencia que “marcan” a los vecinos para su posterior judicialización.
Los pasivos ambientales. El gobernador Beder Herrera –que es
oriundo de Famatina- expresó ante la prensa que el impacto ambiental de Osisko
Mining será cero y preguntó retóricamente: “¿dónde el agua se contaminó por la
minería?”.
La respuesta está en el libro de Voces de Alerta que enumera
los casos de contaminación provocados por la Minera Alumbrera
no solo en Andalgalá (Catamarca) donde opera desde 1997 sino también en Tucumán
y Santiago del Estero, todo constatado en informes científicos, denuncias y
causas judiciales todavía irresueltas.
La clave es que decir que "no existe
contaminación" se hace en base a una operación empresarial. Puesto que el
agua que se utiliza para la lixiviación se contiene en diques de cola. El
riesgo es que esto se expanda hacia el ambiente, algo que no debiera
descartarse porque la zona cordillerana es sísmica, por caso. Aún así, de todos
modos,el agua que está allí ya está contaminada y su remediación resulta muy
dificultosa.
Por lo tanto, la amenaza sobre el agua no es solo por el uso
del cianuro o mercurio, su posible filtración de los diques de cola o el
drenaje ácido, sino también su agotamiento por la alta demanda que tiene la
actividad para separar el mineral por lixiviación o flotación en una región
semiárida. Por ejemplo, minera La
Alumbrera tiene permitida la utilización de 100 millones de
litros de agua por día. También hay una afectación directa cuando las montañas
albergan glaciares, que son cabeceras de cuencas hídricas de importantes ríos
de la región.
Si la prevención dependiera solo de las evaluaciones de
impacto ambiental, hay numerosos casos en la Argentina y el resto de
Latinoamérica donde, después de ser aprobadas, se encontraron falencias
metodológicas e irregularidades jurídicas, lo que no es garantía de
transparencia ni confiabilidad.
Identidad y auto-determinación. Esquel, Andalgalá, Famatina
son gritos de que la minería no es "la única posibilidad de
desarrollo" para las provincias "no sojeras". De hecho, es esta
modalidad de minería la que tiende a una "primarización de la estructura
productiva", según se observó en los últimos años al concentrarse recursos
(o incentivos) en torno a la exportación de minerales sin valor agregado.
Las protestas no son conservacionistas o como se dice
"enemigas del progreso". Por el contrario, la propuesta es salir del
extractivismo y defender el territorio en su sentido más amplio. Entre las
alternativas se ponderan el concepto del "buen vivir", la soberanía
alimentaria, la democracia participativa y una cultura del reciclaje que
permita un uso más eficiente y respetuoso de los bienes comunes.
En el caso de Famatina, hay una cuestión que "los
números" no puede determinar. Y es el valor de un cerro como símbolo de
identidad de un pueblo, en forma similar a cómo se retrató en la ficción de la
película Avatar. Eso es algo intangible, sobre lo cual reposa la salud -en
sentido amplio- de la comunidad.
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