Acompañado por Hebe de Bonafini y Horacio González, el
ministro de la Corte
Suprema Eugenio Zaffaroni sostuvo que, si se siguen
destruyendo ríos, montañas, bosques, “el planeta no se va a acabar, el que se
va a extinguir es el ser humano”.
por Carlos Rodríguez
En su libro La
Pachamama y el hombre, presentado ayer en sociedad, el
ministro de la Corte
Suprema de Justicia Eugenio Raúl Zaffaroni hace un recorrido
jurídico, filosófico y humanístico sobre la relación del hombre con la
naturaleza y con el mundo animal. En una frase que podría resumir el objetivo,
la razón de ser de su obra, Zaffaroni llamó a trabajar "con inteligencia" en la
búsqueda de una "convivencia amable" entre el hombre y la Pachamama , la Madre Tierra , porque
si siguen depredando los ríos, las montañas y los animales que lo habitan "el
planeta va a seguir viviendo, no se va a terminar, pero los que no vamos a
seguir viviendo somos nosotros, los seres humanos". La presentación del libro
se hizo en la
Biblioteca Nacional , con la participación en el panel de Hebe
de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, y del
sociólogo Horacio González, mientras que el humorista Miguel Rep, que acompañó
el texto de Zaffaroni con sus ilustraciones, hacía dibujos relacionados con el
tema que se veían en simultáneo sobre una pantalla gigante.
En su intervención, Zaffaroni afirmó que era "un enorme
honor" el que le hacía la
Asociación Madres de Plaza de Mayo al editar su libro, en
conjunto con Colihue. Bonafini, al abrir el acto de presentación, recordó que
en Bolivia, junto a Evo Morales, le tocó presenciar la celebración de la Pachamama , la invocación
religiosa que suelen hacer los aymaras y otros pueblos originarios, en homenaje
y como expresión de gratitud hacia la tierra. "El libro de Zaffaroni reivindica
ese mensaje que nos dan esos pueblos y nos enseña a valorar la relación con los
animales". Emocionada, recordó que hace poco murió una perra que la acompañó "muchos años y que entendía todo lo que le hablaba. Fue compañera, sin traición
ni engaño".
González, director de la Biblioteca Nacional ,
sostuvo que la obra del ministro de la
Corte tiene "una importancia política fundamental en estos
momentos en que se están discutiendo problemas relacionados con la minería a
cielo abierto y cuestiones relacionadas con el medio ambiente". Sin tomar
posición a favor o en contra de esos proyectos mineros, de todos modos advirtió
que "las decisiones políticas que se toman a veces no tienen en cuenta que está
la especie humana en riesgo si no se toman las medidas adecuadas".
A su turno, Zaffaroni reconoció que el texto de su libro "puede parecer una locura", pero luego dio probadas muestras de que no lo es.
La idea del libro surgió de las nuevas Constituciones de Bolivia y de Ecuador,
en la que se establecen 2los derechos de la naturaleza, equiparándolos con los
derechos humanos". Luego de hacer un racconto de cómo, a nivel jurídico, se ha
ido cimentando, desde 1917 en adelante, la defensa de los derechos humanos, "aunque después no hagamos cumplir las leyes", abogó por empezar a respetar los
derechos de la Pachamama.
"Desde hace mucho tiempo venimos diciendo que por el camino
que vamos, vamos a provocar la destrucción del planeta", pero al mismo tiempo "no se habla a fondo del problema ni se toman las medidas que corresponden".
Recordó que una de las peores guerras contemporáneas, la que estalló hace años
en la República
de Sudán, se intensificó "por la desertificación de una parte del territorio,
lo que obligó a disputar la parte en la cual todavía se puede desarrollar la
vida humana". En ese sentido, pronosticó como posible que se produzcan
conflictos bélicos similares en el futuro.
Zaffaroni dejó sentado que "los valores de nuestras culturas
originarias, que valoraban la tierra, siguen vivos, como siguen vivos los
valores de gaia", una cultura originaria de Grecia que también le daba el
status de "humano" a la naturaleza, a la que había que preservar y defender. "Lo que tenemos que hacer es cambiar el eje. Este libro no es ambientalista ni
ecologista, lo que propone es que tenemos que dialogar con la naturaleza,
preguntarle qué tratamiento hay que darles a las montañas, a los ríos, a los
animales, pero debe ser un diálogo y no un interrogatorio como en la Inquisición : 'Decime
lo que quiero escuchar o te reviento'".
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