sábado, 29 de enero de 2011

Semana de inundaciones y muertes en la capital cordobesa


Frente al estadio Kempes cedió un desagüe y arrastró a un auto estacionado. Foto: Facundo Luque/ La Voz

La tarde del pasado lunes 24 de enero de 2011, se abatió un temporal de lluvia, viento y piedra, que terminó trágicamente. Dos jóvenes murieron electrocutados en una esquina del barrio Alto Alberdi, tras la caída de un cable de media tensión que electrificó el sector por donde caminaban. El vocero de Epec, Adrián Calvo, admitió que no sabía si la electrocución ocurrió por el agua que caía en esos momentos y que podría haber oficiado de conductora de la electricidad.

El temporal golpeó más duro a la zona sur de la ciudad, se inundaron calles y casas en numerosos barrios y villas. En villa La Maternidad, 24 familias resultaron damnificadas por el ingreso del agua. Defensa Civil abrió las compuertas de los canales Maestro Sur (en Rosedal) y Norte (en Argüello), además del desagüe de Juniors. Preventivamente, algunos tramos de la Costanera fueron cortados al tránsito. Pasado el siniestro, grupos de vecinos protestaron por los anegamientos, realizando manifestaciones, diversos cortes y tomas de terrenos baldíos.

La tarde del martes 25, otra tormenta se registró en Córdoba y otras localidades de Punilla. Con consecuencias similares: postes caídos, calles anegadas, barrios sin luz y largas filas de autos atascados por el agua. Se rescataron numerosas personas que estaban debajo de los puentes del Trabajo y 24 de Septiembre. Detrás del Club Juniors las calles estaban totalmente anegadas. El nivel de agua llegó a tener un metro por sobre el nivel del asfalto y el vado Sargento Cabral de San Vicente se inundó de lado a lado. En la isla de los Patos, el nivel del agua subió un metro por sobre el nivel normal.

También hubo llamados a Defensa Civil por problemas con las cloacas, el hundimiento de unos 10 pozos y la caída de nueve postes de alumbrado. Una de las complicaciones más graves fue el hundimiento de una zanja en El Tropezón, que obstaculizó el tránsito desde y hacia La Calera durante todo el día, con largas colas de vehículos. Sobre la avenida Cárcano, a la altura del estadio Kempes, cedió otra obra de desagüe y volcó un auto que se encontraba estacionado.

Voluntad política
No es una novedad, pero con cada lluvia que pasa se reafirma: las inundaciones en distintos barrios de la ciudad no son sólo el fruto caprichoso de la naturaleza, sino también la consecuencia del desordenado crecimiento urbano, que en la última década se profundizó.

Hace una año, el diario La Voz del Interior publicó un informe sobre la "Carta de peligrosidad de inundación, erosión y anegamiento para las acciones de prevención", un mapa de riesgo elaborado en 2001 por Francisco Quintana Salvat y Osvaldo Barbeito, investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, a pedido de la Municipalidad. Pero este instrumento no se utilizó a la hora de planificar las urbanizaciones de los últimos nueve años.

El trabajo advertía que desde la década de 1950 no se realizaron obras de infraestructura para contener las corrientes que afectan tanto a la zona sur como a la norte de la ciudad. Y que gran parte de la infraestructura que se construyó en las últimas décadas terminó complicando el panorama.

Otros urbanistas coinciden: "Hubo ausencia de planificación y también normas que no se tuvieron en cuenta. Muchos estudios de impacto ambiental no se hicieron al construirse grandes superficies. Se deberían haber previsto obras de mitigación", señala Joaquín Peralta, del Instituto de Urbanismo y Planificación de la Universidad Católica de Córdoba.

Citó el caso de las construcciones en Cárcano y Colón, donde "se están haciendo edificios en altura sobre el trazado natural de una escorrentía. es probable que parte de la inundación en El Tropezón se deba a esto. No hay información precisa, pero es evidente la demanda no satisfecha de un desagüe".

Por su parte, Miriam Liborio, profesora de la Universidad Nacional de Córdoba, coincide: "Lo que pasó tiene que ver con la falta de planificación, con el exceso de construcciones bajo la única lógica de mercado. El Código Urbano no se viola, pero se modifica con tanta rapidez, que impide que se hagan las obras de infraestructura necesarias". Y agrega que las últimas gestiones municipales tuvieron "incapacidad y falta de voluntad política para negociar y pactar la obra pública con los desarrollistas".

En estas críticas no hay gestión que se salve: lo que unos empezaron, los demás continuaron.

Fuente:
La Voz del Interior, 25/01/2011, 26/01/2011 y 27/01/2011.

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