miércoles, 12 de enero de 2011

Almafuerte en el recuerdo

Hace 18 años, la vecina localidad de Almafuerte sufría la peor inundación de su historia. La mañana del martes 12 de enero de 1993 se presentaba calurosa; cuando pasado el mediodía comenzaron a aparecer los primeros nubarrones, nada hacía presagiar lo que se desencadenaría esa tarde.

Aproximadamente a las 17 hs. una copiosa lluvia se abatió sobre la zona sur de Almafuerte. Los registros de ese día marcaron que en sólo 30 minutos cayeron 180 milímetros en la cuenca del arroyo El Tala ubicado en las proximidades de Los Cóndores.

Varios fueron los factores que influyeron para que la masa líquida ingresara al trazado urbano cubriendo todo a su paso. Uno es la pendiente de 70 m que existe entre Los Cóndores y Almafuerte. Otro fue el desmonte intensivo que sufrieron los campos al sur de Almafuerte, en la zona conocida antiguamente como "La España chica", que impidió retener las lluvias. Y por último los declives que hicieron los productores agropecuarios hacia los caminos rurales, convirtiéndolos en verdaderos canales por donde el agua se encausó hacia la ciudad de Almafuerte.

Así, es fácil imaginar cómo el agua se deslizó desde Los Cóndores hacia el norte para llegar finalmente al lago Piedras Moras y al cauce del río Ctalamochita (ex río Tercero). A las 19 hs. un frente de agua de 4 km y 1 m de altura comenzó a inundar las calles de la ciudad y zonas perisféricas. El 80% de la población sufrió las consecuencias. Pronto, los vecinos más afectados comenzaron a ser evacuados mientras que otros llegaron por sus propios medios a los lugares que receptaban a la gente que -entre extrañada y temerosa- trataba de buscarle alguna explicación a una situación, que si bien había tenido algunos antecedentes, nunca había sido tan repentina y contundente. En muchos casos, la providencia jugó un papel importante a la hora de preservar la vida de los damnificados que perdieron casi todo. No hubo heridos entre los afectados por el fenómeno, que por sus características podría haberse cobrado víctimas fatales. Los daños materiales fueron muchísimos. Comercios, instituciones, bancos, estaciones de servicios, escuelas y particulares sufrieron pérdidas cuantiosas.

Fue dramático para los vecinos encontrarse de repente con muebles y electrodomésticos cubiertos de lodo. En los supermercados y despensas, grandes cantidades de alimentos se convirtieron en desperdicios y en los campos muchos animales no pudieron escapar del agua y murieron ahogados. La noche fue interminable y nadie durmió en Almafuerte. Y aún faltaba que el amanecer empeorara el dantesco cuadro. Con las primeras luces del nuevo día se siguió descubriendo lo que había dejado a su paso el torrente de agua. Todo se convertía en una inexplicable mezcla de resignación e impotencia. Todos habían pasado por lo mismo, el agua no había hecho distinciones.

Apenas transcurridos unos días de la inundación del 12 de enero de 1993, cuando las calles y casas poco a poco iban recobrando su imagen habitual, se realizó en Almafuerte una gran asamblea. Los vecinos y las autoridades municipales buscaban una urgente solución para un problema que podía llegar a repetirse. Finalmente se llegó a la conclusión que la construcción de canales colectores sobre el sector norte y este de la ciudad para el escurrimiento de las aguas sería una solución segura. Con un subsidio del gobierno provincial para la compra de una pala mecánica, y además con un Aporte del Tesoro Nacional (ATN) se comenzó la construcción de cinco canales. Allí trabajaron empleados de la Municipalidad y personal contratado con máquinas municipales y del sector privado. En noviembre de ese año la obra fue finalizada con un costo de casi un millón de pesos. Diez años después dichos canales se veían tapados y en mal estado.

Fuente:
Tribuna digital, 11/01/2003.

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