Servirá para formar investigadores, producir radiofármacos y
realizar experimentos.
por Lucas Viano
El proyecto demandará una inversión de 740 millones de pesos
y comenzaría a funcionar en 2016. Algunos detalles de la iniciativa
trascendieron a fines de agosto en una charla en la Universidad Nacional
de Córdoba (UNC). La nueva instalación seguramente será construida por la
empresa Invap y es similar al reactor Opal que se exportó a Australia, aunque
más potente. Invap sólo construirá el reactor al que luego habrá que sumarle
los dispositivos y laboratorios necesarios para desarrollar actividades
científicas y médicas.
La principal función del RA-10, así llamado, será la
fabricación de radionucléidos utilizados para el diagnóstico de enfermedades y
del cual hay escasez en el mundo. “El objetivo es poder proveer este tipo de
medicamentos nucleares no sólo a nivel interno, sino a los países de la región
y para consolidarnos como una fuente confiable debemos contar con más de una
instalación dedicada a producirlos”, dijo Gabriel Cuello, investigador
disertante en la UNC.
La segunda función será la irradiación de materiales y
combustibles para reactores y centrales nucleares, esto es, servirá para
testearlos y analizar su comportamiento antes de ser utilizados
definitivamente.
Pero además, servirá para realizar experimentos de primer
nivel. El científico cordobés Raúl Carbonio utiliza tecnología nuclear en sus
proyectos. Actualmente debe pedir turno en un reactor europeo. “A veces tenemos
sólo dos días para hacer todos los experimentos de tres años. Para nosotros
sería fantástico tenerlo aquí. En Argentina hay 60 investigadores que trabajan
con esto”, dijo.
Carbonio crea nuevos materiales en el laboratorio. Para
conocer mejor su estructura y determinar posibles aplicaciones, necesita
irradiarlo con neutrones, una técnica mucho más precisa que los rayos X y que
permite determinar las propiedades magnéticas del material. Será el primer
reactor de este tipo en América latina, con lo cual se convertiría en una
“meca” de investigación en la región.
El investigador piensa que Córdoba debería unir esfuerzos de
diferentes instituciones para gestionar su instalación en Río Tercero. Los
otros sitios candidatos son Ezeiza, Lima (donde está Atucha) y Bariloche.
El RA-10 se trataría de una aparato similar al Opal que
Argentina exportó a Australia, la mayor exportación tecnológica llave en mano
del país. Tiene una potencia de 30 megavatios térmicos, el 1,6 % de la Central de Embalse.
Las diferencias con Embalse son varias. La principal es que
el RA-10 no generará energía sino neutrones para fabricar radio fármacos,
investigar y formar recursos humanos.
Al no tener que producir vapor para mover turbinas, la
posibilidad de que ocurra un accidente en un reactor de investigación son aun
menores que en Embalse.
El objetivo es sumar a Brasil en el proyecto, para que ambos
países irrumpan en el mercado mundial de radionucléidos, un insumo de salud en
alza y con pocos proveedores. Argentina tiene cubierto su mercado interno con lo
que se produce en el RA-3, en Ezeiza.
Centrales y reactores son cosas bien distintas.
El RA10 nos hará exportadores globales
por Daniel E. Arias
El RA-10 será un reactor y no una central nuclear. Los
anglosajones usan indistintamente ambas palabras, pero eso pone en un plano de
igualdad a plantas muy diferentes: una central produce electricidad y un
reactor, neutrones.
¿Y para qué sirven los neutrones? Eso varía. En el RA-10,
para fabricar radiofármacos, testear componentes de otros “fierros” nucleares e
investigar en física y materiales especiales.
Embalse, por ejemplo, produce la friolera de 1.900 megavatios
térmicos, que rinden 600 megavatios eléctricos por hora.
El RA-10 producirá sólo 30 megavatios térmicos y nada de
electricidad. Eso sí, tendrá una capacidad de fabricar radioisótopos de 8 a 10 veces más que la mayor
planta de su tipo en el Mercosur, el RA-3 de Ezeiza.
A su modo, centrales y reactores son indispensables. Embalse
sigue funcionando aunque sobrevengan varias secas al hilo (a diferencia de las
represas hidroeléctricas), y le resulta indiferente que la Argentina se haya
quedado sin gas: la CNEA
fabrica su propio combustible, punto.
El viejo RA-3 hoy impide que la Argentina (y parte de
Brasil) estén en desabastecimiento tecnecio-99. De modo que aquí se siguen
haciendo estudios cardíacos de cámara gamma “al toque”, mientras que en el
hemisferio norte las listas de espera son larguísimas.
El RA-10 nos volverá exportadores globales de radiofármacos.
Tanto las centrales como los reactores argentinos son
sistemas seguros por diseño y por prácticas de operación: en 45 años y con
muchas plantas que funcionaron o funcionan, hubo un único muerto en un
accidente radiológico, en 1983. Si el transporte, las empresas químicas o las
petroleras trabajaran así...
Vaticinar un Chernobyl criollo ha sido y será un negocio de
pasar la gorra entre tecnófobos, desinformados y/o aterrados, pero la citada
central rusa accidentada costó 200 dólares por kilovatio instalado y estaba
literalmente destripada de sistemas de seguridad, mientras que las centrales
argentinas costaron casi 10 veces más por potencia, y la mitad de eso se gastó
en seguridad activa y pasiva.
Fuente:Daniel E. Arias es periodista científico
La Voz del Interior, 08/09/2010, "Córdoba podría tener un nuevo reactor nuclear".
La Voz del Interior, 08/09/2010, "El RA10 nos hará exportadores globales".
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