miércoles, 4 de septiembre de 2024

Fuego en Córdoba. “La pérdida de bosque da lugar a arbustos y a pastizales, y eso propicia más fuegos”

Lo apunta el biólogo Juan Argañaráz, investigador del Conicet en Córdoba. Explica que entre el fuego y la vegetación hay una relación de “retroalimentación positiva”, y que si los bosques están en buen estado de conservación es más difícil que se quemen. El rol de los pinares.

Por Benita Cuellar

Córdoba lleva varios días sacudida por incendios forestales. Dentro de los factores que los propiciaron se mencionan las condiciones climáticas, por la sequía, los vientos, la falta de humedad y el aumento de las temperaturas.

Pero hay otros factores que agrandan los riesgos. La cada vez mayor presencia humana con viviendas y centros turísticos en zonas de riesgo, por ejemplo. Eso genera lo que los bomberos llaman incendios de interfase: fuegos entre viviendas e instalaciones, que complican su control y que varían las prioridades de combate. Otra es la vegetación predominante. Y en la zona de Calamuchita las forestaciones con pinares suman masa combustible.

Eso afirma el biólogo Juan Argañaraz, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), al plantear que además de las condiciones de clima como causa evidente hay otras que hacen más propicio que se generen fuegos y que se puedan propagar.

Cita dos factores que se observan en la zona de Villa Yacanto con claridad, donde entre lunes y martes se registra el peor incendio en lo que va de este año en Córdoba.

Uno es la presencia de forestaciones de pinos, una especie introducida a modo de bosque sobre todo a fines de la década de 1970, mediante una ley de promoción impositiva para crear celulosa y madera para industrializar. Se plantaron más de 40 mil hectáreas de pinares, sobre todo en áreas serranas, aunque esa industria nunca se puso en marcha. Ahora solo quedan sólo unas 10 mil hectáreas, porque el resto se fue perdiendo entre incendios, huracanes y extracciones para venta de madera sin reemplazos.

Argañaráz afirma que los pinos tienen una particularidad: sus resinas son altamente inflamables. Por lo tanto, los incendios sobre ellos van a ser mucho más intensos que los que afecten a la vegetación nativa y, a la vez, mucho más difíciles de controlar.

Uno de los incendios más graves que la historia de Córdoba recuerde fue también en esta región de Calamuchita, en 2013, cuando 65.000 hectáreas se quemaron en varios días, y buena parte de ellas con forestaciones de pinos.

El investigador afirmó que hay una relación que se llama de “retroalimentación positiva” entre el fuego y la vegetación: en la medida que un bosque esté en buen estado de conservación, cuando las copas de los árboles se tocan entre sí y el suelo recibe poca luz solar, genera menos combustible para los incendios.

Si los bosques están en buen estado de conservación es más difícil que se quemen”, agregó.

Pero bajo ciertas condiciones de sequía y con intervención antrópica (el factor humano) pueden quemarse y eso hace que las copas de los árboles se abran.

Si los árboles se pierden, por desmonte o incendio, son reemplazados por arbustales y pastizales, y ese material es más fácil que tome fuego, que además a avanzará más rápido. Los pastizales secos son los que primero arden.

Córdoba tiene condiciones naturales para que se produzcan incendios, siempre fue así, pero también ocurre ahora que la gran mayoría son de origen antrópico, ligados a la presencia humana”, explicó.

Citó que más allá de negligencias y descuidos, el fuego se utiliza intencionalmente por ejemplo aún para el manejo ganadero (para fomentar el rebrote del pasto), y también para avanzar en urbanizaciones.

En los lugares donde hay mayor presencia humana es donde hay más ocurrencias de incendios”, aportó.Y citó en en el área que rodea a Villa Yacanto el crecimiento poblacional ha sido muy marcado en las últimas décadas.

El especialista dijo que hay un problema creciente con el avance de la urbanización en zonas con mucha más vegetación natural, y se ven en todas las sierras ya viviendas rodeadas de plantaciones que son combustibles para el fuego.

Si miramos la vegetación como combustible, pasa esto. Lo que implica que las familias estén en peligro de perder sus bienes, sus viviendas. Y es un gran riesgo también para quienes tienen que combatir el fuego al exponerse a esas condiciones”, sumó.

A la vez, indicó que en la provincia se forma un cuadrado dentro del cual los incendios se reiteran con llamativa frecuencia: desde los alrededores de Córdoba capital, pasando por Villa Carlos Paz, hasta la zona de Ascochinga (en Sierras Chicas) y de La Cumbre (en Punilla). “Hay lugares que se quemaron hasta ocho o nueve veces desde el año 1987″, precisó.

Pérdida de bosque nativo

El biólogo destacó que con la mayoría de los incendios se pierde bosque nativo, además de fauna silvestre.

Además, los fuegos recurrentes y la presencia del ganado son factores que impiden o que demoran la posibilidad de que vuelva a conformarse el bosque autóctono.

También el suelo queda mucho más desprotegido y susceptible a la erosión. Las tierras tras el fuego pierden la capacidad de esponja, que suman cuando hay bosque sano, lo que impide que las gotas de lluvia impacten directamente sobre el suelo. “Sin erosión, se favorece la infiltración del agua que da lugar a los ríos y arroyos que tenemos en las sierras, en las cabeceras de cuencas de las cuales nos abastecemos todos los cordobeses”, expresó Argañaráz.

Al perder esta cobertura vegetal se producen más inundaciones y, a la vez, la contaminación de los cursos de agua.


Fuente:

Benita Cuellar, Fuego en Córdoba. “La pérdida de bosque da lugar a arbustos y a pastizales, y eso propicia más fuegos”, 3 septiembre 2024, La Voz del Interior.

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