Gentileza de Alex Dukal. |
En una charla televisiva reciente, en la que participaron entre otros el ingeniero Emilio Apud, ex Secretario de Energía, y el doctor en Física Mario Mariscotti, ex Profesor Titular de Física Nuclear de la UBA, hubo manifestaciones nostálgicas sobre el frustrado proyecto de construir en Gastre, provincia del Chubut, un repositorio de residuos nucleares.
Por Juan Vernieri
A principios de 1980, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) anunció que construiría un repositorio de Residuos Radioactivos de Alta Actividad, conocido comúnmente como “basurero nuclear”, en Sierra del Medio, a 70 km de Gastre. Sería el primero del planeta.
Hoy, a más de 40 años de aquel anuncio, y a más de 70 años de iniciada la era atómica, no hay en el mundo ningún Almacén Geológico Profundo operativo, que sirva para depositar combustibles gastados de las centrales nucleares, cuando ya hay más de 250 mil toneladas acumuladas en distintos países.
Esta realidad es la más palmaria evidencia, que lo que se inició en aquella década, no era más que un intento de convertir a nuestro país, y a la tan poco poblada Patagonia, en el receptáculo de la basura nuclear de todo el mundo. En los 90, el gobierno menemista planeaba obtener una buena renta alquilando el basurero atómico a las potencias mundiales.
¿Cómo es posible que la CNEA, que entonces tenía solo un reactor nuclear operando desde seis años atrás, se preocupara por instalar un repositorio y no se ocupó más después del rechazo popular? Argentina ya tiene acumuladas más de cinco mil toneladas de combustibles gastados, sin destino definitivo, conocido ni supuesto.
La Central Embalse completó su ciclo de 40 años y se extendió su vida por otros 30; lo mismo ocurrirá pronto con Atucha I, está operando Atucha II desde hace 8 años, se está construyendo un reactor pequeño, Carem, y se planea instalar, con préstamo de bancos chinos, otro bastante más grande que los anteriores para ubicar también en Lima, es decir que se vienen produciendo residuos desde hace casi cincuenta años, se continúan y se planea aumentar la producción anual con otro reactor y la entidad responsable no se ocupa de dar sepultura definitiva a los combustibles gastados, es decir a los residuos de alta actividad que producen estos reactores.
En el 2020, los residuos argentinos acumulados alcanzaban 1632 toneladas en Atucha I, 493 toneladas en Atucha II y 2724 toneladas en Embalse, o sea casi 5000 toneladas.
En Estados Unidos se almacenan provisoriamente unas 86000 toneladas junto a 75 plantas de energía nuclear cerradas o en funcionamiento en 33 estados, una cantidad que crece en unas 2000 toneladas cada año, y no dispone de un AGP. Vanos fueron los intentos de construir uno en Yucca Mountain, hasta que el presidente Obama se convenció que no podía continuarse contra la opinión popular.
Cuando se consulta a científicos argentinos de nuestra situación, dicen que esos residuos no son desechos que, reprocesándolos, se puede fabricar nuevos combustibles nucleares, callando que en el mundo prácticamente solo Francia lo sigue haciendo. El Reino Unido y Estados Unidos, abandonaron la práctica de separar plutonio para fabricar Mox, combustible mezcla de uranio y plutonio, estando ya sus depósitos abarrotados, tanto de desechos, como de plutonio separado.
La decisión del abandono es a raíz de que los beneficios del reproceso son más ficticios que reales y de las peligrosas características del combustible así producido. No viene al caso detallar aquí los motivos, solo diremos que hay tanto plutonio separado sin otra utilidad que no sea la fabricación de bombas atómicas, que ya se lo considera un desecho más.
Nuestros combustibles gastados prácticamente no tienen ningún valor. En el país no se los puede reprocesar y transportarlos es prohibitivo, por las exigencias de seguridad, porque deben ser protegidos militarmente y por la enorme distancia hasta Francia que podría adquirirlos. Nuestras cinco mil toneladas tienen que competir con las más de doscientas cincuenta mil existentes en el globo.
El mes pasado se llevó a cabo en la Sede Central de la CNEA, un taller de investigación de sitios aptos para el emplazamiento de un repositorio geológico profundo. Este evento internacional fue organizado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y el Programa Nacional de Gestión de Residuos Radiactivos (PNGRR) de la CNEA.
En la ocasión, expertos internacionales pudieron compartir las experiencias desplegadas en sus países, en la detección de las mejores alternativas tecnológicas para el emplazamiento de un AGP. Permitió conocer experiencias de países avanzados en el tema. La mayoría están aún en etapa pre decisoria del sitio de ubicación, varios han efectuado excavaciones en suelos presuntamente aptos e instalado laboratorios en profundidades a fin de intensificar el estudio geológico, todo al costo de miles de millones de dólares.
Así nos preguntamos: ¿cómo Argentina, país que no dispone capitales, podría encarar la construcción de un repositorio geológico para sus residuos? En los más de 40 años pasados no formó un fondo fiduciario que la permita encarar alguna vez la construcción de un repositorio.
Una misión del OIEA formuló a la CNEA recomendaciones y sugerencias, entre las que se destaca “crear un fondo fiduciario para la gestión de las actividades de clausura, de los desechos radiactivos y del combustible gastado”.
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