miércoles, 27 de noviembre de 2019

El algarrobo centenario que fue salvado por los vecinos

Se ubica en el medio de una calle en Quintas de Argüello y estuvo a punto de ser talado a fines del siglo pasado. Hoy, cubre toda la vía y su inmenso porte alberga numerosos pájaros y brinda una sombra espesa.

por Francisco Panero

Hace 23 años, a comienzos de marzo de 1996, estuvo a punto de morir. Primero fue “alguien” que quiso voltearlo con una máquina pero, gracias a la acción de los vecinos, el operario se detuvo. Por esto, quedó definitivamente inclinado. Poco después, la planificación urbana ordenó que debía ser talado, porque al diseñarse el barrio quedó en el medio de una calle que ya contaba con el cordón cuneta y pronto pasaría el hormigón para que por allí circulara la línea de colectivos.

Pero su gigantesca copa y su centenaria figura conmovieron a un grupo de vecinos de barrio Quintas de Argüello que llamaron a La Voz para tratar de salvarlo. El 7 de marzo de 1996, este diario publicó “¿Quién defiende el árbol?”, una nota en la sección Vida Cotidiana que narraba el deseo de la gente de conservar el ejemplar de algarrobo por entonces “casi centenario” a pesar de la condena a ser talado que sobre él pesaba.

Al día siguiente, este medio publicó la respuesta del subsecretario de Planificación Territorial municipal Marcelo Chamás, quien explicó que el recorrido del ómnibus se desviaría, se quitaría la franja verde de las veredas para que a ambos lados pasaran autos y se construiría un cantero para resguardar al algarrobo.

Hoy, 23 años y medio después, ese anuncio es una realidad y el árbol sigue en pie y ha crecido aún más, convirtiéndose en un viejo Prosopis que se ubica en la cortada de Santiago Bueso con Mensaque de Zarza. Hasta hace poco, estaba “fichado” en un catastro municipal y ostentaba su número, pero ahora de él sólo cuelgan dos maderas que dicen: “Cuiden, soy de todos” y “No arrojen basura”.

Rebelde como ha sido desde joven, parado en el medio de la calle con su porte ladeado, sigue creciendo y aumentando su copa, al punto de que ya supera ambas aceras. Su sombra es densa y permite el resguardo de autos y numerosas aves que cantan en sinfonía. Una pareja de horneros hizo hogar en una horqueta y hace poco él echó flores, con la llegada de la primavera.

A pesar de algunas heridas en su corteza que “lloran” y un topetazo de un camión, el algarrobo sigue firme en su oblicuo crecer, con amplio follaje y sombra sin fisuras. Ya sobrepasó los 100, aunque algunos dicen que puede tener hasta el doble de años.

Cuentan los cronistas de la llegada de los españoles a Córdoba que los algarrobos eran muy numerosos y, según las descripciones de época, cubrían por completo amplios predios en torno del Suquía. Los originarios lo habían bautizado “Takú” y los conquistadores le dieron el nombre algarrobo por una planta muy parecida de distribución euroasiática, llamada con la voz árabe “al caroob”. Lo llamativo es que, tanto la denominación de estas tierras, como la foránea, tienen exactamente el mismo significado: ambos quieren decir “El árbol”.

Los guaraníes llamaron a esta especie Ibopé que quiere decir “árbol puesto en el camino para comer”, en referencia a sus vainas con las que se alimentaban y que los criollos bautizaron algarroba. Con este fruto se hace el arrope y otros alimentos. También se le atribuyen numerosas propiedades curativas, de las más variadas.

A su modo, los vecinos de Quintas de Argüello siguen disfrutándolo. Inés Pilcic, vecina que aún reside a 100 metros del amigo árbol, fue promotora de aquella gesta que logró salvarlo. Hoy no está su marido, pero recuerda que juntos bregaron para que se mantuviera la sombra centenaria que sigue y seguirá viva, gracias a ellos.

Árboles de Córdoba

Iniciativa. Con la idea de que “no se quiere lo que no se conoce”, La Voz busca rescatar ejemplares arbóreos cuyas características los tornan únicos en la ciudad.

Patrimonio verde. La defensa de estas especies permite la conservación de un entorno más habitable para la comunidad.

Historias. Algunos de los “protagonistas” de este ciclo cuentan con anécdotas, pequeñas historias o un detalle que los destaca sobre el resto.

Años. Al apreciar su valor y evitar la tala o las podas excesivas, se preservan ejemplares que la naturaleza demoró años en hacer crecer. Es mala idea talar un árbol añoso y reemplazarlo por uno nuevo: con él, mueren también los años de su tronco y su sombra.

Fuente:
Francisco Panero, El algarrobo centenario que fue salvado por los vecinos, 25 noviembre 2019, La Voz del Interior. Consultado 27 noviembre 2019.

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