Macri
y sus cuatro años de Agroindustria a contramano de la salud.
por
Patricio Eleisegui
En
estos cuatro años, la gestión de Mauricio Macri acentuó el modelo
de agronegocio atado al uso de plaguicidas y semillas transgénicas -OGMs, en la jerga- consolidado durante el kirchnerismo. Con el
detalle de que el oficialismo asumió una defensa manifiesta de los
intereses de las corporaciones de los agrotóxicos y las
organizaciones del campo que promueven ese sistema de producción.
El
macrismo aprobó 26 transgénicos con la particularidad de que los
últimos 19 fueron habilitados en el transcurso de apenas 22 meses.
Coincide con el lapso de gestión de Luis Miguel Etchevehere al
frente de la cartera de Agroindustria. En concreto, el funcionario
lanzó casi un organismo genéticamente modificado por mes.
En
cuanto a las variedades habilitadas, el maíz resultó predominante
con 11 aprobaciones, seguidos por la soja con 8 semillas. También en
esta gestión vieron la luz transgénicos de papa, alfalfa y cártamo.
Y quedaron a un paso de la aprobación manipulaciones genéticas en
trigo y caña de azúcar.
Todo
esto para seguir sosteniendo el negocio de colocación de
agrotóxicos, que a lo largo de esta gestión nunca estuvo por debajo
de los 300 millones de litros de plaguicidas vendidos al año. Y que
sólo en lo que va de 2019 ya evidencia un alza del 30 por ciento
respecto del período anterior. De mantener ese rango, este año
cerrará con una comercialización del orden de los 400 millones de
litros y ganancias para las empresas del rubro cercanas a los 3.000
millones de dólares.
A
la par del uso del cancerígeno glifosato, en estos cuatro años se
profundizó el desarrollo de transgénicos que resisten al
glufosinato de amonio, un herbicida que según distintos estudios
científicos causa daño en el sistema neurotransmisor para inducir
desde la pérdida de memoria hasta convulsiones en humanos. En
animales, la exposición prolongada al agrotóxico provoca muerte
celular en el cerebro y malformaciones.
De
los 26 transgénicos lanzados en estos 4 años, 15 presentan
justamente resistencia a glufosinato de amonio.
En
lo que hace a la política inherente a los agrotóxicos, el macrismo
concluye este período sin haber fijado ningún tipo de marco
nacional que regule la utilización de estas sustancias peligrosas. A
la par, el oficialismo desoyó por completo el dictamen de la Agencia
Internacional de Investigación sobre el Cáncer, ligada a la
Organización Mundial de la Salud, que expuso que existen pruebas
para vincular a esa enfermedad con el uso del herbicida glifosato.
Desde
organismos como el SENASA se insistió en considerar al glifosato
como un producto inocuo. Y las sucesivas condenas multimillonarias
contra Bayer Monsanto en Estados Unidos apenas resultaron
interpretadas como meras acciones judiciales de un particular contra
una compañía privada.
Pero
en su blindaje del agronegocio atado al uso de agrotóxicos y
transgénicos la gestión de Mauricio Macri fue más allá: hizo
propio el discurso de las multinacionales de los plaguicidas y sus
organizaciones afines. En julio de 2017, por ejemplo, un panel
integrado por los titulares de Salud, Ciencia, Agroindustria y Medio
Ambiente dio origen a un documento que niega la evidencia científica
nacional e internacional respecto de la peligrosidad de los
plaguicidas.
Basado
en informes y bibliografía aportados por entidades y cámaras
vinculadas a la producción de agrotóxicos, el documento cuestiona
criterios como la instauración de zonas libres de aplicaciones en
torno a puntos habitados, y entiende a las situaciones de
contaminación como "casos de mala praxis".
A
los ojos de estas carteras, los pesticidas no implican riesgo para la
salud si son aplicados en la cantidad que indican las empresas que
los comercializan.
Durante
el macrismo apenas hubo un puñado de prohibiciones aplicadas a
plaguicidas, aunque todas con extensiones de uso para que los
productores agoten sus respectivos stocks. Los insecticidas diclorvos
y carbofurano, este último utilizado como veneno incluso en
femicidios, y una formulación del herbicida cancerígeno 2,4-D,
fueron ejemplos de estos vetos con determinados permitidos.
En
la Argentina de estos días, informes de organizaciones como la Red
de Acción de Plaguicidas de América latina confirman que se siguen
utilizando más de 100 productos prohibidos en otros países. Entre
ellos el herbicida paraquat, vetado hasta en Suiza, su territorio de
origen.
El
mandato de Mauricio Macri concluye con sucesivos intentos por aprobar
una Ley de Semillas acorde a los intereses de las multinacionales del
rubro y las entidades agropecuarias que nuclean a los grandes
productores. El proyecto que más respaldó el oficialismo establece
la propiedad privada del insumo, desarticula el uso propio gratuito
-a partir de esto fija el pago de un canon extendido en años- y
habilita requisas y controles compulsivos a pedido de los dueños de
los transgénicos.
La
predilección por los transgénicos y el respaldo a la aplicación de
agrotóxicos tuvo su correlación con un incremento en la superficie
explotada por el agronegocio. Así, de fines de 2015 a 2019, el área
cultivada pasó de los 31,4 millones de hectáreas a los actuales 34
millones de la misma unidad, según la Bolsa de Cereales. La frontera
productiva, dados estos guarismos, se incrementó en torno al 8 por
ciento siempre en estos 4 años.
Esta
expansión, por supuesto, va de la mano con un nivel de desmonte que
se ha mantenido firme a lo largo del macrismo. En estos cuatro años,
la superficie deforestada, la pérdida de bosques y pastizales
nativos para la posterior siembra de transgénicos de soja y maíz en
mayor medida, se acercó al medio millón de hectáreas, de acuerdo a
reportes de organizaciones como Greenpeace.
El irresponsable es Macri: el presidente se mostró a favor de que fumiguen con agrotóxicos las escuelas de Entre Ríos. #Glifosato https://t.co/XHSVLWDYd0 pic.twitter.com/6FMtYxzh5i— La Izquierda Diario (@izquierdadiario) April 5, 2019
Bajo
la gestión macrista, tanto la soja como el maíz transgénico
producidos mantuvieron su destino de forraje para engordar sobre todo
cerdos y pollos fuera de la Argentina. Ambas manipulaciones genéticas
también ganaron presencia como ingredientes en las fórmulas de
miles de ultraprocesados que hoy se comercializan en los
supermercados del país.
Por
otra parte, la promoción de los biocombustibles incentivó aún más
el uso de superficies para el cultivo de transgénicos. En estos
cuatro años, según la Secretaría de Energía, la producción de
biodiesel basado en aceite de soja transgénica -bañada con miles y
miles de litros de agrotóxicos como el glifosato- evidenció un
incremento del 25 por ciento.
La
generación de bioetanol a partir de maíz genéticamente modificado -también, ultra fumigado- trepó otro 25 por ciento en el mismo
período. Hoy ostenta un volumen anual del orden de los 600 millones
de litros y tiene en Córdoba a su epicentro de elaboración.
Cada
vez que se promociona un incremento en el corte de biocombustibles en
las naftas, como ocurrió en abril de 2016 con la suba de 10 a 12 por
ciento en lo que hace a presencia de etanol, de forma automática se
auspicia una nueva expansión de áreas productivas ocupadas con
cultivos OGMs.
En
resumen, Cambiemos llega al final de estos cuatro años con el
siguiente comportamiento hecho política de Estado:
- Apoyo manifiesto a la aplicación a mansalva de agrotóxicos.
- Lanzamiento compulsivo de semillas transgénicas que alientan el uso de más venenos.
- Expansión de la frontera agropecuaria para la exportación de granos con destino de forraje en un país en emergencia alimentaria.
- Negación total de la evidencia científica que devela un daño sanitario y ambiental expandido.
Mauricio
Macri cierra una gestión presidencial signada por la defensa férrea
de prácticas y métodos agrícolas que devastan la calidad de vida
de los argentinos y vienen provocando daños de naturaleza
irreparable en gran parte de nuestro territorio.
Patricio
Eleisegui publicó Envenenados y Agrotóxico sobre el agromodelo
contaminante en Argentina.
Fuente:
Patricio Eleisegui @Eleisegui, Transgénico al Gobierno, agrotóxico al poder, 21 octubre 2019, La Izquierda Diario. Consultado 25 octubre 2019.
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