El
escritor libanés lamenta en su último ensayo el colapso al que se
dirige un mundo marcado por el repliegue identitario.
por
Antonio Pita
Últimamente,
no hay un solo día en que a Amin Maalouf (Beirut, 70 años) no le
venga la misma imagen a la cabeza: un moderno transatlántico,
considerado insumergible, avanza inexorablemente hacia el naufragio.
Y los pasajeros somos todos nosotros. Lo cuenta el escritor y Premio Príncipe de Asturias de las Letras de 2010 en su último ensayo, El
naufragio de las civilizaciones (Alianza), en el que defiende que el
fracaso de Levante -su región natal y cuna de las tres grandes
religiones monoteístas- en articular un proyecto de coexistencia se
sitúa, al menos parcialmente, detrás del violento repliegue
identitario en el que se encuentra hoy inmerso el planeta.
"No
sabemos de qué forma, pero el naufragio tendrá lugar",
sentencia en una entrevista en la sede de Casa Árabe de Madrid,
donde este miércoles mantendrá un encuentro con el periodista de El País Guillermo Altares. Siguiendo con el símil marítimo, Maalouf
lamenta la ausencia de un capitán que dé un golpe de timón a este
Titanic ("miro a los líderes del mundo y me inquieto",
admite) y la diferente velocidad entre los avances
científico-tecnológicos de las últimas décadas y la "evolución
de las relaciones entre las comunidades humanas".
Pregunta.
Comencemos por la actualidad. Las protestas de estos días en Líbano,
¿son justo una prueba del fracaso de ese modelo de país del que
habla en el libro?
Respuesta.
Es evidente. Es un fracaso que viene de lejos. La gente tiene el
sentimiento de que han sido robados, expoliados, de que hay una clase
política incompetente y corrupta que les utiliza. Y tienen razón.
La cuestión es saber en qué va a desembocar. No lo sé. Espero que
produzca dirigentes que vengan de todas las comunidades, con una
visión diferente. Siempre es más difícil para un movimiento
espontáneo producir un liderazgo que expresar la cólera.
P: "Las
luces de Levante se apagaron. Luego las tinieblas se extendieron por
el planeta. Y, desde mi punto de vista, no se trata de una simple
coincidencia", dice en El naufragio de las civilizaciones. ¿Por
qué esa centralidad de Levante?
R: Es
una región altamente simbólica. Es el lugar de nacimiento de las
grandes religiones monoteístas. La región a la que miran
cristianos, judíos, musulmanes. Si hubiera un ejemplo de
coexistencia entre las comunidades locales, habría difundido al
mundo entero un sentimiento constructivo, positivo. Y el hecho de que
el mundo entero mire a Levante y vea cómo esas comunidades se
masacran, no pueden hablar unas con otras y se odian de forma
permanente... eso difunde al mundo algo extremadamente negativo,
destructor. La influencia de Levante en el resto del mundo va mucho
más allá de su peso económico o estratégico.
P: Y
no es optimista...
R: No
lo soy. Con el conflicto israelí-árabe ha habido momentos en que
parecía que podíamos llegar a una solución, con los Acuerdos de
Oslo [1993] y, lo más reciente, el discurso de Obama en El Cairo
[2009], en el que expresó una visión de un Oriente próximo
reconciliado que desgraciadamente no ha ido más lejos. Hoy tenemos
la sensación de que no va a haber solución para la región. Los
problemas van a seguir agravándose, así que es difícil ser
optimista.
P: ¿A
qué se debe esa mirada diferente que se da hacia un país como
Alemania y hacia el mundo árabe que menciona en el libro?
R: Muchos
pueblos pasan por periodos en los que tienen comportamientos que van
contra lo que han mostrado en otras épocas históricas. Para
Alemania fue el periodo del nazismo. Desde el mundo árabe han
emanado en las últimas décadas comportamientos que, a mis ojos, no
son la emanación natural de su historia. Y espero -y aquí formulo
más una esperanza que una predicción- que un día el mundo árabe
pueda superar el periodo actual. En el mundo árabe hay una tradición
de coexistencia que nunca ha sido perfecta, ni en Al Andalus ni en
ningún sitio, pero comparado a lo que había en el resto del mundo
en la misma época era completamente honorable. Mi familia, que es
cristiana, ha podido vivir durante siglos en un mundo en su gran
mayoría musulmán. Si hubiese sido un musulmán de Sicilia, no
habría podido quedarme siglos en mi pueblo.
Desgraciadamente,
ha habido un retroceso mientras se avanzaba paralelamente en el resto
del mundo. Occidente, que no había tenido necesariamente una actitud
de tolerancia evidente, se ha convertido en mucho más tolerante; y
el mundo árabe, que era relativamente tolerante, lo ha sido cada vez
menos. Y el diferencial se ha convertido en algo extremadamente chocante.
Cuando
miramos desde Occidente lo que sucede en el mundo árabe o musulmán,
se tiene la sensación de que siempre ha sido así. En los últimos
años ha habido un endurecimiento, una evolución hacia más
intolerancia y más fanatismo, pero si eso ha cambiado, puede volver
a hacerlo. El péndulo puede ir en la otra dirección. Es absurda la
idea de que es una fatalidad.
P: En
su descripción, el mundo parece una especie de niño mimado que,
justo cuando tiene todas las posibilidades técnicas para llegar a
una edad de oro, se mueve hacia el lado contrario
R: El mundo se ha desarrollado científica y técnicamente a una
velocidad acelerada. Y esta evolución tendría que haber ido
acompañada de una evolución paralela de la manera de gestionar las
relaciones entre las comunidades humanas, en lo que ha habido un
estancamiento, un retraso. Es bastante comprensible, pero no era
inevitable. Cuando la evolución va muy rápido, no siempre tenemos
el tiempo de adaptarnos intelectual y socialmente. Hay factores que
han retrasado la toma de conciencia y la adaptación al cambio. Lo
que ha pasado en Levante ha desempeñado un papel. Pero también la
caída del Muro [de Berlín] y el comportamiento de Estados Unidos,
que no ha construido verdaderamente un nuevo orden que funcione.
P: ¿Y
por qué es ahora más pesimista, justo cuando venimos del siglo de
las dos guerras mundiales, del Holocausto...?
R: Es
verdad que hay mucha menos violencia en nuestro siglo que en el anterior. No lo dudo ni por un instante. Pero la diferencia es que en
nuestro siglo hay una verdadera posibilidad de salir de una cierta
manera de vivir la historia y construir algo diferente, porque la
humanidad hoy tiene la necesidad de construir una visión diferente
de sí misma. Soy más duro con este siglo porque tenemos
posibilidades que no teníamos antes. Y es una pena malgastarlas. El
mundo de hoy es completamente diferente y es normal que esperemos de
él otra cosa que lo que nos pudo dar el siglo XX.
P: ¿Por
qué ve este periodo oscuro "destinado a durar", como
señala en el libro?
R: Porque,
cuando miro a mi alrededor, no tengo la impresión de que haya una
verdadera toma de conciencia. Miro a los liderazgos en el mundo y me inquieto. En Estados Unidos, Inglaterra, India, Brasil, Turquía...
Estamos en un mundo un poco inquietante, en el que no hay mecanismos
para salir de las crisis. Nadie tiene autoridad moral. No hay ninguna
gran figura, ideología común, gran país que ejerza verdaderamente
una autoridad moral. Nadie. El mundo va mal y acabará por salir de
este periodo de turbulencias, pero supondrá tiempo, esfuerzo y
sufrimiento.
P: ¿Quién
podría ser el capitán del barco?
R: El
capitán del paquebote de la humanidad estos últimos treinta años
tendría que haber sido Estados Unidos. Y ha fracasado. El copiloto
ideal habría sido Europa, y no se ha dado a sí misma los medios
para ello. En realidad, no hay capitán. Mi sentimiento es que no
evitaremos el naufragio. Tendrá lugar, no sabemos en qué forma. No
hay una toma de conciencia que permita evitarlo. Por ejemplo, en la
cuestión climática se habla, habla, habla, y se finge, pero en
realidad no se hace nada que pueda realmente evitar la deriva que ha
comenzado. Es un cambio cosmético, mediático, sin nada de
profundidad.
P: ¿A
qué se refiere cuando habla de naufragio?
R: No
sé qué forma puede tomar. Puede estar vinculado a las
perturbaciones climáticas, puede haber cosas extremadamente graves.
O a la carrera armamentística, que un día produzca efectos que den
miedo a la gente. Puede ser también una gran crisis económica.
Fuente:
Antonio Pita, Amin Maalouf: “No evitaremos el naufragio de la humanidad”, 22 octubre 2019, El País.
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