Los restos de un avión estadounidense que se estrelló sobre Palomares, en España, en 1966. Foto: Kit Talbot |
José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía "Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares". Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).
por Salvador López
Arnal
Seguimos en el
capítulo VI, "El proyecto Indalo", en el asunto de las
implicaciones bioéticas del proyecto, un anexo en las páginas
234-238 de su libro. Prosigo con lo que estábamos hablando. Las
libertades civiles de nuestra democracia, afirmas en algún momento,
no llegaron a Palomares hasta principios del siglo XXI. ¿Por qué?
JH. La
democracia no es únicamente poder votar cada 4 años en unas
elecciones bipartidistas con unas listas cerradas. Cuando comenzamos
a inicios del siglo con la documentación para el largometraje
documental "Operación Flecha Rota" tuvimos en nuestras
manos algunos trabajos científicos que contradecían de manera
explícita la "historia oficial". Hasta el momento, quien había
insinuado lo contrario había sido escrachado de enemigo de
Palomares, alarmista, sensacionalista -el adjetivo populista no
estaba aún de moda- incluidas amenazas físicas por algunos
descontrolados locales. Aunque no nos hubiésemos callado, no
teníamos ningún interés en ser un rompehielos, los primeros que
revelan la verdad, porque son quienes más palos reciben y acumulan
animadversiones y enemigos. Afortunadamente, a partir de 2003 hay un
tímido reconocimiento del desastre que dejaron. En los años
posteriores se genera una respuesta institucional para evaluar y
solucionar un problema social, sanitario y medioambiental mantenido
con la impostura y el silencio durante casi 4 décadas, que no
olvidemos, fueron generados con los modos y maneras de la dictadura y
mantenidos tras la Constitución de 1978 por demócratas
reconvertidos a última hora. A partir de ese momento se restituye
gran parte de la verdad y la dignidad de los vecinos. Entonces es
cuando arriba a la zona la democracia de hecho.
Vale la pena
rendir un sentido homenaje a las personas que estuvieron, que
estuvisteis a la altura de las circunstancias. Gracias por el ejemplo
como diría Luis Cernuda. No sería fácil.
Tal como señalas,
la valoración de los riesgos para la salud de las personas fue un
estafa estadística con todas las de la ley falsaria.
JH.
Especialmente cuando calculan la dosis por la vía más crítica, la
respiratoria. Si lo hacen con medias anuales, las elevadas
desviaciones típicas de los registros semanales son condicionantes
en los riesgos de contaminación interna, pero a diferencia de otras
magnitudes, no se tienen en cuenta los máximos, porque los mínimos
en días de calma eólica son prácticamente 0. Respecto a la
digestiva no parece haber trampa. El plutonio es muy insoluble y por
lo tanto no entra de manera preocupante en los cultivos agrícolas, a
diferencia del cesio 137, como ha sucedido en Chernóbil y Fukushima.
¿Cuáles fueron
las principales resuspensiones que pusieron en peligro la vida de los
vecinos del lugar? ¿Cuándo se alcanzó la cifra mayor de
concentración de Bq/m3?
JH. Hubo unas
altas resuspensiones a mitad de la década de los 80 por las
construcciones de unas balsas en zonas muy contaminadas, pero
probablemente los máximos se registraron durante los años 67-70,
pero no lo sabemos con seguridad, porque según fuentes del CIEMAT,
los registros de los filtros de los muestreadores de aire de los
primeros años fueron sustraídos de los archivos y no se disponen de
ellos. Afortunadamente tenemos la ponencia que realizan Ramos e
Iranzo en un simposio de 1968 en Interlaken (Suiza) con las lecturas
de un año. Allí se muestran aerosoles con un máximo que multiplica
por 10 veces el máximo permitido entonces, mucho más alto que el
actual. Ello significa que entre junio de 1967 y mayo de 1968 un
número indeterminado de palomareños pudieron respirar aerosoles de
plutonio en al menos 7 ocasiones. Con una sola exposición es
suficiente para contaminarse internamente sin posibilidad de revertir
la situación, tal como sucedió en el día del accidente. Sin
embargo, en las estadísticas esos picos son diluidos en las medias
de la JEN y entonces las presentan ¡con unos niveles comparables a
los de Madrid!. Con esto mostraron un gran desarrollo en la técnica
que podríamos denominar "ingeniería estadística acomodaticia",
muy en boga hoy día en cifras gubernamentales y algunos sondeos pre
electorales.
¿Existían otras
alternativas? ¿Se podían haber hecho otras cosas?
JH. No creo
Salvador que en la dictadura algunos científicos del CIEMAT se
pudieran rebelar y proclamar públicamente la verdad. Hubiesen
sufrido serias represalias. Si ya en las primeras semanas Velarde o
Noreña se contaminaron en Palomares por la prohibición de llevar
máscaras antipolvo para no mostrar la realidad. Cuando cambia el
régimen y llega la democracia seguro que también se reprimiría
contundentemente a alguien con conciencia que se atreviera a destapar
la verdad, porque las actitudes, maneras y modos sociales, por
desgracia, mutan lentamente a base de generaciones y no de leyes.
Desde un punto de
vista ético, ¿qué opinión te merece la actuación del doctor
Langham?
JH. A nivel
personal, Conchita Álvarez me habló que era un ser muy amable,
hospitalario, generoso, que continuamente la invitaba en los
descansos a sus reuniones familiares para que no se sintiera sola.
Míster Plutonium era conocido, entre otras características, por sus
magníficas relaciones con los altos cargos civiles y militares, es
decir, aquellos que aprueban los considerables presupuestos de los
laboratorios de investigación. Pero cuando estos lo llamaban,
Langham no dudaba en obedecer y cumplir fielmente con su misión. El
fin parecía siempre justificar los medios, fueran cuales fuesen. En
el caso de Palomares, contribuyó siempre a minimizar lo sucedido y
sus futuras consecuencias, el establecimiento de un laboratorio vivo
y el ahorro de mucho esfuerzo, dinero y riesgos al ejército de su
país. A esto se le llama por muchos ser un buen patriota.
Escribes bien
cuando escribes: "Es decir, en la zona de Palomares se dejó de
manera voluntaria y consciente una contaminación de uranio, plutonio
y americio que ha sometido a riesgo de manera negligente a la
población, con especial incidencia en los trabajadores agrícolas".
¿Te ratificas en el diagnóstico? ¿Se puede hablar, como señalas,
de 43 años de experimentación en humanos sin salvaguardas
bioéticas?
JH. Sí, las
evidencias son irrefutables, pero para no polarizar todo el análisis
en lo más negativo y execrable, recordemos también que el
seguimiento radiológico de la población en el Proyecto Indalo
sirvió para comprobar y vigilar las potenciales consecuencias en las
personas de la contaminación que dejaron. Gracias a la dispersión
generada por el viento y las riadas, fueron mucho más leves.
¿Por qué se
frotaban las manos los directivos de la AEC? ¿Cómo fueron capaces?
JH. Pues porque
en esos ámbitos únicamente se valoran los fines, llamados por ellos
objetivos, lo demás no les importa. En las relaciones
internacionales sucede igual. Iban a tener un laboratorio con 1.200
seres humanos, ganado, cultivos, flora silvestre y lo más
importante, una considerable cantidad de plutonio, uranio y americio
diseminado por los campos, cuando se ignoraba en demasía el
comportamiento de estas sustancias en el medio ambiente y los seres
vivos; todo además a precio de saldo.
La docilidad
mostrada por el pueblo fue entonces fruto del engaño, un engaño en
el que la JEN-Ciemat colaboró intensamente.
JH. Los dos
primeros años no fue así. En el momento del accidente y semanas
posteriores, la actitud del pueblo fue de colaboración total, pero
con el transcurso de los días consiguieron desengañarse por
distintos motivos. En la visita de Fraga en marzo ya habían
conseguido generar la animadversión de una parte de los vecinos, por
culpa tanto de España como de los Estados Unidos. Los agravios comparativos en
la valoración de los daños sufridos en función de las filias y
fobias de las fuerzas vivas locales generó una silenciosa, amarga y
duradera ruptura entre los palomareños. Con la detención y condena
de la Duquesa en la manifestación del primer aniversario los
vecinos, conscientes de su impotencia, claudicaron hasta el nuevo
liderazgo de Antonia Flores 19 años más tarde.
Vuelvo a citarte:
"No es de extrañar que de los grandes libros históricos
escritos sobre la historia nuclear de los centros de la JEN y el
CIEMAT, no exista una sola palabra sobre el proyecto Indalo,
independientemente de que sea uno de los más dilatados y costosos de
la ciencia española, de su relevancia y sus indudables frutos".
¿Y cómo es eso posible en dos grandes libros históricos?
JH. Pues
sencillamente Salvador, el Proyecto nació con vocación
confidencial, con el nombre en clave Indalo, para no estar asociado
al topónimo de Palomares. Durante años nada trascendió de él,
hasta la demanda vecinal de recibir los resultados de los análisis
cuando se iban a cumplir 20 años. Todavía hay zonas oscuras que se
mantienen en secreto. Hace dos años realicé una petición sobre la
financiación en los últimos 10 años de este proyecto, segregando
la aportación española y la norteamericana. A pesar que se trata de
nuestro dinero, del dinero de los ciudadanos pagado con nuestros
impuestos, aún estoy esperando la respuesta.
Esa historia
oficial a la que haces referencia, ¿crees que ha sido totalmente
refutada? ¿Nadie se la cree ya?
JH. El
inventario radiológico hallado en el periodo 2003-08 lo contradice
sin ambages, pero el querer quedar bien con los norteamericanos a
costa del rigor histórico y la verdad, tan maltratada en Palomares
las últimas décadas, por parte de algunos altos funcionarios
públicos en los medios de comunicación, hace que pervivan las
falacias y contradicciones, como si el plutonio y americio crecieran
con el tiempo.
¿Quieres añadir
algo más sobre este punto?
JH. Sí.
Denunciar la total y absoluta impunidad institucional que ha reinado
y desalentadoramente aún reina en este país, que propicia todo tipo
de abuso a los ciudadanos.
Pasamos si te
parece al capítulo VII: "Resultas y reparaciones".
JH.-De acuerdo,
será un placer.
Fuente:
Salvador López Arnal, “Un número indeterminado de palomareños pudieron respirar aerosoles de plutonioen al menos 7 ocasiones”, 25/11/16, Rebelión.
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