El informe del Organismo Internacional para la Energía Atómica coincide con otros dos publicados en 2012.
por Pablo M. Díez
No cabe duda de que el tsunami de Japón, que dejó casi 19.000 muertos y provocó el accidente nuclear de Fukushima, fue una de las mayores catástrofes naturales de las últimas décadas. Pero también parece cada vez más evidente que este país, uno de los más ricos y mejor protegido contra terremotos, no estaba preparado para un tsunami así pese a las advertencias que había al respecto.
Según un informe del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), que desveló ayer la agencia de noticias Kyodo, entre 2007 y 2009 hubo avisos de que un seísmo de magnitud 8,3 podía sacudir a la costa nororiental de Japón, generando un tsunami de 15 metros capaz de inundar la central de Fukushima 1. Pero ni la eléctrica que gestiona la planta, Tepco, ni el Gobierno nipón a través de su regulador nuclear hicieron nada por reforzar la seguridad de la planta, donde se fundieron tres de sus seis reactores en el peor desastre atómico desde Chernóbil.
"La central de Fukushima 1 tenía algunas debilidades que no fueron debidamente evaluadas por un cálculo probabilístico de seguridad, como recomendaban los estándares del OIEA", denuncia el informe. La dejación nipona se debió "en parte a la asunción generalizada en Japón, y reforzada durante muchas décadas, de que la robustez del diseño técnico de las centrales sería suficiente protección contra estos riesgos". Por ese motivo, critica el informe, la planta "no estaba preparada para la pérdida de electricidad y del sistema de refrigeración que causó el tsunami. Aunque Tepco había desarrollado estrictas guías en caso de accidente, no cubrió tan improbable combinación de hechos". A pesar de las repetidas alertas, Tepco argumentó que necesitaba "más estudios e investigaciones" para aumentar la seguridad en Fukushima.
Una de las quejas más frecuentes por parte de los expertos es que los generadores eléctricos de emergencia estaban en sótanos, que quedaron inundados por el tsunami, y no en lugares elevados porque trasladarlos costaba 100 millones de dólares (91 millones de euros). Pero, aunque la planta no hubiera perdido el suministro eléctrico que alimentaba el sistema de refrigeración, los núcleos de los reactores se habrían seguido calentando porque el tsunami destrozó las tuberías que traían el agua del océano Pacífico para enfriarlos. Sin embargo, eso no ocurrió en la vecina central de Fukushima 2, que resistió la embestida del tsunami porque tenía unas tuberías distintas.
Este informe de la OIEA, elaborado por 180 expertos de 42 países, coincide con otros dos publicados en 2012 que también acusaron a la empresa eléctrica y al Gobierno japonés de subestimar el peligro que corría la central, visitada el mes pasado por ABC. Pertrechados con trajes antirradiación, allí siguen trabajando 7.000 operarios, que tardarán 40 años en controlar sus fugas y desmantelarla.
Fuentes:
Pablo M. Díez, "La central de Fukushima tenía algunas debilidades que no fueron debidamente evaluadas", 26/05/15, ABC.es. Consultado 26/05/15.
La obra de arte que ilustra esta entrada es "Fuku 1" del artista Michael Proepper.
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