Mónica Caselles es voluntaria del Proyecto de Conservación y Forestación. Asegura que no hay controles suficientes para evitar incendios, y que si se cumpliera la ley no habría que hacer 'esfuerzos faraónicos'.
Movilizada por los desmontes y los incendios Mónica Caselles (41) ayuda a reforestar áreas degradadas de las sierras de Córdoba. En uno de sus viajes a la montaña se enteró que un grupo de voluntarios trabaja para evitar la erosión del suelo haciendo remediación de cárcavas, construyendo pircas y plantando árboles.
“Desde 1992 viajaba los fines de semana para hacer trekking al refugio que tiene el Club Andino Córdoba en Los Gigantes y a través de unos amigos me enteré del proyecto”, cuenta.
Su primer trabajo de voluntariado fue en 1999 y consistió en ayudar a retener las cárcavas producidas por la erosión del suelo y construía pircas colocando con sus manos piedras en los profundos socavones.
Su primer trabajo de voluntariado fue en 1999 y consistió en ayudar a retener las cárcavas producidas por la erosión del suelo y construía pircas colocando con sus manos piedras en los profundos socavones.
“Algunas había que partirlas con barretas de hierro porque eran demasiado grandes. También hacíamos clausuras, colocando alambrados para impedir que el ganado coma los tabaquillos y el resto de la vegetación”, explica Mónica.
Recuerda que había más hombres que mujeres en el grupo. “Elizabeth Faerman, Patricia Zalazar y Ana Singolani eran algunas de ellas. En ese momento el director del proyecto era Daniel Renison. Es un trabajo duro y hay tareas que nos costaba más hacer a nosotras por un tema de fuerza física”, advierte.
No obstante, dice, las mujeres también tomaban la barreta para hacer los pozos y ponían los postes de madera de unos dos metros y medio de largo que traían a cuestas otros voluntarios sobre sus espaldas.
En esa época Mónica vivía en Alberdi en la casa de sus padres donde producía tabaquillos en la terraza. “Cuando me iba los fines de semana a la montaña la que tenía que regarlos era Margot, mi mamá. Lo hacía y se preocupaba muchísimo por ellos aunque por ahí me decía: al final soy yo la que los cuido”, recuerda divertida.
Al comienzo de su trabajo reconoce que no identificaba más que el algarrobo como árbol nativo. “Esto les sucede a la mayor parte de las personas que viven en una ciudad, no saben reconocer cinco especies nativas. Pero después aprendí y empecé a producir molles, algarrobos, chañares, manzanos del campo, aromitos y quebrachos blancos”, agrega orgullosa.
En la escuela. Mónica es bibliotecaria del Instituto Parroquial San José de Alberdi y en 2000 les propuso a los directivos un proyecto de conservación y forestación para los alumnos de la primaria.
“Me pareció importante que los chicos tomen contacto con el problema de la erosión del suelo y sus consecuencias”, explica. El proyecto se implementó de 2000 a 2004 para los alumnos de sexto grado. Los chicos aprendieron las técnicas de germinación y de producción más viables de árboles, experimentaron en el vivero de la escuela y a fin de año plantaron árboles.
“Los docentes se ocuparon de la parte educativa y yo me hice cargo de las semillas, de la tierra y del armado del vivero en el cual mis amigos del Club Andino Córdoba, Claudio Ruzafa, Fabián Gómez y Jorge Pérez me ayudaron mucho”.
El origen de la vida. Mónica también recuerda que los chicos se sorprenden mucho cuando ven una semilla. “Se alucinan y me preguntan: ¿Acá hay un árbol? Y yo les respondo: ¡Sí! Es mágico ver germinar una semilla, es el origen de la vida. A ellos les da mucho placer cuando crecen poco a poco”, agrega entusiasmada.
Para ella este voluntariado le cambió la cabeza y también su vida. De hecho haciendo esta tarea conoció a su actual compañero de vida el biólogo Ricardo Suárez quien ahora es el director del proyecto. “Cuando es un proyecto compartido con tu pareja, es más fuerte”, señala. Mónica esta embarazada de dos meses y además de cuidar a Matías, su primer hijo de tres años, produce árboles nativos en su casa en Parque Río Ceballos. Restaurar un área degrada no es una tarea sencilla.
”Cuando uno hace esto y por otro lado están quemando o desmontando el monte siento mucha impotencia. No hay controles suficientes por parte del Estado para evitar que se sigan degradando los ambientes naturales. Si hubiera funcionarios que hagan cumplir la ley no tendríamos que hacer esfuerzos faraónicos como plantar 800 árboles en tres días”, advierte.
No obstante también agrega que se siente muy reconfortada por el trabajo que se llevó adelante en el Valle de los refugios en Los Gigantes. “Porque con la reforestación de unas 40 hectáreas demostramos que es posible restaurar áreas degradadas tanto del suelo como de las cuencas hídricas”, finaliza esperanzada.
Lo que necesitan
Voluntarios. Para reparar alambrados, demarcación de senderos y remediación de cárcavas y plantación de árboles.
Próximas salidas. Sábado 29 y domingo 30 de octubre. Sábado 26 y domingo 27 de noviembre. Y jueves 29 y viernes 30 de diciembre.
Lugar. Los Gigantes. Alojamiento gratuito cortesía Club Andino Córdoba. Más información. Teléfono (0351) 156-823960 o al e-mail suar_bio@reforestacion.com.ar
Fuente:
La Voz del Interior, 03/10/2011, "Produce árboles de especies nativas para reforestar las sierras de Córdoba".
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