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El sitio de Hanford. La primera fábrica de plutonio estadounidense. Crédito: Lois Parshley / VQR. |
De 1950 a 1990, el Departamento de Energía de EE. UU. produjo un promedio de cuatro bombas nucleares al día en fábricas construidas a toda prisa, y con escasas medidas de protección medioambiental, que dejaron un vasto legado de residuos radiactivos tóxicos. Ahora con las mejoras tecnológicas actuales y sin haber resuelto la contaminación en aquellas fábricas, reinicia la producción de plutonio.
Por Juan Vernieri
Las plantas de Carolina del Sur, Washington, Ohio e Idaho que ayudaron a producir esas 60.000 bombas atómicas, tienen toneladas de residuos que constituirán contaminación radiactiva durante miles de años.
A diferencia de las centrales nucleares cuyos residuos consisten en pastillas de uranio secas encerradas en tubos metálicos (no por eso menos atroz), las instalaciones de armamento dejan miles de metros cúbicos de un lodo radiactivo que se almacenan en viejos depósitos subterráneos.
La producción de plutonio y bombas se detuvo en 1989. Ahora, con las mejoras tecnológicas implementadas, el país planea alcanzar una capacidad de producción de al menos 80 núcleos de plutonio al año para mediados de la década de 2030. Se producirá en dos instalaciones principales: el Laboratorio Nacional de Los Álamos y la planta de Savannah River, con 30 y 50 núcleos anuales, respectivamente.
Las tensiones geopolíticas, especialmente con países como Rusia, China y Corea del Norte, han impulsado esta iniciativa de modernización.
El reinicio de la producción de plutonio es consecuencia de la estrategia de disuasión de Estados Unidos, que busca mantener un arsenal nuclear actualizado y preparado frente a las amenazas globales, renovando sus más de 5.000 ojivas nucleares con tecnologías más modernas, y prepararse para un futuro que se presenta especialmente tenso y convulso.
El doctor Carlos Umaña, copresidente de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (AIMPGN), concedió una entrevista a Infobae en la que advierte que una guerra nuclear a gran escala no solo sería rápida, sino extremadamente destructiva: “de acuerdo con la Federación de Científicos Estadounidenses, existen actualmente unas 12.000 ojivas nucleares en el mundo, de las cuales 2.000 están en estado de alerta máxima, listas para ser detonadas en tan solo 60 segundos”, afirmó al respecto.
En la entrevista también explica que la detonación de este tipo de armas en el contexto de una guerra nuclear a gran escala, podría arrasar el planeta en solo 72 minutos.
Las armas nucleares no están diseñadas para objetivos militares específicos, sino para causar una destrucción masiva.
Además de los conflictos geopolíticos, Umaña también resalta el riesgo de que los avances tecnológicos aumenten la probabilidad de un ciberataque o de errores humanos que podrían desencadenar una explosión nuclear accidental. “Conforme aumenta la tecnología, aumenta también el riesgo de ciberterrorismo y errores humanos”, afirmó Umaña. Este escenario agrava aún más la vulnerabilidad global ante una guerra nuclear accidental.
(Fuentes: New York Time / Infobae)
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