sábado, 22 de febrero de 2025

Doble rasero tóxico: sacrificar a mujeres, niños y décadas de investigación sanitaria a cambio de ganancias. Así actúa el lobby nuclear | 1.° parte

La asombrosa discrepancia entre las normas regulatorias norteamericanas para el cáncer inducido por radiación y otras sustancias tóxicas presentes en el agua potable, es un claro ejemplo de injusticia ambiental y de políticas discriminatorias.

Por Juan Vernieri

La Agencia de Protección Ambiental considera aceptable un riesgo de cáncer de por vida de uno en un millón para la mayoría de las toxinas presentes en el agua potable (como el glifosato, el cromo, el cloruro de vinilo, etc.), mientras que permite niveles de radiación que resultan en un riesgo de cáncer de por vida de uno en tan solo 143.

Esto equivale a un riesgo alarmantemente 7.000 veces mayor, lo que pone de relieve un preocupante desprecio por la salud pública cuando se trata de la exposición a la radiación.

El límite de 20.000 picocurios por litro de tritio en el agua potable, establecido durante el auge de las pruebas de armas nucleares en Estados Unidos, es una reliquia de una época menos informada y temeraria. Esta norma, que hasta el día de hoy no se ha basado en investigaciones sanitarias, ha persistido a pesar de la creciente comprensión de los riesgos de la radiación y de las vulnerabilidades humanas.

El límite de 20.000 pCi/L fue recomendado por primera vez en el informe de 1960 del Consejo Federal de Radiación (FRC). Según una revisión realizada por el difunto profesor John W. Gofman, biólogo molecular y celular, este límite no se basó en un análisis riguroso de los riesgos para la salud, sino que se derivó de las concentraciones existentes de radionucleidos en los suministros de agua que ya estaban contaminados por la lluvia radiactiva de las pruebas de armas nucleares.

La EPA no se basó en estudios de salud para establecer sus estándares originales para el tritio en el agua potable.

En cambio, calculó retrospectivamente los niveles aceptables basándose en la exposición a la radiación de los radionucleidos existentes en las aguas superficiales, ninguno de los cuales eran emisores beta como el tritio.

No es un estándar basado en la salud, se basa en lo que era fácilmente alcanzable”, señala David Kocher del Centro de Análisis de Riesgos de Oak Ridge, que ha evaluado los riesgos para la salud del tritio y pasó 30 años en el Laboratorio Nacional de Oak Ridge. El estándar de 20.000 pCi/L para el agua potable facilitó el cumplimiento. “No había agua potable en ninguna parte que se acercara a ese nivel, por lo que no costó nada cumplirlo”.

Según un artículo de Cindy Folkers y Mary Olson, publicado en 2022 por el Servicio de Información y Recursos Nucleares, “las investigaciones indican que el tritio puede atravesar la placenta, lo que plantea mayores riesgos para los fetos durante las primeras etapas críticas del desarrollo debido a sus propiedades radiológicas. El embrión y el feto son mucho más sensibles a la radiación en comparación con los adultos”.

En dosis mínimas recibidas a través del agua potable, la radiación puede perjudicar el crecimiento fetal, causar defectos congénitos y dañar el desarrollo cerebral. No hay evidencia de un umbral de dosis por debajo del cual un feto estaría a salvo de estos efectos. Esto significa que incluso cantidades muy pequeñas de contaminantes radiactivos en el agua de la canilla pueden suponer un riesgo durante el embarazo.

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