Se autorizó a
que Monsanto importe este tipo de soja tolerante a fumigaciones con
dicamba, más tóxico que el glifosato. ¿Soja para moler o para
sembrar?
por Horacio Brignone
A raíz de la
sequía que recortó la cosecha de soja de 55 a 37 millones de
toneladas, la Secretaría de Alimentos y Bioeconomía del Ministerio
de Agroindustria de la Nación aprobó la importación de la soja RR
2Xtend, supuestamente no para siembra sino para uso alimenticio
exclusivamente. Este tipo de soja es resistente al dicamba, un
agrotóxico más agresivo que el glifosato. ¿Qué intenciones se
esconden detrás de la importación?
Lobby, cuestión
de Estado
Tenemos por un
lado a Monsanto-Bayer, los mayores tramposos planetarios y sus medios
asociados. El 23 de junio Clarín Rural publicó un artículo de José
Miguel Mulet títulado “El glifosato es seguro”. Se trataría de
un “arrepentido” (según sus palabras), que hizo un pequeño
circo “antitransgénico” para después venderse como “el que
vio la luz”. Hoy es prácticamente la única cara conocida en
idioma castellano que se atreve a inmolarse en el altar del
glifosato. No gratuitamente, por supuesto.
Por otro lado
están las patronales del campo. Es el lobby agroindustrial
encabezado por Etchevere y la Mesa de Enlace, marionetas de las
corporaciones, lidiando con las resistencias al glifosato que este
propio genial modelo fue generando, principalmente la rama negra,
variedades de amaranto y el sorgo de Alepo en la región central.
Junto a otra veintena menos difundidas, estas malezas han ido
“fortaleciéndose” tras cada nueva fumigación, listas para
entrar en acción cuando desarrollen suficiente población de
individuos resistentes.
En tercer lugar
cuentan con que Argentina es el paraíso del descontrol sobre los
agrotóxicos. Cualquier cosa podrán estar echando en los tanques de
aviones y “mosquitos” y, en consecuencia, en todo el ecosistema
que habitamos. Esto ha provocado tasas de cáncer tres veces
superiores a la de hace apenas 20 años y aun a las de las grandes y
contaminadas ciudades.
Sin embargo, les
interesa “legalizarse”, hacer lo mismo pero con una legislación
que los ampare. No faltarán parlamentarios dispuestos y para ello
necesitan crear “clima” para volver a engañar a la población,
como con la primera soja RR y el “biodegradable” glifosato.
También esperan forzar la ley de semillas que les permita cobrar
regalías sobre la cosecha de estas RR2Xtend y futuros engendros. La
tormenta perfecta.
Contaminar y
luego legalizar
En Brasil la
primera soja transgénica también entró de contrabando (se dice que
desde Argentina). En el estado de Rio Grande do Sul estaban
prohibidos los transgénicos. Tuve la oportunidad de entrevistar a un
funcionario de agricultura de Paso Fundo que se dedicaba a quemar
campos transgénicos con frecuencia. Pero cuando el contrabando se
generalizó y demasiados campos “compraron” (medios bien pagados
mediante), los espejitos de colores de esta nueva colonización ya no
se pudo evitar. Tendrían que haber quemado medio estado. Finalmente
se legalizó.
Este
grano-semilla importada (RR 2Xtend) resiste ser fumigada tanto con
glifosato como con dicamba simultáneamente, pero su comercialización
no está autorizada en Argentina porque no está garantizado el cobro
de regalías de este tipo de semilla para Monsanto-Bayer. Con
controles de cartón sobre los agronegociantes, sus fumigaciones, sus
ventas, sus facturas e impuestos, ¿quién puede asegurar que estos
granos importados, precisamente éstos, son los que se muelen para
agrocombustible (un gran alimento para el mundo, ya vemos) y no se
usarán para sembrar clandestinamente?
Dicamba, tierra
arrasada
Las plantas que
nazcan de estas semillas transgénicas admitirán ser fumigadas no
solo con glifosato sino también con dicamba, matando aquéllas
hierbas que ya vienen desarrollando resistencias al glifosato.
Introducidas clandestinamente, sembradas clandestinamente, fumigadas
clandestinamente, no hay que ser muy ducho para imaginar cómo sigue
la historia. Solo es cuestión de “legitimarlas” luego, como en
Brasil. Mientras tanto los empresarios agropecuarios locales verán
aumentados sus costos y riesgos, a favor de las corporaciones dueñas
de las patentes sobre genes existentes en la naturaleza.
Lo peor es que el
dicamba usado el pasado año en EEUU destruyó cinco millones de
hectáreas (hasta donde se difundió) de cultivos vecinos por su
extremada volatilidad, provocando que tres estados al menos
prohibieran o restringieran su uso. Monsanto argumentó que la culpa
era del aplicador y escribió una hoja de instrucciones de más de
5000 caracteres que resulta prácticamente imposible de seguir por
resultar autocontradictoria.
Más toxico que
el glifosato
El daño en los
alimentos y cultivos no resistentes no es, sin embargo, el mayor
temor. El abogado Enrique Zárate, del Instituto de Derecho Ambiental
y docente universitario, explicó que el 25 de septiembre de 1993
tres chicos de Zavalla, al cruzar un campo fumigado, se mojaron las
ropas y la piel con el agrotóxico dicamba. A las 24 horas padecieron
vómitos, calambres y fueron internados en el Hospital Clemente
Álvarez. A los dos días murió Sergio Castillo, de 16 años. Zárate
llevó el caso por homicidio culposo contra el productor Carlos Fuca.
Se halló el agrotóxico en la orina de los chicos y se demostró en
el juicio que la muerte fue por intoxicación por plaguicida. Los
sobrevivientes, Héctor Castillo (18) y Víctor Vargas, tuvieron
daños renales permanentes.
A este ritmo el
próximo “avance” será regurgitar al DDT (hoy prohibido). El
glifosato se “inventó” en la década del 70, el “superador”
dicamba en los 60 y ya tenemos soja aprobada por nuestra CONABIA
resistente al 2,4-D, creado en la década del 40, listas para ser
lanzadas al mercado cuando “haga falta”.
Así sería la
modernidad, según la entienden las empresas del agronegocio y
políticos asociados.
Fuente:
Horacio Brignone, Otra maniobra de Monsanto y Bayer: se abre la importación de soja RR2 Xtend, 12/07/18, La Izquierda Diario.
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