Cerca del 26 %
del país, equivalente a 72 millones de hectáreas, tiene niveles de
degradación que afectan el rendimiento anual de soja, maíz y trigo.
El dato surge del libro “Estimación de la pérdida de suelo por
erosión hídrica en la República Argentina”.
La pérdida de
suelo es el principal problema que compromete la sustentabilidad de
todos los sistemas productivos del país, con un impacto económico
sobre el rendimiento anual de los cultivos estimado en US$ 29,9 M.
Esta pérdida, calculada para soja, maíz y trigo, es acumulativa y,
por lo tanto, ascendería a US$ 1.645 M en una década.
Los valores
surgen del libro “Estimación de la pérdida de suelo por erosión hídrica en la República Argentina”, que llevaron a cabo
especialistas el Instituto de Suelos del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA. Se trata de la primera investigación
realizada a escala nacional en los últimos 30 años, con la
finalidad de contribuir al ordenamiento y manejo sustentable de los
suelos.
Según este
estudio científico, alrededor del 26 % del territorio argentino,
equivalente a 72 millones de hectáreas, presenta niveles de erosión
hídrica que superan las tasas tolerables, es decir, que afectan la
salud de los ecosistemas. Esto indica un agravamiento del problema,
ya que el último estudio efectuado en 1988 estimó que la superficie
afectada era de 25 millones de hectáreas, 47 millones de hectáreas
menos respecto de la actualidad.
La consecuencia
inmediata de la erosión del suelo “es una disminución de la
productividad agrícola, debido a la pérdida de nutrientes, a su
deterioro físico y a la pérdida de profundidad”, indicó Juan
Gaitán, especialista del Instituto de Suelos del INTA y uno de los
autores del trabajo, quien puntualizó: “En casos extremos, puede
implicar la pérdida total del suelo”.
De acuerdo con el
estudio, la tasa media de erosión actual de los suelos, que
considera todo el territorio nacional, equivale a seis toneladas por
hectárea al año. Esto representa aproximadamente una capa de 0,5
milímetros de espesor que se pierden al año.
En tanto, los
especialistas reconocen que existen fuertes diferencias entre las
regiones del país. Cerca del 60 % del país presenta bajas tasas de
erosión, menores a dos toneladas por hectárea por año, sobre todo
en regiones con alta cobertura vegetal de pastizales naturales,
bosques y selvas.
Por su parte,
alrededor de un 12 % del territorio presenta tasas de erosión
mayores a 10 toneladas por hectárea por año, principalmente en las
regiones áridas y semiáridas con fuertes pendientes y baja
cobertura vegetal.
En cuanto a las
pérdidas económicas por disminución de los rendimientos de los
cultivos, “son relativamente bajas, si se toma el promedio del área
agrícola nacional por hectárea, pero hay zonas puntuales de la
pampa ondulada o del área serrana de Buenos Aires, Córdoba, San
Luis, Salta y Tucumán que están muy afectadas, donde el perjuicio
económico es ascendente”, destacó Patricia Carfagno, especialista
del instituto e integrante del estudio.
Según el trabajo
científico, que demandó dos años de investigación, en la
Argentina la tasa media de erosión hídrica en el área de cultivos
agrícolas equivale a 3,91 toneladas por hectárea por año. En tal
sentido, se toma como referencia una densidad aparente media de 1,2
toneladas por metro cúbico para toda el área agrícola –valor
considerado para región Pampeana–, por lo que esta tasa se
correspondería con la pérdida de una capa de 0,33 milímetros de
suelo por año.
No obstante, la
investigación reconoce que, además de la pérdida de rendimiento de
los cultivos, la erosión provoca otros costos que “no son
valorizados en números” y corresponden a “costos ambientales”,
causados por la pérdida o disminución de los servicios
ecosistémicos que brindan los suelos.
Según María
Fabiana Navarro, especialista de la misma unidad del INTA y coautora
del libro, “es muy difícil establecer los costos ambientales”.
Por ejemplo, en el proceso de erosión, cuando el agua se lleva
partículas del suelo, también se lleva partículas de contaminantes
asociadas que, al llegar a los cursos de los ríos, contaminan los
cuerpos de agua.
Las provincias
con mayor tasa de erosión hídrica son Neuquén, Misiones y Santa
Cruz. En el caso de Neuquén, la tasa media es de 22,8 toneladas por
hectárea por año y constituye, aproximadamente, la pérdida de una
capa de 2 milímetros de suelo por año.
Asimismo, las
mayores tasas de erosión ocurren en el norte de esa provincia donde,
simultáneamente, se registran fuertes pendientes, precipitaciones de
moderadas a altas y una fuerte degradación de la cobertura vegetal,
principalmente debido al sobrepastoreo. En tanto, las provincias con
menores tasas de erosión hídrica son La Pampa, Formosa y Santiago
del Estero.
Reconocer la
erosión
La erosión es el
desgaste que se produce en la superficie del suelo por la acción de
agentes externos, ya sea el viento o el agua, o, también, puede
ocasionarse por la fricción continua de otros cuerpos.
Los especialistas
definen la erosión hídrica como el proceso de desprendimiento y
arrastre acelerado de las partículas del suelo causado por la acción
del agua, que disminuye la productividad de los suelos y afecta la
salud de los ecosistemas.
La publicación
señala que esta problemática involucra tres etapas donde se
producen daños importantes: la preparación del material, en cuanto
a desprendimiento y remoción, el transporte y la sedimentación.
“La expansión
de la frontera agropecuaria contribuyó a la deforestación de
amplias superficies que, antes estaban bajo bosques naturales, y
actualmente están bajo agricultura”, explicó Carfagno y agregó:
“Aumentó la erosión hídrica, lo que se observa en el número de
hectáreas que se encuentran bajo este proceso en los últimos años,
información que surge del trabajo”.
Pero no solo la
causa es la deforestación. “También ocurre o puede ocurrir cuando
hay una conversión”, dijo Navarro. Consideró que cuando se pasa
de “un sistema natural a un sistema antrópico, se produce de por
sí un aumento, ya sea pequeño o grande, en la tasa de erosión, o,
por lo menos, del riesgo de erosión”. Y, aunque a veces la erosión
hídrica no ocurre, “sí está presente el riesgo”, subrayó.
La expansión de
la frontera agropecuaria, sobre todo en la región subhúmeda
Pampeana y Chaqueña, mediante la incorporación de tierras al
cultivo intensivo de granos –especialmente de soja– a expensas de
tierras ocupadas por bosque natural sometidas a desmonte y
sobrepastoreo en las regiones áridas y semiáridas, “produjo una
disminución de la cobertura vegetal y es una de las principales
causas que provocaron un aumento de la erosión hídrica en las
últimas décadas en el país”, explicó Gaitán.
Estudio nacional
El mapa es
innovador dado que mediante “la clasificación de imágenes
satelitales, el tratamiento de información de base de clima, suelos
y modelos digitales de terreno a partir de sistemas de información
geográficos y del relevamiento de datos de campo, se pudo aplicar a
escala nacional el modelo USLE (Ecuación Universal de Pérdida de
Suelo, según sus siglas en inglés)”, indicó Gaitán.
La USLE es un
método para predecir la tasa de pérdida en cualquier combinación
de suelo, topografía, clima, cobertura y prácticas de manejo. Se
utiliza para estimar la degradación promedio por el período de
tiempo y contempla cinco factores como erosividad de la lluvia,
erodabilidad del suelo, longitud y gradiente de la pendiente,
cubierta y manejo de cultivos y residuos, y prácticas de
conservación.
“En este
trabajo se aplicó una misma metodología para todo el país”,
explicó Navarro y aclaró que, en otros trabajos previos, “cada
uno utilizaba una determinada metodología que generalmente no
coincidía con los otros, lo que generaba inconvenientes a la hora de
compatibilizar los trabajos o resultados”.
Asimismo,
Carfagno expresó que “se determinó no solo la erosión actual,
sino la potencial que es la máxima tasa de erosión que ocurriría
si los suelos se mantuvieran desprotegidos sin cobertura vegetal, lo
cual permite identificar las zonas con mayor riesgo”.
De repente
comenzaron “a recibir consultas de productores que parecía que
nunca habían visto la erosión hídrica hasta que se encontraron con
las cárcavas”, advirtió Carfagno, sobre los socavones que se
producen en el suelo en aquellos campos con pendiente a causa de las
avenidas de agua de lluvia.
Al respecto de
esto último, la demanda técnica creció en la zona de Pergamino,
Arrecifes, San Pedro y Santa Lucía –algunas comunidades de la
provincia de Buenos Aires–, cuyos campos son afectadas por el
proceso de erosión. Junto con productores y organizaciones, como los
Grupos CREA y Aapresid, el INTA trabaja en la concientización,
recuperación de cárcavas y sistematización de datos bajo
diferentes métodos, según la problemática.
Este estudio,
donde además de Gaitán, Navarro y Carfagno, participaron Leonardo
Tenti, María José Pizarro y Santiago Rigo, presenta información de
suma importancia para la planificación y toma de decisiones de los
gobiernos provinciales y nacional.
Estos mapas
podrían contribuir a generar políticas públicas basadas en la
implementación de buenas prácticas agrícolas tendientes al
ordenamiento y al manejo sustentable de los suelos, principalmente a
partir del conocimiento de la ubicación de las áreas críticas y de
los riesgos de degradación por erosión.
Fuente:
En la Argentina, se pierden US$ 30 M al año por erosión hídrica, 13/12/17, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
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