Se lamenta entre lágrimas Palmira, de 83 años, una de las ancianas evacuadas desde una residencia geriátrica a la sede de la Cooperativa del Agua en Villa Campi, uno de los dos centros que recibió a los afectados por la inundación que azotó La Emilia y barrios aledaños el lunes, mientras doblaba ropa de las donaciones para mantenerse "ocupada".
Palmira agradece
tener salud, pero se preocupa por su hijo, que trabaja como albañil,
y dice que ahora "no sé cómo va a hacer para seguir adelante”,
parada entre las camas que trasladó el Pami de San Nicolás y la
ropa donada, en el lugar a donde llegaron 25 adultos mayores en las
horas críticas de la inundación, de los cuales la mayoría fue
retirada de allí por familiares, y hoy permanecen ocho.
Las inundaciones
en La Emilia, un barrio de la ciudad de San Nicolás, en el norte de
la provincia de Buenos Aires, y zonas aledañas forzaron la
evacuación de más de 4000 personas y dejaron a familias enteras que
perdieron todo en los centros dispuestos para albergarlos, donde
muchos destacaron la solidaridad de la gente.
“Perdimos todo,
pero bueno tenemos que trabajar por nuestros abuelos, hay que
contenerlos”, aseguró a Télam José Luis, el dueño del
geriátrico, quien precisó que varios de los residentes allí
tuvieron que ser cargados por los trabajadores para poder salvarlos
del agua, y llevados a la Cooperativa del Agua en Villa Campi, un
barrio cercano a La Emilia que no sufrió el anegamiento.
José Luis
confirmó que al menos 5 personas tuvieron que ser atendidas con
suero por presentar cuadros de deshidratación, al tiempo que elogió
la solidaridad de la gente para aportar ropa, pañales de adultos y
alimentos y aseguró que debieron llamar a los familiares para que
los retiren del centro porque “en un primer momento había ratas y
mucha suciedad” luego del temporal.
El segundo centro
de evacuados se encuentra en la escuela Nº 32 de Villa Riccio, y
aloja a 74 adultos y 42 chicos, en su mayoría provenientes del
barrio Villa Hermosa, llamado La Papelera, el lugar más afectado por
la inundación, donde apareció muerto ayer el albañil José Luis
González, de 54 años.
Nancy, ama de
casa y madre de 3 hijos, comentó que la gente todavía no pudo
volver a sus casas porque aún hay agua en las habitaciones y pidió
que la gente done artículos de limpieza.
“Esto es volver
a empezar, necesitamos ayuda”, reclamó Nancy y contó que “el
agua no dio tiempo a nada, fue muy rápido, no se pudo rescatar
nada”.
La mujer
reconoció la solidaridad de sus vecinos, sobre todo los de San
Nicolás, que vinieron en caravana en estos días a traer donaciones
y prestaron botes para repartirlas. “La ayuda fue toda de la gente,
las autoridades no hicieron nada”, aseveró.
Por su parte,
Raúl, de 56 años y changarín, aseveró que tras las inundaciones
“en definitiva hay que empezar de cero” y criticó que a las
personas de La Papelera, el barrio más pobre de la zona, se los
discriminó a la hora de recibir ayuda.
En el centro de
evacuados de la escuela Nº 32 las familias conviven con los
colchones en el piso, en un gran salón donde predomina el olor a
humedad de la ropa mojada, y se reparten las tareas para hacer más
amena la tragedia.
Las madres se
turnan para limpiar y cocinar, mientras que los hombres vuelven al
barrio cuando pueden a ver cuánto bajo el agua y así poder ir a
limpiar las casas. Los niños juegan en la canchita de fútbol o con
algún juguete que haya llegado como donación.
“Tengo
epilepsia pero tengo que estar tranquila por mi nene de 4 años, mi
hijo me pregunta por qué lloro”, confesó Noemí, de 26 años,
quien se lamentó por la situación de varias familias que están con
chicos discapacitados en el centro de evacuados.
Los vecinos de La
Papelera contaron que la inundación que azotó la zona el lunes es
la cuarta en menos de un mes, aunque “nunca tuvo esta magnitud”.
Tomás, de 39
años y albañil, contó que visitó su casa ayer y le llegaba “el
agua hasta el cuello”. “No quedó nada, tengo un hijo
discapacitado y perdí gran parte de sus documentos”, afirmó.
“Es muy injusto
todo esto, yo nunca pedí nada, trabajé desde los 12 años y ahora
perdí todo”, se quejó entre sollozos Gabriela, de 40 años,
empleada de una fiambrería y una de las encargadas de llevar
adelante el centro de evacuados.
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Fuente:
"El agua se llevó todo", 18/01/17, Télam. Consultado 19/01/17.
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