Hay poco que sugiera que el peor desastre nuclear desde
Chernóbil haya cambiado sustancialmente la regulación nuclear en el país.
Poco después de que se fusionaron tres reactores nucleares
en una planta al noroeste de Japón, el gobierno prometió cortar la cómoda
relación entre la industria nuclear y sus reguladores.
Un año después, todavía tiene que nombrar a un comité de
miembros para que escudriñen la "puerta giratoria" de funcionarios
que consiguen empleos en las mismas industrias que vigilan.
Hay poco que sugiera que el peor desastre nuclear desde
Chernóbil haya cambiado sustancialmente la regulación nuclear en el país o
impulsado a las autoridades a mejorar la seguridad en sus 54 reactores. Los
reguladores todavía forman parte del Ministerio de Comercio, el cual promueve
la energía nuclear, en lugar del Ministerio del Medioambiente, como el gobierno
propuso hace meses.
Sólo dos plantas han construido diques de mar desde la
fusión de los reactores nucleares en Fukushima Dai-ichi, incluida ésta misma.
Sólo una planta ha instalado el tipo de ventilaciones que podrían evitar las
explosiones de hidrógeno que agravaron la crisis nuclear. Las autoridades están
revisando la caótica evacuación de la zona radiactiva para mejorar la respuesta
al desastre, pero se han dado pocos pasos concretos.
Una cosa que Japón ha hecho con sus reactores nucleares es
mantenerlos apagados después de que se programaran inspecciones regulares. El
nuevo régimen de seguridad que deben aprobar los reactores antes de ser
encendidos nuevamente es una de las pocas medidas que han introducido los
reguladores.
Hasta ahora, ninguno ha recibido la autorización para ser encendido,
dejando sólo dos de 54 reactores funcionando y está programado que los últimos
dos sean apagados a finales de abril. No está claro cuándo se volverán a
encender los reactores, pero incluso mientras están apagados son todavía
vulnerables a un tsunami porque las barras de combustible deben mantenerse
frías.
Las verificaciones de seguridad utilizan simulaciones en
computadora para ver si las plantas pueden soportar o al menos evitar una
crisis importante en caso de que golpease un tsunami o un sismo. Pero hay
quienes dicen que las pruebas deben ser más rigurosas.
"Este es nuestro destino como nación con tantas plantas
nucleares. Todo lo que hacemos es rezar para que no llegue un tsunami",
dijo Hideyuki Ban, quien encabeza el Centro de Información Nuclear de los
Ciudadanos, un grupo de investigación antinuclear, y quien además forma parte
de un panel del gobierno sobre política de energía atómica.
Los reguladores japoneses han respondido más lentamente que
sus colegas estadounidenses en el accidente de la Isla de las Tres Millas en
1979.
Los cambios hechos por la Comisión Nuclear
Reguladora de Estados Unidos (NRC, por sus siglas en inglés) incluyeron planes
para responder a emergencias, capacitación laboral y protección ante la
radiación. Algunos dicen que la acción no era suficiente, pero la NRC implantó la mayoría de
estas medidas en menos de un año. A diferencia de los reguladores japoneses, la NRC nunca fue parte de una
oficina gubernamental encargada de fomentar el desarrollo de la energía
nuclear, en este caso, el Departamento de Energía Nuclear.
El desastre del 11 de marzo de 2011 en la planta nuclear de
Fukushima Dai-ichi provocó llamados generalizados a Japón para hacer más
independiente su agencia de seguridad nuclear desvinculándola del Ministerio de
Comercio. Un año después, todavía no se ha aprobado la ley que contemple ese
cambio y es incierto cuándo se hará.
El gobierno también tiene que evaluar el tema de los
funcionarios que van y vienen entre el gobierno y las empresas del sector. La
práctica de repartir los empleos a los burócratas jubilados en muchos sectores
en tan común en Japón que se les llama "amakudari" o "caídos del
cielo".
En una revisión, The Associated Press encontró el año pasado
que de 95 personas en tres importantes organismos reguladores de la energía
nuclear, 26 estuvieron afiliadas con la industria o grupos que promueven la
energía nuclear, casi siempre con financiamiento gubernamental. El gobierno ha
encontrado que 68 ex funcionarios del Ministerio de Comercio encontraron empleo
en empresas de servicios públicos en los últimos 50 años.
Uno de ellos es Susumu Nakamura, un ex alto funcionario de
la gubernamental Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial. En 2008 fue
contratado por Shikoku Electric Power Co., y ascendido a miembro de la junta un
año después, cargo que aún mantiene.
"Nuestra empresa seguirá contratando agresivamente a
personas con talento, entre ellos a ex funcionarios que ofrecen carácter
apropiado, liderazgo y aptitudes", indicó la compañía en defensa de la
designación de Nakamura.
Makoto Kakebayashi, jefe de la oficina de Kyushu Electric
Power Co. en la ciudad de Fukuoka, trabajó como responsable de crear las
políticas del Ministerio de Comercio.
Masashi Nakano, profesor en la Universidad de Hyogo y
especialista en amakudari, dijo que la relación entre gobierno y sector privado
es tan estrecha, que se necesitaría una dura legislación y masivos despidos
para arreglarlo apropiadamente.
"Se necesitaría un hacha gigante, de otra forma, los
amakudari se quedarán aquí", añadió.
Fuente:
La Voz del Interior, 10/03/12, "A un año del tsunami, es deficiente la regulación nuclear en Japón". Consultado 10/03/12.
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