El premio Nobel de la
Paz estuvo el lunes en la ciudad de Río Cuarto para dar una
charla sobre la explotación de los recursos. También se refirió al proyecto de
acelerar los juicios de la dictadura y a las negociaciones por Malvinas.
por Luis Schlossberg
“No estamos en contra de la industria minera, estamos en
contra de la devastación y de la irracionalidad para ganar más dinero, con lo
que se contamina y se destruye el medio ambiente”, indicó el premio Nobel de la Paz , Adolfo Pérez Esquivel en
su paso por Río Cuarto. Llegó para disertar en una charla sobre megaminería y,
en diálogo con El Puntal de Río Cuarto, se refirió también a otras temáticas como los juicios de
Derechos Humanos y la soberanía de Malvinas.
En el marco de su convocatoria por parte de la Universidad Nacional
de Río Cuarto, Pérez Esquivel se refirió al desempeño de las empresas que
trabajan con la megaminería en Argentina, y señaló: “Es una megaminería
explotadora, sería ridículo decir que estamos en contra de la megaminería”.
“Son recursos que se tienen que aprovechar racionalmente,
con un control. Porque hay un trabajo con cianuro, mercurio, arsénico, y todo
va a las napas de agua, provocando un daño irreversible”, dijo el premio Nobel,
quien luego se presentó en el Viejo Mercado en las Jornadas "Modelo
extractivista, fondos mineros y universidad” que desarrolló la casa de altos
estudios. “No sólo daña a la vida del ser humano, también a la vegetación, los
animales, a las próximas generaciones, provoca cambios climáticos y, en
especial, destruye lo que cada día es más escaso: el agua”, concluyó sobre el
daño que provoca este tipo de explotación.
Señaló que los que se dañan no son bienes eternos, en tanto
que “lo que se destruye no se recupera”. Explicó que en el mundo hay muchos
países con grandes problemas de agua, “incluso algunos directamente no tienen”,
dijo y ejemplificó: “Como sucede en el sur de Estados Unidos, que le quita el
agua a los ríos de México. Uno entonces se pregunta si realmente vale la pena,
si esto es desarrollo”.
- ¿Qué impresión le genera el levantamiento de pueblos enteros
en contra de la instalación de estas empresas?
- Es bueno que los pueblos reaccionen, porque ahí se les va la
vida, su producción. El pequeño y mediano productor rural resultan afectados
por la contaminación de la megaminería a cielo abierto, su producto no tiene
precio en el mercado. Así vemos cómo cierran viñateros, productores agrícolas,
es algo que les daña su vida y su economía.
- ¿Qué lectura política realiza sobre la posición que asumió
el Gobierno nacional sobre el tema?
- El Gobierno nacional es cómplice de las empresas de
megaminería. Porque nadie se mete en la casa de uno si no se lo permiten. En
este caso, el Gobierno es parte de eso y ha autorizado a estas empresas a la
explotación, para que se lleven el 97 % de los recursos del país, dejan
contaminación, enfermedades, y el día que se vayan van a dejar la devastación
total y absoluta.
El reconocido militante por los Derechos Humanos consideró
que la Ley de
Minería “es una trampa siniestra, que hizo (Carlos) Menem junto al Parlamento
argentino que la votó”. Puso como ejemplo que las empresas argentinas no pueden
explotar la minería, “únicamente pueden tener emprendimientos mineros las
empresas extranjeras, y cualquier cosa que pasara, nosotros estamos sujetos a
los tribunales extranjeros”, sostuvo.
En este sentido, consideró que se trata de “una entrega
total de la soberanía nacional, pero por más que uno esté pidiendo que se
reforme la Ley de
Minería, el Gobierno nacional y los provinciales, miran para otro lado”.
- ¿Considera que hay una falta de coherencia con otras
políticas encaradas desde la
Nación como las de Derechos Humanos?
- El Gobierno nacional ha centrado el trabajo con Derechos
Humanos en la época de la dictadura, del ‘76 al ‘83. Ahí cerró, no queda nada
para adelante. Entonces, en este momento, si bien siguen los juicios, no es
suficiente para el país, ¿dónde está el derecho de los pueblos? Yo prefiero
hablar de eso cuando hablamos de Derechos Humanos, derecho al medio ambiente, al
agua, a los recursos, a tener una vida digna. ¿Qué pasa cuando son agredidos
los representantes de pueblos originarios, los campesinos, las organizaciones
sociales como las de Andalgalá, de Chilecito o Famatina? Cuando uno comienza a
ver esto, se toma noción de que hay otros intereses económicos.
- Usted mencionó el trabajo sobre los juicios por delitos
ocurridos durante la última dictadura, ¿qué opinión le merece la intención de
acelerar estos procesos?
- Habría que acelerarlos, tal vez por regiones, hay que
analizar de qué modo se puede llegar a una síntesis, porque si no vamos a
terminar en el próximo siglo. Creo que se debe tratar de avanzar, aunque haya
jueces que son reticentes a acelerarlos, ya sea por miedo, complicidad o por
cuestiones ideológicas. Es como dice el presidente de la Corte Suprema de
Justicia (Ricardo Lorenzetti), esto es irreversible, cualquier gobierno que
venga va a tener que continuar con los juicios.
De todas formas, es necesario un cierre próximo, tanto para
familiares como para testigos y las mismas víctimas.
Los represores se van muriendo, están cada vez más viejos.
De todas formas, creo que las políticas de Derechos Humanos deben ser
integrales, no sólo del pasado reciente del que somos sobrevivientes, sino
también de lo que está pasando hoy en el país. En la Corte Interamericana ,
el primer país con más denuncias por violaciones a los Derechos Humanos es
Colombia, y en segundo lugar está Argentina. Hay todo tipo de denuncias,
relacionadas a los pueblos originarios, los problemas de la tierra, de los
altos índices de marginalidad y pobreza que tiene el país.
Malvinas
Pérez Esquivel, quien años atrás había sido nombrado Doctor
Honoris Causa de la UNRC ,
analizó también el debate generado en torno a la soberanía de Islas Malvinas. “Nosotros
venimos trabajando fuertemente con el tema -dijo-, de hecho estamos lanzando
una campaña internacional para pedir que el gobierno británico se siente con el
argentino para discutir los problemas de ciudadanía”.
- ¿Qué resultado puede dar esta negociación?
- Gran Bretaña sabe que a la larga o a la corta va a tener que
negociar con Argentina. Le resulta muy oneroso mantener las Islas Malvinas,
pues la población malvinense es de 1.300 personas, más 800 pobladores de
distintas nacionalidades, aunque hay 1.500 soldados. Hay más de un soldado cada
dos habitantes, lo que pone en evidencia una actitud de Gran Bretaña que no se
condice con la realidad.
El premio Nobel consideró que no puede separarse a Malvinas
de la Antártida ,
ni de los recursos estratégicos que estas tierras implican. “En la isla hay
también una base de la OTAN ,
y uno se pregunta para qué están ahí, ¿por un posible peligro argentino?
Nosotros no representamos ningún peligro”, reflexionó.
- ¿Encuentra, entonces, con ojos optimistas una posible
negociación?
- Sí, pero creo que después de julio el caso de Malvinas
pasará a segundo nivel. Tendrá su pico el 2 de abril y el 14 de junio, pero
después será ocultado por otros intereses que irán surgiendo. Creo que aquí hay
mucho fuego de artificio, hay que hacer un trabajo más serio, más medular. Una
estrategia de negociación sería ofrecerle a los malvinenses la doble
nacionalidad, la posibilidad de uso de los hospitales, escuelas, universidades.
- Por el contacto que usted tiene con organismos
internacionales, ¿existe un apoyo a la posición argentina en relación a la
soberanía de las islas?
- Algunos países apoyan a Argentina, incluso dentro de Gran
Bretaña hay organizaciones que también piensan que las islas pertenecen a
nuestro país, en tanto que esperan que se llegue a una negociación. Sería
interesante, también, que Argentina estudie el status entre Gran Bretaña y
China por Hong Kong, o el peñón de Gibraltar.
Pérez Esquivel recordó cuando Gran Bretaña llevó a Naciones
Unidas el debate por la autodeterminación de los habitantes de Malvinas,
“recibieron una negativa porque quien vive allí no es pueblo originario, es un
transplante colonial”, apuntó.
- Como cierre, ¿cómo encuentra hoy a la sociedad Argentina?
El país tiene muchas luces y sombras, hay que tratar de repensarlo
en su integridad. La situación actual va arrastrando por inercia toda una
estructura que es obsoleta, por eso hay que replantearse el país que tenemos y
el que queremos.
Fuente:
El Puntal de Río Cuarto, 20/03/12, “El Gobierno nacional es cómplice de las empresas de megaminería”. Consultado 26/03/12.
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