por Orlando
Milesi
OVALLE, Chile, 10
ago 2018 (IPS) - Dieciocho premios nacionales de ciencia urgieron a
frenar la sobreextracción de agua en las cuatro regiones que cubre
el desierto de Atacama, en el norte de Chile, porque el problema
amenaza el futuro de 1,5 millones de personas.
En su Acta de Tarapacá, una de las regiones afectadas, los científicos piden que
el agua de esa zona se trate como un recurso no renovable porque las
empresas mineras, las actividades agrícolas y las grandes urbes
consumen reservas de recargas subterráneas que datan de más de
10.000 años y que no se reponen con igual velocidad.
Según los
expertos, las actuales cifras de extracción de agua para la minería,
la agricultura, las industrias y las ciudades “no son sostenibles”.
Chile es el
principal exportador mundial de cobre y una potencia en exportación
hortofrutícola, dos sectores intensivos en el consumo de agua.
En la pequeña
escuela rural El Llanito de Punitaqui, a 400 kilómetros al norte de
Santiago, la profesora Marleny Rodríguez y sus cuatro únicos
alumnos, instalaron canaletas para acopiar el agua lluvia en un
estanque de 320 litros de capacidad con el fin de regar una huerta
donde cosechan diferentes vegetales.
“Los niños
están felices. Me dicen que estábamos perdiendo un recurso vital
que teníamos a mano y no habíamos sabido aprovechar. Ellos
replicaron en sus casas lo aprendido en la escuela”, contó
Rodríguez a IPS.
Son dos niñas y
dos niños, de entre 10 y seis años, tres de ellos hermanos, en una
zona de tierras ancestrales del pueblo atacameño.
“Tenemos un
ciclo que dura todo el año. Lo que cosechamos lo cocinamos en el
taller de cocina donde hacemos recetas saludables. Luego las
consumimos en la escuela”, contó la maestra al explicar el proceso
en el centro del municipio de Punitaqui, cerca de Ovalle, la capital
de la región de Coquimbo, la frontera sur del desierto.
“Los niños
ayudan a sembrar, limpiar la huerta, cosechar, regar. Tenemos un
taller científico para cosechar las aguas grises con las cuales
regamos una compostera de residuos orgánicos y otros materiales
como hojas, ramas y huano”, relató.
Calogero Santoro,
arqueólogo e impulsor del Acta de Tarapacá, entregada el 29 de
junio al gobierno del presidente Sebastián Piñera, cree que los
ciudadanos y las grandes empresas no tienen la misma conciencia que
estos niños sobre la escasez de agua.
“La empresa
privada no ve que esto sea una necesidad, porque no hay problemas.
Al contrario, todo el sistema chileno está hecho para que los
empresarios funcionen lo mejor posible, pero el problema está a la
vuelta de la esquina. Es el Estado chileno el que invierte en la
investigación científica y tecnológica”, aseveró en dialogo con
IPS.
El manifiesto de
los científicos propone generar conciencia sobre la gravedad de la
falta de agua, investigar el tema a fondo para acotarlo e invertir en
tecnologías que brinden nuevas soluciones y no solo mejoren la
explotación de las aguas subterráneas milenarias.
“El primer paso
es generar cambios culturales. En la medida que se genera conciencia
se van gestando otros procesos de desarrollo tecnológico, creación
de nuevas tecnologías y adaptación de estas a los procesos
productivos”, explicó Santoro, del estatal Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto.
“Lamentablemente
la empresa privada de este país no invierte en ese tipo de cosas”,
sostuvo.
El desierto de
Atacama es el más árido de la tierra. Abarca 105.000 kilómetros
cuadrados, distribuidos en seis regiones del norte chileno incluyendo
las ciudades de Arica, Iquique (capital de Tarapacá), Antofagasta y
Calama, entre otras.
Allí vive 9,5
por ciento de la población de este país sudamericano largo y
estrecho, que totaliza 17,5 millones.
En un año normal
caen apenas entre 1,6 y 2,5 insignificantes milímetros de agua sobre
las regiones del llamado Norte Grande, las del desierto de Atacama, y
en lo que va de 2018 el déficit es de 100 por ciento en algunas de
las ciudades y de 50 por ciento en otras, según la Dirección
Metereológica de Chile.
Hugo Romero,
premio nacional de geografía, profesor de la Universidad de Chile y
presidente de la Sociedad Chilena de Ciencias Geográficas, comentó
a IPS que “las aguas subterráneas constituyen hoy día la más
importante fuente tanto para el desarrollo minero como urbano de las
regiones del norte”.
El problema es
entonces muy complejo, dijo, ya que “hay algunas evidencias que
señalan que muchas aguas subterráneas son producto de recargas
ocurridas probablemente hace miles de años atrás y, por lo tanto,
tienen un carácter de agua fósil, no renovable”.
Como ejemplo,
Romero citó daños ya provocados en el área del desierto, “como
los que han ocurrido con el desecamiento de Lagunillas, la cuenca del
Salar de Huasco y el salar de Coposa, sumando una enorme cantidad de
efectos ecológicos”.
También afectan,
dijo, “la presencia de comunidades en esos lugares, dada esta
relación tan estrecha entre disponibilidad de recursos hídricos y
ocupación ancestral de los territorios”.
“Todo esto va
conformando un sistema extraordinariamente complejo frente al cual
existiría la sensación de que el país no ha tomado debida
conciencia y las decisiones se adoptan muchas veces pensando solo en
beneficios económicos que, por lo demás, están concentrados en
las grandes empresas”, agregó.
El geógrafo
advirtió, asimismo, que el nivel de investigación “ha sido mínimo
y, lamentablemente, muchos de los recursos académicos que debieran
estar destinados a facilitar a la sociedad y a los actores sociales
todos los elementos de juicio, están comprometidos con empresas
consultoras que, a su vez, son contratadas por las grandes
empresas”.
Claudio Latorre,
académico de la Universidad Católica de Chile e investigador
asociado del Instituto de Ecología y Biodiversidad cree que “no
hay un único culpable” de la grave situación.
”Simplemente es
la actividad económica general del país la causante de este
problema. Mientras más actividad el país crece y se requieren más
recursos, más actividad industrial que significa más trabajo. Pero
también las necesidades urbanas aumentan y eso también presiona el
recurso agua”, dijo.
”En el Acta
hemos propuesto la posibilidad de mejorar nuestra tecnología en
cuanto al uso de agua de neblinas. También proponemos implementar
una política de recuperación de agua. Por ejemplo, incrementar el
sistema de aguas grises. No es una solución cara, pero requiere de
una política de Estado¨, explicó.
Según Calogero,
“además de los cambios culturales tiene que haber cambios
tecnológicos para un mejor aprovechamiento del agua. Citamos el caso
de Israel donde tenemos entendido que el agua se recicla hasta siete
veces antes de desecharse. Aquí, si es que se recicla una vez es
mucho”.
Latorre subrayó
que “ya estamos viviendo consecuencias de cambio climático y
sobre explotación de recursos hídricos que llevan a una situación
impensable…pero en el Norte Grande aún estamos a tiempo para tomar
acciones concretas que puedan salvar las ciudades en 20 ó 30 años
más”.
Pidió mejorar la
información científica “para que estemos a tiempo de tomar
decisiones importantes que requieren mucho tiempo para
implementarse”.
Según Romero,
hay también “un ambiente de incertidumbre que ha llevado en muchas
ocasiones a tomar decisiones que posteriormente han tenido daño
medio ambiental” en el caso de muchos salares, bofedales (humedales
altoandinos) y algunas lagunas.
“No hay un
conocimiento público transparente y a disposición de la sociedad
como sería necesario, dada lo crítico del sistema”, afirmó.
A su juicio, “por
el contrario, la mayor y mejor información es de carácter
reservado o forma parte de secretos industriales todo lo cual da
pábulo a mucha especulación, ambigüedad y a diferentes
interpretaciones por parte de usuarios o comunidades afectadas por
estas extracciones”, de agua.
Romero alertó
también que “no solamente tenemos daño ecológico, que es muy
significativo, sino también un continuo proceso de migración hacia
las ciudades y, por tanto, un abandono de los territorios”.
Hay grupos
quechuas, aymaras, koyas y atacameños, que son los pueblos
originarios del norte chileno, que viven en las ciudades en Arica,
Iquique, Alto Hospicio, Antofagasta tras migrar sistemáticamente
desde sus territorios andinos, enumeró.
Por eso en la
escuela rural El Llanito de Punitaqui estudian ahora solo cuatro
alumnos, dijo su maestra.
Edición:
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Orlando Milesi, Científicos alertan: hacia el colapso aguas de desierto de Atacama, 10/08/18, Inter Press Service. Consultado 11/08/18.
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