En estos días,
toneladas de peces muertos están siendo extraídos de lagos y ríos.
No resistieron el estrés de la sequia y el calor. El calentamiento
global cambiará los hábitats de los peces.
por Karin Jaeger
El río Dreisam
apenas tiene una longitud de 30 kilómetros. Pero la gente de
Friburgo está muy orgullosa de su río, que traviesa la ciudad. En
estas semanas, sin embargo, el río se ha transformado en un desierto
de piedra. El club de pesca local tomó medidas de precaución y
capturó peces y los soltó en otras aguas.
Peter Rudolph
está en alerta: "medimos continuamente la temperatura del
agua", dice el especialista en biología acuática y medio
ambiente de Friburgo. En caso de sequía grave y de aumentos de la
temperatura, informa a las autoridades. Y luego se acerca al lugar
con sus colegas, premunidos de salabres electrónicos. El cátodo
(polo negativo) flota en el agua, el ánodo, el polo positivo, está
unido a la red del pescador. Cuando el salabre se introduce en el
agua, el circuito eléctrico se cierra y los peces son guiados por la
fuerza eléctrica hacia la red y al mismo tiempo son aturdidos.
Con ese método
se pueden recoger grandes cantidades de peces y volver a liberarlos
en otras zonas, sin dañarlos. "Hay que medir continuamente la
temperatura del agua y el nivel de oxígeno. En cuanto se descubren
los primeros peces muertos, en realidad, ya es demasiado tarde para
salvar al resto. Entonces hay que dejar el asunto en manos de la
naturaleza", explica el ecologista Rudolph.
Constantes
controles
En el Rin, que
fluye a pocos kilómetros de Friburgo, la situación es más
dramática, a pesar que el río es más ancho y está lleno de agua.
Toneladas de animales muertos acaban en las redes de los pescadores,
especialmente en el lado suizo del río. La temperatura del agua, de
aproximadamente 28 grados, redujo el contenido de oxígeno. Truchas y
tímalos se encuentran en estrés permanente, colapsan, mueren y
acaban en depósitos especiales donde son procesados.
En muchos lagos,
los bomberos introducen millones de litros de agua para subir el
nivel de oxígeno. Sin embargo, de un solo embalse cerca de
Ellwangen, los bomberos tuvieron que sacar 20 toneladas de cadáveres
de peces.
"El calor y
la falta de lluvia forman una combinación desastrosa", señala
Rudolph. A niveles bajos de agua, los peces están expuestos a la luz
del sol y no encuentran refugios protectores, porque en Alemania en
las orillas ya no vegetación natural que les pueda ofrecer sombra.
Las praderas
ribereñas están cubiertas de urbanizaciones o áreas industriales.
"El agua necesita más espacio y más arboles en los bordes",
dice Peter Rudolph y aboga por una renaturalización. Pero el
problema es, ¿quién recompensa a los dueños de los terrenos
cercanos a los ríos que tienen que ceder tierras? Los grupos de
presión de la industria agrícola, el transporte y la minería son
demasiado poderosos, critican las asociaciones medioambientales.
Lagos en estrés
climático
Los lagos también
han perdido su equilibrio ecológico, porque el sol ha calentado el
agua hasta 20 grados. La luz y el calor favorecen el crecimiento de
algas y plantas. Especialmente peligrosa es la reproducción de las
algas verdeazuladas que pueden producir toxinas. Esas también pueden
contaminar el agua potable.
Desde la década
de 1970, científicos del Instituto Leibniz de Ecología Acuática y
Pesca Interior (IGB) han estado documentando los cambios del lago
Müggelsee, cerca de Berlín. El aumento de la temperatura en las
últimas décadas es alarmante: de 0,34 grados por década.
Los autores del
estudio consideran que la investigación del impacto climático a
largo plazo es indispensable para desarrollar estrategias de
adaptación sobre la base de las observaciones.
Las asociaciones
ecologistas, como WWF Alemania y Germanwatch, han pedido al Gobierno
alemán que tome medidas concretas contra el calentamiento global y
las emisiones de gases de efecto invernadero.
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Fuente:
Karin Jäger, Calor en Alemania: Los peces mueren y los ríos desaparecen, 08/08/18, Deutsche Welle. Consultado 10/08/18.
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