En casi todo el
territorio de Neuquén y Río Negro han caído abundantes
precipitaciones, que si bien son constantes han estado repartidas en
dos días. Las consecuencias ya son desproporcionadas en relación al
nivel de las lluvias.
por Miguel
Fernández
En abril de 2014
hubo un temporal que dejó miles de evacuados y pérdidas enormes
para las familias trabajadoras. Los intendentes y el gobernador
armaron un frente unido para calmar la bronca social. Al igual que
aquel trágico abril, esta vez las lluvias estuvieron anunciadas
exactamente 48 horas antes, sin embargo las autoridades nada hicieron
para prever situaciones tan trágicas. Recién hoy se reunieron como
comité de crisis. Por ejemplo, se podría haber realizado una
exhaustiva limpieza de los canales para que drene más el excedente
de agua.
Incluso en estos
dos años y medio las condiciones que hicieron posible la inundación
siguen iguales debido a la falta de inversión y planificación. La
mayoría de las ciudades de la región pueden ser divididas en dos
sectores con una dinámica física distinta (aunque las dos áreas
drenan hacia los ríos, Limay o Neuquén).
Un sector que es
un área con muy poca pendiente, una llanura, donde naturalmente el
río discurre cuando aumenta su caudal por las crecidas. Sin embargo
esta área fue intensamente urbanizada, construyendo incluso sobre
los canales, que si hubieran sido respetados, permitirían un mejor
drenaje hacia los ríos. En otros casos fueron entubados, y cuando el
agua busca su lugar natural de drenaje y no lo encuentra, corre hasta
alguna zona donde finalmente se tapona con las construcciones, sólo
desplazando el lugar de inundación, pero agravado.
Es de destacar
que en el caso particular de esta inundación no hubo problemas con
el aumento del caudal del río (que generaría un desborde), ya que
por la regulación de los embalses y por tratarse del momento donde
el río trae su menor caudal, contaba con la mitad de su promedio
histórico. Lejos de ser un problema, el río presentaba una gran
posibilidad de actuar de evacuador de las aguas. Así que las
inundaciones no fueron “naturales” como declaran las autoridades
provinciales y municipales. Lo natural era que no se inundara.
El otro sector,
la zona de las bardas (meseta), presentan una gran pendiente. Y si en
la zona anterior el problema es que el agua no drenó hacia el río
por la urbanización desmedida (por causa de la especulación
inmobiliaria y la falta de obras de drenaje), en esta zona el gran
problema es que el agua (con sedimentos, arboles y sólidos de todo
tipo) escurrió con facilidad aumentando su velocidad y caudal hasta
encontrarse con la ruta que actúo como dique al estar más elevada.
Lo razonable entonces era que se hicieran obras de defensa en las
zonas más alta para frenar la velocidad del agua, dejando grandes
espacios verdes que actuaran de áreas de captación e infiltración
de los excedentes hídricos. Además de que no se debería construir
en las zonas de pie de barda, áreas por demás inestables.
La falta de un
plan de obra pública de viviendas que acompañe la demanda; que en
la provincia de Neuquén se calcula en un faltante de unas 50.000
casas, propició la resolución de ese problema en forma improvisada
por los sectores más pobres de la población, asentándose y
construyendo incluso en lugares por donde drena el agua en momento de
lluvias copiosas. Pero los gobiernos municipales y el provincial,
luego de establecidas las tomas, se negaron a realizar las obras
hídricas, y los pocos planes de viviendas realizados se construyeron
sobre áreas de igual inestabilidad y peligrosidad, desoyendo todos
los estudios elaborados por el Departamento de Geografía de la UNC.
Ya están
suspendidos la mayoría de los servicios básicos, el transporte
público (incluso los taxis no entran en algunos barrios), de
provisión de agua potable por la turbidez, de recolección de
residuos y se realizaron algunos cortes momentáneos de electricidad.
¿Pero cómo
puede ser que lluvias de 50 mm generan tantos problemas de
acumulación de agua, si implica que es una capa de 5 cm? Es que la
mayoría de la superficie de la ciudad es impermeable (asfalto,
techos de casas, etc.) y para contrarrestar se aconseja un cierto
porcentaje de área verde que absorba una parte del excedente de
agua. Cuando lo aconsejado es un mínimo de 20 m2 por habitantes, en
las ciudades de la provincia no se llega ni a 3 m2.
Pero además las
ciudades son parte de un área mucho más grande cuyo drenaje es
hacia ellas, ya que están en las zonas más bajas. Toda esa área ha
sido muy afectada en las últimas décadas por la explotación
hidrocarburífera que, con el desmonte y la traza de caminos, ha
impermeabilizado más es suelo y el agua finaliza en las ciudades. En
fin, las petroleras y el negocio inmobiliario, en gran parte
responsable de la situación, no se hacen cargo de las consecuencias.
Miguel
Fernández es Geógrafo de la Universidad Nacional del Comahue
Fuente:
Miguel Fernández, Neuquén: crónica de una inundación anunciada, 24/10/16, La Izquierda Diario. Consultado 26/10/16.
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