Es porque el productor no dio aviso antes de aplicar
agroquímicos, como habían acordado para poder abandonar sus domicilios cuando
se hace la pulverización. Intervino la policía y ya se investiga el caso.
Como viene ocurriendo en los últimos años en la periferia de
la ciudad, los intereses de los productores agropecuarios y los de los vecinos
de los campos cultivados volvieron a colisionar. En la noche del lunes, los
residentes del barrio de Aeroclub lograron frenar una fumigación frente a sus
casas, en un lote que está a pocos metros de la línea de edificación. El
problema se suscitó porque había un acuerdo previo por el cual el productor
debía dar aviso fehaciente de la aplicación, y según los vecinos esto no se
cumplió. Por el caso intervino la policía, que ya está investigando.
De momento, se dispuso el cese de la actividad, y la policía
secuestró bidones con glifosato.
El barrio del Aeroclub es un sector lindante con el predio
de la institución donde viven unas 15 familias. Está rodeado por campos
productivos, y las fumigaciones se realizan desde antes de que hubiera
viviendas. Sin embargo, con las últimas ordenanzas, quedó comprendido dentro
del ejido urbano de Río Cuarto.
El lote donde se produjo el problema pertenece al Aeroclub,
que se lo alquila a un productor de apellido Gastaldi. Entre él, el club y los
vecinos, se había llegado a un acuerdo de partes por el cual el hombre estaba
habilitado a fumigar hasta mayo de este año. Eso sí, le exigían que antes de
hacer cualquier aplicación, debía dar aviso fehaciente a los habitantes del
lugar, para que estos pudieran tomar los recaudos del caso.
Acuerdo y contraparte
Soledad Medina vive en el barrio desde hace 3 años, y asegura
que siempre hubo fumigaciones, aunque los problemas empezaron el año pasado. En
octubre de 2012, ella y otros vecinos radicaron la primera denuncia contra un
productor, luego de encontrar una máquina fumigando a la 1 de la mañana.
Para evitar nuevos conflictos, el Aeroclub les pidió a los
vecinos que autorizaran una serie de fumigaciones controladas hasta fines de
mayo. “Acordamos eso con la condición de que luego cese la producción
agropecuaria”, explica Medina.
Además de contar con preaviso, las aplicaciones debían
realizarse con condiciones climáticas favorables. “La primera vez se hizo con
aviso, pero anoche no se dio aviso fehacientemente, con fecha y hora. Anoche,
además había viento norte y tormenta”, relató Medina.
Por otro lado, la mujer comentó que en el momento, había
mucha gente en el Aeroclub, e incluso un campamento. “También se contamina el
agua de la pileta. Lamentablemente, tiene que tomar estado público para que se
haga algo”, resaltó.
La pulverización fue advertida por un vecino que estaba con
sus hijos en el patio, el lunes a la noche. El hombre estableció contacto con
el aplicador, logró que éste pare la fumigación y dio aviso a la policía, que
posteriormente labró un acta de constatación.
“Fue una desinteligencia del club, que no informó
debidamente”, consideró por su parte Pablo Palmieri, también vecino del barrio.
Enojo
“Algunos vecinos entendieron que se hacía sin aviso a ellos,
que los pasaban por alto. Esto generó mucho enojo en la gente”, detalló
Palmieri, quien resaltó que había un acuerdo previo entre los vecinos y el
productor.
El lote, próximo a las pedanas de tiro del Aeroclub, tiene
soja, pero el sorgo la está tapando. Según Palmieri, es porque se suspendieron
las fumigaciones para evitar más problemas. “Esto lo decidió el productor
Gastaldi, que respetó la decisión de no fumigar hasta tanto los vecinos no se
pongan de acuerdo”, explicó.
Por su parte, Soledad Medina hizo hincapié en los problemas
que las fumigaciones les generan a los vecinos. “Somos conscientes del
perjuicio económico, pero también de los efectos en la salud. Tenemos chicos
con alergias inexplicables, cáscaras en el cuero cabelludo, caída de cabello,
daños en la piel. Además, tenemos agua de pozo, y nos da miedo que esté
contaminada”.
Fuente:
Vecinos del Aeroclub impidieron una fumigación frente a sus casas, 30/01/13, El Puntal de Río Cuarto.
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