Las últimas semanas del año han traído al ámbito provincial
una novedad inquietante: al parecer La
Pampa está contaminando el río Colorado con el vertido del
lavado que se hace a los filtros del acueducto. La noticia, que se origina en
fuentes oficiales de la provincia de Río Negro, vino acompañada de otra en la
que se da cuenta de la curva ascendente en la salinidad del río a partir del
año 2008, acercándose en la actualidad a valores límite para el consumo poblacional.
Esta última consideración, sobre la que los técnicos
rionegrinos prefirieron no abrir juicio en cuanto a su origen, tiene una
explicación atendible: desde hace casi un lustro, por causas climáticas, los
derrames anuales del río Colorado son escasos o muy pobres, lo que provoca
lógicamente un aumento de la salinidad. En cambio la posible contaminación del
curso por obra del volcado directo y sin tratamiento de los fangos resultantes
del filtrado del acueducto es mucho más grave, aunque igualmente explicable.
El problema radica en que parte de ese elemento filtrante es
un compuesto de aluminio que actúa como floculante el que, una vez completada
la vida útil del filtro, se desecha. Increíblemente el diseño de la planta no
parece haber contemplado el depósito sin daño ambiental de estos restos que,
siguiendo la pendiente natural, irían a volcarse en el río a través de un
cañadón. El aluminio es un metal nocivo para la salud humana, casi seguramente
cancerígeno, y una vez dentro del agua es incorporado por la microflora fluvial
y luego por la ictiofauna, de donde puede pasar al organismo humano a través
del consumo de pescado.
El problema no es nuevo y era conocido en el Coirco desde
hace varios años, cuando se lo comunicó a la provincia de La Pampa , haciéndose constar
las quejas de pobladores de aguas abajo. En aquella oportunidad la provincia se
comprometió a estudiar el problema y hay constancias que, en principio, se
había arribado a una solución intermedia consistente en el desvío de los flujos
de lavado hacia un bajo salitroso ubicado aguas abajo de la planta de
tratamiento, sin comunicación con el río. Se estimaba que las aguas de desecho,
que no implicaban un gran volumen, podían ser dirigidas hacia allí con obras de
muy bajo costo y lo mismo para el depósito de los fangos, cuya eventual
acumulación en un futuro muy lejano, permitía incluso un reciclado. El propio
Carlos Verna, gobernador por entonces, se interesó por el problema y dio una
primera aprobación al proyecto.
Con el nuevo ciclo de autoridades pampeanas el tema parece
haber quedado olvidado, hasta que lo reactualizó el reclamo rionegrino, al
parecer incentivado por un durísimo informe de índole privada que le hizo
llegar a las autoridades de aquella provincia una familia propietaria de
tierras ubicadas aguas abajo, que se siente perjudicada.
Está demás decir que el problema exige una solución rápida y
efectiva si, como todo parece indicarlo, su origen está en un accionar indebido
de nuestra provincia. Por otra parte, ante una alternativa de este tipo el
organismo rector de la cuenca, el Coirco, está obligado a intervenir y La Pampa a cumplir el tratado
que firmó respecto al uso compartido del río. Nuestra provincia tiene mucho que
reclamarle a ese acuerdo y, por eso mismo, no puede aparecer incumpliéndolo.
Lástima grande que, conociendo el problema y su relativamente fácil solución,
se haya dejado transcurrir tanto tiempo.
Fuente:
Las aguas del Colorado y un tratado a cumplir, 26/12/12, La Arena. Consultado 27/12/12.
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