jueves, 27 de diciembre de 2012

Las aguas del Colorado y un tratado a cumplir

Las últimas semanas del año han traído al ámbito provincial una novedad inquietante: al parecer La Pampa está contaminando el río Colorado con el vertido del lavado que se hace a los filtros del acueducto. La noticia, que se origina en fuentes oficiales de la provincia de Río Negro, vino acompañada de otra en la que se da cuenta de la curva ascendente en la salinidad del río a partir del año 2008, acercándose en la actualidad a valores límite para el consumo poblacional.

Esta última consideración, sobre la que los técnicos rionegrinos prefirieron no abrir juicio en cuanto a su origen, tiene una explicación atendible: desde hace casi un lustro, por causas climáticas, los derrames anuales del río Colorado son escasos o muy pobres, lo que provoca lógicamente un aumento de la salinidad. En cambio la posible contaminación del curso por obra del volcado directo y sin tratamiento de los fangos resultantes del filtrado del acueducto es mucho más grave, aunque igualmente explicable.

El problema radica en que parte de ese elemento filtrante es un compuesto de aluminio que actúa como floculante el que, una vez completada la vida útil del filtro, se desecha. Increíblemente el diseño de la planta no parece haber contemplado el depósito sin daño ambiental de estos restos que, siguiendo la pendiente natural, irían a volcarse en el río a través de un cañadón. El aluminio es un metal nocivo para la salud humana, casi seguramente cancerígeno, y una vez dentro del agua es incorporado por la microflora fluvial y luego por la ictiofauna, de donde puede pasar al organismo humano a través del consumo de pescado.


El problema no es nuevo y era conocido en el Coirco desde hace varios años, cuando se lo comunicó a la provincia de La Pampa, haciéndose constar las quejas de pobladores de aguas abajo. En aquella oportunidad la provincia se comprometió a estudiar el problema y hay constancias que, en principio, se había arribado a una solución intermedia consistente en el desvío de los flujos de lavado hacia un bajo salitroso ubicado aguas abajo de la planta de tratamiento, sin comunicación con el río. Se estimaba que las aguas de desecho, que no implicaban un gran volumen, podían ser dirigidas hacia allí con obras de muy bajo costo y lo mismo para el depósito de los fangos, cuya eventual acumulación en un futuro muy lejano, permitía incluso un reciclado. El propio Carlos Verna, gobernador por entonces, se interesó por el problema y dio una primera aprobación al proyecto.

Con el nuevo ciclo de autoridades pampeanas el tema parece haber quedado olvidado, hasta que lo reactualizó el reclamo rionegrino, al parecer incentivado por un durísimo informe de índole privada que le hizo llegar a las autoridades de aquella provincia una familia propietaria de tierras ubicadas aguas abajo, que se siente perjudicada.

Está demás decir que el problema exige una solución rápida y efectiva si, como todo parece indicarlo, su origen está en un accionar indebido de nuestra provincia. Por otra parte, ante una alternativa de este tipo el organismo rector de la cuenca, el Coirco, está obligado a intervenir y La Pampa a cumplir el tratado que firmó respecto al uso compartido del río. Nuestra provincia tiene mucho que reclamarle a ese acuerdo y, por eso mismo, no puede aparecer incumpliéndolo. Lástima grande que, conociendo el problema y su relativamente fácil solución, se haya dejado transcurrir tanto tiempo.

Fuente:
Las aguas del Colorado y un tratado a cumplir, 26/12/12, La Arena. Consultado 27/12/12.

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